«TUMBAR MADRID CENTRAL ES UN VARAPALO PARA LA SALUD»
ElEl soponcio fue de los gordos. La izquierda madrileña no gana para disgustos en las urnas y en los juzgados, unas más que otras, eso sí. El Tribunal Supremo avaló el fallo anterior del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y Madrid Central Central –la zona de bajas emisiones en la almendra capitalina–, el gran legado del anterior gobierno local de la progresía, se sumió en la nada, convertido en aderezo estimulante de la nostalgia y la melancolía sobre lo que pudo ser y no fue. Los carmenitas descalzos se rasgaron las vestiduras y se enredaron con los jirones de su indignación sobre la nueva pandemia que amenazaba la capital ahora que el cielo tóxico puede caer sobre nuestras cabezas sin Madrid Central que nos ampare. Mónica García, flamante líder de la oposición en la región, aún bajo lo influjos de la sobreactuación electoral, cargó la suerte tras el patatús propinado por unos togados contumazmente obsesionados porque las normas cumplan en fondo y forma las reglas del Estado de Derecho: «Tumbar Madrid Central es un varapalo para la salud al hacer que la ciudad vuelva a 2005». Algo así como el retorno a un pasado apocalíptico en el que los madrileños sobrevivíamos de bocanada en bocanada. Pero hay que tranquilizar a la doctora y madre, prócer de este «tardocarmenismo», porque hay una administración en la capital de España que se resiste a que los ciudadanos caigamos como moscas por inhalar y exhalar un sucedáneo de oxígeno, que es lo que, por lo visto, nos rodea a todos en cuanto ponemos un pie en la calle. O sea que convengamos en que no sólo la izquierda siente irresistibles deseos de hacer el bien al pueblo y en que los togados responsables del fallo tampoco amanecieron obsesionados con jugar a la ruleta rusa con la salud de los madrileños. Y de paso en que Más Madrid debe explicar las razones de la chapuza descomunal del procedimiento que alumbró el proyecto emblemático del tiempo de Manuela y los carmenoides en el Ayuntamiento. Cómo, en definitiva, pudieron alcanzar ese grado de incompetencia y negligencia cuando, según su relato, estaban en juego millones de vidas.