«EN PODEMOS SOBRÓ UN POCO DE SOBERBIA Y ADANISMO»
DiceDice usted que el 15M está muerto y que aquello le cogió con apenas treinta añitos, esa edad de la arrogancia en la que uno cree que lo ha inventado todo y «sólo redescubres cosas que otras generaciones sabían». También, añade, que
Podemos pecó de soberbia y adanismo, porque se negó a aceptar que el otro siempre tiene algo de razón. Pues bienvenido a la Transición y a ver si cala su mensaje en algunos de sus compañeros, esos que ven una ración de berberechos, gritan ¡fascista! y cogen la lejía. Pero con respecto al 15M nos asalta una duda que me gustaría despejar, porque a los que ya teníamos una edad aquello nos pareció una clásica maniobra preventiva de la izquierda ante la catástrofe electoral que se avecinaba y que, puntualmente, se cumplió el 20 de noviembre de 2011, con la victoria por mayoría absoluta de Mariano Rajoy, 186 escaños, desplomes del PSOE, 110 escaños, y ligerísimo avance de Izquierda Unida, que se quedó en 10 escaños. Recordará, es usted todavía joven, que los mensajes del 15M se reducían a dos: estos políticos no nos representan y este régimen democrático ha fracasado. Es decir, que la derecha que viene y va a gobernar no representa a los ciudadanos y carece de legitimidad. El resto de la parafernalia ideológica, que, ciertamente, encandilaba a mis compañeros de Redacción más jóvenes, ya crecidos en la aburrida democracia representativa, tenía el mismo aroma de los tiempos de la facultad, y, de hecho, por las acampadas aparecieron algunos viejos nostálgicos del maoísmo y el troskismo, irreductibles en sus ensoñaciones y que lo mismo se creían que estábamos, por fin, en los albores de la revolución, ingenuidad que ni Arzallus y su independencia de las vascongadas. Es de suponer que volverían a la realidad cuando vieron la tontería del «rodea el Congreso», con una revolución incapaz de superar unas vallas. En fin, que si no fue así, si de verdad se creyó usted que iban a romper el pacto de hierro de la oligarquía con la izquierda socialista es que, en efecto, con 30 añitos todavía se es muy niño.