La mayoría reniega hoy del régimen del 15-M
Más del 60 por ciento de los que acudieron a las marchas no volvería según la encuesta de NC Repor en el décimo aniversario Más de la mitad cree que con la salida de Iglesias de la política se pone fin al movimiento que no mejoró la sociedad
Hace hoy diez años. Aquel 15 de mayo de 2011 miles de «indignados» salieron a las calles y tomaron las plazas para expresar su hartazgo de la clase política y los poderes económicos, España no parece hoy la misma. Han cambiado muchas cosas, aunque aquella movilización no llegara a ser finalmente la revolución que muchos esperaban.
Un 62% de aquellos que fueron a protestar, hoy se quedaría en casa, pero la mayoría coincide en dos cosas. Primero, que Pablo Iglesias solo pasó por allí (como reportero de La Tuerka), y, segundo, que Podemos sí ha heredado y sacado adelante parte de las propuestas que se debatieron en la Puerta del Sol.
A Fabio Gándara le tocó el trago de llamar a la Delegación del Gobierno para pedir la autorización. En realidad, no tenían muy claro cuánta gente acudiría a la manifestación porque las adhesiones llegaban a través de las redes sociales y todo estaba muy en el aire. Gándara, que hoy tiene 36 años y una empresa de Comunicación, recuerda que en Interior sorprendió, sobre todo, que no hubiera ningún grupo detrás, que la cita estuviera convocada «por la gente de a pie». Esa fue la enorme fortaleza del fenómeno ocurrido el 15 de mayo de 2011. Hoy, diez años después, el movimiento está extinguido y acaba de abandonar Podemos el hombre que capitalizó su legado político. Y que terminó enterrándolo.
La mayoría de los que participaron en la génesis del 15-M coinciden en dos cosas. Primero, que Pablo Iglesias solo pasó por allí (como reportero de La Tuerka), y, segundo, que Podemos sí ha heredado y sacado adelante parte de las propuestas que se debatieron en la Puerta del Sol. Las formas, en cambio, las consideran nefastas. El hiperliderazgo impuesto por Iglesias se da de bruces con todo lo que defendía aquel movimiento ciudadano, transversal y firme adalid de una democracia más participativa.
Como explica Gándara, uno de los impulsores de la página de Facebook que sirvió de embrión para la plataforma Democracia Real Ya (DRY), «en Podemos se han perdido totalmente los círculos, tenía que haber sido una formación abierta, inclusiva, y ha degenerado en una estructura vertical y personalista». A principios de 2011, Gándara unió fuerzas con otro joven que también pedía a gritos desde su blog que España tuviera su «Mayo del 68». Pablo Gallego recuerda que fueron días «llenos de mucha ilusión, momentos únicos de mi vida que no se repetirán». La obsesión de Gallego, ahora experto en Marketing Digital, era que la concentración siguiera un cauce espontáneo, porque «no éramos un colectivo obsesionado con la ideología». Eso y que la manifestación fuera pacífica. Tal y como rememora en conversación telefónica con este periódico, «los primeros diez días de mayo vemos que la cosa se nos empieza a ir de las manos». Una ciudad detrás de otra se fueron sumando a una iniciativa que hasta el momento había sido exclusivamente digi
En la Delegación del Gobierno les sorprendió que la manifestación estuviera convocada «por la gente de a pie»
tal. El eslogan de DRY, «No somos mercancía en manos de políticos y banqueros», removió las entrañas de muchísimos ciudadanos que se encontraban huérfanos de una alternativa, de otra manera de hacer las cosas. Aunque habían pasado ya dos años del comienzo de la crisis económica, que llevó a una década de austeridad, los que se sentían de izquierdas aún no habían digerido «que fuera el PSOE el que inauguró la era de los recortes».
Según Gallego, cuando conoció a Iglesias allá por 2013 le cayó «muy bien». De hecho, estuvo colaborando con Podemos hasta Vistalegre I, cuando que se hizo evidente que el partido iba desechando lo que él defendía: que las decisiones fueran consensuadas, asamblearias, con las mayores dosis posibles de democracia directa. Todo lo contrario de lo que se estaba convirtiendo el partido, una organización en la que mandan los que están arriba y en la que «si no conoces a nadie, no tienes nada que hacer».
Iglesias sacrificó el espíritu del 15-M para dar el sorpasso al PSOE, «al que veían débil», y lo cierto es que estuvieron a punto de conseguirlo. Aunque eso supusiera, como les advirtió Gallego, «que en
20 años iban a terminar siendo lo mismo que criticaban». Lo que nadie vio venir es que tardarían tan poco.
El que fuera portavoz de Democracia Real Ya antes y después de la acampada en Sol no desea una reedición de aquello. Carlos Paredes (Madrid, 1979) cree que
«el clima actual de crispación es tal que un nuevo 15-M sería violento».
No cree que Podemos haya sido un digno heredero porque «trató de recoger nuestro legado y acabó convertido en un partido de hiperliderazgo». Sin embargo, considera que el trato a Iglesias «ha sido injusto, de acoso y derribo, eso lo aguantan pocos». Y lanza Paredes una pregunta que traza una frontera determinante: «¿Cuántos de los que estuvimos en DRY somos ahora diputados, ministros, o estamos en tertulias? Mi sueldo no llega a 1.500 euros».
Félix Ovejero, profesor de Economía, Ética y Ciencias Sociales de la Universidad de Barcelona, cree que de aquel 15-M «no queda nada, lo mejor de sus almas fue, precisamente, que se trató de algo espontáneo». Y eso que hubo «gente de Políticas de la Complutense que desembarcó por allí para monopolizarlo». Entre esa «gente», Pablo Iglesias, al que Ovejero critica que habla como si fuera la voz del «pueblo». «Siempre emplea la misma retórica: ‘‘lo que la gente piensa, lo que la gente quiere...’’. ¿Quién es él para hablar en su nombre?», reflexiona.
A principios de mayo, los impulsores del 15-M ven que la cosa se les va de las manos; no dejan de sumarse ciudades
«Fueron días llenos de ilusión, momentos únicos en mi vida que no se van a repetir nunca» Pablo Gallego Impulsor del 15-M
«Iglesias no formó parte del 15-M, pero lo ha invocado siempre para arrogarse la voz de ‘‘la gente’’» Félix Ovejero Profesor y ensayista
El autor del ensayo «¿Idiotas o ciudadanos? El 15-M y la teoría de la democracia» no encuentra en España partido «más despótico, caciquil y dictatorial»: «Han deteriorado para siempre la dignidad de la izquierda, han malbaratado la posibilidad de un discurso razonable. Están más allá de Chávez, en la órbita de la extrema derecha de Orban». Considera que el 15-M pecó de adanismo y de cierta ingenuidad, circunstancias que suelen aprovechar «los más astutos, los que se quedan sentados allí hasta el final».
Ovejero no estuvo en la Puerta del Sol, pero sí se acercó a Plaza Cataluña a medir la temperatura de lo que ocurría. Pronto comprobó que «el catalán ni se oía, es lo que ocurre cuando alguien respira de forma espontánea». Y como no se permitió bandera alguna, recuerda, Carod Rovira lanzó aquel exabrupto: «Los españoles tienen todo el derecho del mundo a indignarse. Pero si quieren hacerlo, como españoles lo mejor es que no se equivoquen en el mapa, se meen, pinten, griten e insulten donde les corresponde, en su país». El nacionalismo reaccionó de manera «histérica» ante un fenómeno que no controlaba y que era todo menos provinciano. Y en ese sentido, según Ovejero, «Pablo Iglesias solo ha tratado desde el principio de destruir el Estado común defendiendo el derecho de autodeterminación, la posibilidad de convertir en extranjero a una parte de los españoles sin su permiso. Él no formó parte del 15-M pero lo ha invocado para arrogarse la representación de la gente».
¿Sería posible un nuevo 15-M? «No lo creo porque la peor de las situaciones no es preludio de una revolución, que ocurre solo cuando uno tiene una expectativa de cambio y hay cierta coordinación. La izquierda ahora está totalmente deteriorada», opina este profesor que acaba de publicar «Sobrevivir al naufragio: el sentido de la política».