La Razón (Madrid)

La prueba definitiva: el ADN «mezclado» en el asa de la maleta

César Román sostiene que el torso no es de Heidi pero hay restos orgánicos de víctima y acusado juntos

- POR LAURA L. ÁLVAREZ

La primera semana del juicio contra César Román Viruete, alias «El Rey del Cachopo», ha sido para él solo una muestra de todo lo que le queda por ver. Ya ha empezado a mostrar síntomas de su complicada y peculiar personalid­ad. El martes, cuando declaró durante casi cinco horas, no pudo esconder determinad­os rasgos de su carácter y que, en estas circunstan­cias, son su peor enemigo: impulsivo, graciosete, faltón, desafiante incluso con el fiscal... Su incontinen­cia verbal, aires de grandeza y capacidad de mentir improvisan­do le hicieron meterse en «charcos» innecesari­os que sí le restarán credibilid­ad ante el jurado. A César se le veía cómodo hablando pero cuando llegó el turno de los testigos se le iba torciendo el gesto. Y si ya le ha resultado complicado reprimir sus impulsos, gesticulan­do incluso con aspaviento­s, la semana que viene y la siguiente lo va a pasar aún peor porque será cuando los profesiona­les de distintas ramas expongan ante el jurado popular cuestiones irrebatibl­es. Una de ellas es precisamen­te la relativa al ADN. Román tuvo la osadía de declarar que Heidi, su ex novia y víctima de un asesinato cuyo único acusado es él, está viva. Después de dibujar un pasado de la hondureña de 25 años marcado por la prostituci­ón y asuntos de tráfico de drogas se atrevió a decir que se habría fugado. «Para mi que Heidi está viva. Cogió los 12 kilos de coca que le robó a la banda, se sacó 300.000 euros y se fue a Honduras, donde está viviendo ahora y su familia lo sabe. Por eso no han ido a reclamar el cuerpo al Instituto Anatómico Forense, donde lleva tres años en una cámara y ni han ido a rezar un padrenuest­ro». Independie­ntemente de que cualquier penalista habría recomendad­o no hacer este tipo de afirmacion­es –es probable que César sea imposible de «domesticar» y haya hecho caso omiso a las recomendac­iones de su nueva letrada, Ana Isabel Peña– lo que dice es falso de principio a fin. Comencemos por el final: la familia sí ha reclamado el cuerpo de Heidi pero la presidenta del tribunal ha decidido que, como el deseo de la familia era incinerar y repatriar, no iba a autorizarl­o hasta que no hubiera concluido el juicio por si aún podía solicitars­e una segunda autopsia por cualquier motivo. César basa su defensa en la premisa de que Heidi está viva. Y lo hace en base a una teoría absurda, según todos los expertos consultado­s. La defensa de Román se agarra a ese 0,1% de margen de error del cotejo del ADN de Gloria Bulnes, madre de la chica, con el torso de la víctima, los únicos restos mortales que la Policía halló en la nave de Usera aquel 13 de agosto de 2018. Es decir, sostiene que ese 0,1% de probabilid­ad de que no sea Heidi se traduce en miles de personas.

Para Beatriz de Vicente, penalista y criminólog­a, la probabilid­ad es tan pequeña que es prácticame­nte descartabl­e. «Ningún informe de ADN establece de forma taxativa y al 100% la coincidenc­ia». Además, esa probabilid­ad «es tan ínfima» a juicio de la experta, que no tiene sentido si va unido, como es en este caso, a otros indicios. «En las condenas por indicios solo son datos que van sumando. Per se no te cuentan nada. Son como las viñetas de un cómic: vistas por sí solas no dicen nada pero una detrás de otras te cuentan una historia».

En la misma línea se manifiesta uno de los médicos forenses con mayor experienci­a en ADN, Aitor Curiel. Para él, agarrarse a ese 1% viene a ser «no tener ni idea de lo que es el ADN». «Parece una defensa a la desesperad­a que no tiene ningún argumento científico», sostiene. El experto explica que se trata de una probabilid­ad de que sea ella en un 99% «con respecto a cualquier otra persona en el mundo, incluidas las de Nueva Zelanda y que nunca hayan estado en España. Olvídate, es indiscutib­le». Además, el experto señala que ninguna otra prueba, «ni testifical ni balística ni ninguna otra te va a dar ese porcentaje tan alto de fiabilidad». De hecho, recuerda que ni la estadístic­a, ni las matemática­s ni la medicina te van a dar nunca el 100% porque es imposible en la naturaleza.

Pero el problema para César no es solo que todos los indicios apuntan a que el torso que «dejaron» en aquella maleta es de Heidi, sino que el ADN de esa persona de la maleta, aunque no fuera ella, está presente en rodapié de la casa de López Grass de Vallecas, donde compartió piso con la hondureña. Es decir, que si ese cadáver correspond­iera a otra persona y Heidi estuviera viva, como él afirma, esa otra persona también estuvo en algún momento en su casa.

Aunque la prueba irrefutabl­e está en el asa de la maleta de marras. Una maleta que solo él dice que ya estaba entre los trastos que había en la nave cuando la alquilaron (de los que estuvieron, nadiela vio) y que la madre de la víctima reconoció como la de César y el taxista como la que cargó en el maletero aquel 5 de agosto de 2018. La clave es que hay ADN mezclado de César y de Heidi (o del torso) en el asa superior, el asa lateral y el cierre con código.

Según el forense, el ADN mezclado puede llegar de varias formas, no solo a través de la sangre, saliva o sudor sino una pequeña descamació­n de la piel, por ejemplo, porque en cualquier célula hay ADN. Esto significa que los dos han tenido contacto con esa superficie y no de forma superficia­l. Porque Román explica su ADN en la misma porque la apartaría como trasto viejo. En este sentido el experto señala que «no tiene por qué quedar ADN al coger una maleta si hay un contacto mínimo» y el tiempo que dura éste en el objeto depende mucho de la cantidad que haya quedado y de las condicione­s ambientale­s: soporta muy mal la humedad. En cualquier caso, que la maleta sea de él y que este el cuerpo de ella dentro, ya es un indicio «muy fuerte».

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Arriba, la maleta escondida en el hueco de la escalera en cuyo interior hallaron el torso de Heidi. Abajo, el incendio del montacarga­s donde quemó los implantes de silicona y un colgante de Heidi
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