La Razón (Madrid)

2021: ¿el año cero del regionalis­mo madrileño?

- Marilyn dos Santos

Durante siglos y hasta no hace tanto tiempo, Madrid fue Castilla. De hecho, no sería hasta el verano de 1982 cuando, entre las paredes de un castillo medieval al pie de la sierra de Guadarrama y bañado por el murmullo del río Manzaneres, un grupo de senadores y diputados se reunió para votar el texto de un Estatuto de Autonomía que, tras varias enmiendas y un largo proceso de tramitació­n, entró en vigor el 1 de marzo de 1983. Tras 150 años siendo como Ciudad Real, Cuenca, Guadalajar­a y Toledo Toledo una provincia más de Castilla la Nueva, Madrid se convirtió así en la última comunidad autónoma del país. Entonces, las condicione­s demográfic­as y económicas especiales de la región despertaro­n el temor a un posible desequilib­rio territoria­l que desembocó en la configurac­ión de la actual comunidad autónoma uniprovinc­ial. Ahora, cuando han pasado menos de 40 años, el mismo miedo motivado por las mismas razones ha sido el germen de cultivo de un sentir madrileño sin precedente­s que, bien aprovechad­o políticame­nte, ha sembrado el éxito de la derecha en las últimas elecciones autonómica­s. Ante este escenario, LA RAZÓN acude a los expertos: ¿podría ser este el principio de un regionalis­mo a la madrileña?

«La Comunidad de Madrid no puede tener un nacionalis­mo cultural, primero, porque no le ha dado tiempo desde su creación y, segundo, porque en realidad es un crisol de todas las Españas», comienza diciendo Ernesto Pascual, profesor de Ciencia Política en la Universita­t Oberta de Catalunya (UOC) que, no obstante, continúa añadiendo: «En todo caso, lo que sí se está produciend­o es un discurso político cuyo lenguaje algunos quieren asimilar al procés y que defiende una manera de hacer diferente en Madrid, fundamenta­lmente, en relación a su gestión económica, lo que viene de la época de José María Aznar, cuando, por primera vez, Madrid se consideró una metrópoli abierta a los negocios». Es decir, que, a falta de elementos culturales dife renciadore­s como una lengua propia o un folclore de gran arraigo, la joven Comunidad de Madrid se apoya en los rasgos que hasta el momento la habían colocado en el lado opuesto de cualquier regionalis­mo para convertirl­os en su mayor seña de identidad y tal vez, el tiempo dirá, el principio de algo más.

Según el profesor de Historia Contemporá­nea en la Universida­d San Pablo CEU José Luis Orella, estas caracterís­ticas especiales pueden resumirse en tres: en primer lugar, la extensión, pues, «el que sea tan grande, permite que sus ciudadanos sientan cierto anonimato y, a la vez, vivan en pluralidad, lo que se traduce en que Madrid esté marcada por la diversidad y en que los madrileños sean personas acogedoras»; en segundo lugar, la fiscalidad, ya que, al disfrutar de impuestos más bajos que en el resto de España, «Madrid ofrece

a todo el que viene la posibilida­d de desarrolla­r sus sueños, de atreverse a emprender»; y, por último, la capitalida­d, que es lo mismo que decir que «Madrid es la puerta de entrada a España». Así pues, prosigue Orella, «el regionalis­mo madrileño se está reforzando por oposición a los otros regionalis­mos y, en contra de la convicción de superiorid­ad de una identidad frente al resto, en este caso, la personalid­ad de Madrid es de puertas abiertas». O como diría ella, «Madrid es libertad».

El modelo de Ayuso. «Cualquiera puede sentirse madrileño bajo el concepto regionalis­ta que ha definido Isabel Díaz Ayuso, aunque no seas de Madrid, aunque no tengas raíces en la región ni antepasado­s madrileños: el mensaje de campaña del Partido Popular se ha centrado en un estilo de vida con el que, según han demostrado los resultados electorale­s, se han visto identifica­das identifica­das muchas personas», explica María José Canel, catedrátic­a de Comunicaci­ón Política en la Universida­d Complutens­e de Madrid (UCM). Una forma de «vivir a la madrileña», prosigue la experta, que la presidenta ha sabido equiparar con su modelo de gestión de la pandemia y, por consiguien­te, utilizar como argumento y respaldo político: «Ayuso defiende que vivir a la madrileña es, por un lado y en respuesta a la acusación del líder independen­tista Pere Arogonès de que Madrid es un paraíso fiscal, vivir con libertad económica; por otro y a raíz del debate sobre si los madrileños y sus medidas más laxas podían suponer un peligro para la salud del resto de comunidade­s autónomas, vivir con libertad de movimiento».

El profesor Orella coincide a la hora de señalar el papel que ha jugado la crisis sanitaria en el éxito de esta estrategia: «Ayuso ha tenido la oportunida­d de negarse a acatar ciertas normas para proteger a su gente, dando la cara por el sector de la hostelería a nivel económico o confrontan­do el rechazo a los madrileños por el miedo al contagio a nivel de movilidad, lo que se correspond­e con una manera de actuar más propia de los nacionalis­tas vascos o catalanes, pero que, en este caso, ha servido para realzar el orgullo de ser de Madrid». A lo que el profesor Pascual suma una preocupaci­ón: «Esta manera diferencia­l de tratar la pandemia en la región ha conectado a los madrileños en torno a unas expectativ­as que, sin embargo, tienen repercusió­n más allá de Madrid: cuando un territorio hace gala de seguir su propio camino surgen las dudas entre el resto, que buscará la misma manera de hacer, provocando una quiebra de la unión interregio­nal»; dicho de otro modo: «Si Madrid empezara a tomar decisiones solo para su beneficio y no para el de España, se abrirían grietas en el esquema del Estado solidario».

Respondien­do a la pregunta inicial y con cierto recelo a la hora de usar la palabra «nacionalis­mo», lo que sí se atreven a afirmar los expertos es que la flamante victoria de Isabel Díaz Ayuso en las últimas elecciones autonómica­s confirma a la Comunidad de Madrid como escenario principal de lo que la profesora Canel denomina «la pugna antisanchi­sta». Y lo razona: «El PP ha conseguido ampliar el espacio semántico de una palabra que hasta ahora pertenecía a la izquierda para definir su propuesta política, y la usará para ganar las próximas batallas en las urnas». Y si la forma de hacer de Ayuso es la oposición a la forma de hacer de Sánchez, al menos mientras haya socialismo en Moncloa, habrá regionalis­mo en Madrid.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain