Rimbaud y la filosofía nipona del siglo XVIII
Adolfo García Ortega pergeña una obra que supone un puente entre Oriente y Occidente a través de la figura de Hiroshi Kindaichi
La narrativa de Adolfo García Ortega se caracteriza por la variedad de temas, su fidelidad al realismo y la inclusión de misteriosas incidencias en el imaginado devenir cotidiano. Su trayectoria literaria se enriquece ahora con «La luz que cae», una novela que combina la meditación autorreferencial con un tono ensayístico que no obvia peripecias argumentales. El protagonista, voz narrativa de la historia y trasunto autorial, viaja en tren desde Hiroshima a Tokio; para entretener el trayecto cuenta con la lectura de las «Iluminaciones» de Rimbaud; va contemplando el paisaje y aparece súbitamente la impresionante mole del volcán Fuji. A partir de aquí experimentará una íntima epifanía que le llevará a ahondar en la cultura japonesa a través de Hiroshi Kindaichi, filósofo del siglo XVIII que viajara, en precursora iniciativa intercultural, a la Francia ilustrada y librepensadora. En paralelo paralelo al heterodoxo Rimbaud se profundiza en el sintoísmo herético de Kindaichi, para quien, se detalla aquí, «la idea de regresar no es de volver a una casa, en tanto que lugar real, sino volver a uno mismo, a un “yo”, sin embargo, no menos real». La investigación sobre tan curioso personaje se irá transformando en un proceso catártico basado en la interiorización de la experiencia. Un envolvente ritmo narrativo y la acertada pulsión ensayística son los mejores caracteres de esta excelente novela.