La Razón (Madrid)

«El fado puede ser alegre, pero es más bonito cuando es triste»

CARMINHO Cantante portuguesa Una de las voces referentes del género luso por excelencia actúa esta noche a las 21:00 horas en el Palacio Real

- Marilyn dos Santos

SeSe dice «Carmiño» y es el diminutivo de Carmo, el segundo nombre de Maria, que no eligió nacer entre fados y guitarrada­s, pero sí dejarse seducir por su melancolía. Hace más de diez años, un jovencísim­o Pablo Alborán se la descubrió a España entre las notas de un sentido «Perdóname» y hoy ella reconoce en los madrileños y madrileñas un público especialme­nte dadivoso con su música, que tiene patria, pero no fronteras. Arrancó su carrera a los 18 años y en 2009 tituló «Fado» su álbum de debut, mientras que su último trabajo fue bautizado en 2015 con el nombre de «Maria», como ella, que antes de actuar hoy a las 21:00 en el Palacio Real, responde a las preguntas de LA RAZÓN evitando usar la palabra «saudade», pero dejándola entrever en su mirada.

–¿Es el pueblo portugués triste por naturaleza?

–Somos nostálgico­s, eso no se puede negar. Nos entregamos a nuestros sentimient­os, pero eso no quiere decir que no vivamos momentos de felicidad y alegría. Yo no creo que sea una persona triste, pero sí encuentro mucha belleza en la tristeza.

–Y el fado, ¿tiene que ser triste para ser de verdad?

–El fado nació de esa entrega de los portuguese­s a sus propios sentimient­os, de la necesidad de confrontar con ellos. Y contamos con un amplio imaginario popular y festivo, creo que el fado es más bonito cuando escarba en sensacione­s más profundas y escondidas. El fado puede ser alegre, pero es más bonito cuando es triste.

–¿Conecta el público madrileño con algo tan portugués?

–El fado es magia. Cada vez que alguien lo canta es como si fuera la primera vez, porque si se hace desde la verdad de los sentimient­os, es siempre diferente y único. El fado responde a una lengua empática que va más allá de las lenguas formales y por eso es capaz de conectar con el público madrileño y con el de cualquier cultura o nacionalid­ad, porque el fado no es un lenguaje hablado, el fado va directo al corazón.

–¿Es diferente el público de Madrid al de tu Lisboa?

–La forma de reaccionar a un fado tiene más que ver con la historia de quien lo está escuchando que con la de la propia canción, por eso, hay diferencia­s casi entre cada una de las personas del público. No obstante, los madrileños, como todos los españoles, tienen una personalid­ad propia, marcada por su efusividad. Aquí, siento que el público lo da todo y desde el escenario me llega su generosida­d y calor.

–¿Es «Maria» tu mejor disco?

–Siempre somos el último trabajo que hemos hecho. Cada uno de mis discos fue mi mejor álbum en el momento en el que lo saqué, así que no podría decir que uno es mejor que otro, simplement­e, aquello que quiero hacer y cantar hoy está mucho más próximo a «Maria» que al resto.

–¿Y el más personal?

–«Maria» es una especie de regresión a mis memorias de infancia, a aquel tiempo en el que escuchaba fados con mis padres en casa y, eso, inevitable­mente, ha sacado mi lado personal. No conseguía transmitir­le a otra persona mis emociones y recuerdos para después volverlos a interpreta­r, iba a ser un proceso muy entrecorta­do, así que decidí hacerlo yo misma. Este álbum, además, es el que une más canciones compuestas por mí, pero de forma natural, porque mi prioridad no es escribir aquello que canto, mi prioridad es creer en aquello que canto. Muchas veces otros poetas y letristas logran decir lo que siento mejor que yo.

–En este trabajo bebes de tus raíces y del mundo que te rodea, de la tradición y de la contempora­neidad, ¿es esta la clave para que el fado siga estando de moda?

–Yo no hago la mezcla, la mezcla está en mí. Vengo de una familia de fadistas y mi infancia estuvo muy pautada por esto, así que recibí una educación que no fue elección mía, sino que responde a la historia que viví junto a mis padres en la casa de fados que tuvieron. Por otro lado, tengo 36 años y he vivido la vida que cualquier otra persona de mi edad, con la adolescenc­ia y la juventud propias de mi generación. Y no, no tengo hecho el cálculo de la mezcla perfecta. Yo simplement­e intento ser lo que soy de la forma más orgánica y fluida posible, sin ninguna pretensión de cambiar el fado o transforma­rlo.

–¿Tenías ganas de volver a los escenarios?

–¡Por supuesto! Además, tengo la sensación de que las cosas se están haciendo bien, con seguridad. ¡Y estoy felicísima de estar aquí, porque adoro Madrid! De verdad, si por mí fuera, pasaría aquí mucho más tiempo. Cuando vengo, suelo ir a varios restaurant­es y quedar con amigos. Claro que, ahora, con esta situación, una ya no sabe lo que puede o no hacer, pero me encanta pasear por El Retiro, así que, si tengo la oportunida­d, la aprovechar­é para eso.

«El fado conecta con el público madrileño y con el de cualquier ciudad del mundo porque va directo al corazón»

«Este álbum tiene más canciones mías, pero mi prioridad no es escribir aquello que canto, sino creer en lo que canto»

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CIPRIANO PASTRANO

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