La Razón (Madrid)

Vacuna y negocio

- POR MARIANO RUIZ DÍEZ

LosLos Juegos Olímpicos van mucho más allá del efecto placebo que tienen en el aficionado futbolero. Arrancan mañana, menos de dos semanas después de haber terminado la Eurocopa. Y lo hacen, con permiso del torneo de fútbol que ya ha comenzado, con la ceremonia inaugural. Ya saben, ese acto que siempre es peor que el que soñamos en Barcelona’92. Las dos semanas siguientes son como ese menú degustació­n que no se acaba nunca para bien o para mal. Los Juegos sirven para apaciguar el mono de una hinchada que todavía ve demasiado lejos el fin de semana en el que toda España está de vacaciones, pese a la quinta ola, y que este año coincidirá con el arranque de la Liga. Con permiso del fútbol, los Juegos tienen una misión más allá de acoger hazañas, logros increíbles, anécdotas varias y protagonis­tas inolvidabl­es. Tienen que ayudar a dejar atrás la pandemia. Su celebració­n es ya una victoria. Impulsada eso sí por un negocio descomunal. La confesión de las dudas que tenía el presidente del COI, Thomas Bach, meses antes de la celebració­n son cuestionab­les si se atiende a los números. De los casi 6.000 millones que ingresó el organismo que preside en el anterior ciclo olímpico, el 73 por ciento procedió de los derechos televisivo­s de los Juegos. Una suspensión definitiva habría dejado herido de muerte al COI y habría provocado pérdidas milmillona­rias en Japón. Ahora queda que el goteo de positivos desde principios de mes en la familia olímpica no se convierte en un tsunami. De esa forma los discursos engolados del COI darán paso a los deportista­s. Y ellos, desde las estrellas globales hasta los representa­ntes de Tuvalu, siguen siendo lo mejor del deporte. España llega a Tokio con 321 atletas, sin dos de sus grandes referentes a nivel individual, Rafa Nadal, el más grande, y Carolina Marín, pero con un nivel de equipos en cantidad y calidad que sólo superan los anfitrione­s, Estados Unidos y Australia. En el papel de las seleccione­s radicará en buena parte el éxito o no de una participac­ión española que si no es lo mejor de nuestro país no anda muy lejos.

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