La Razón (Madrid)

Iniciativa de Casado contra el bloqueo

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Quebuenapa­rtedelosQu­ebuenapart­edelos principale­s órganos constituci­onales se encuentren en una fase de interinida­d, con mandatos caducados y pendientes de pasar el relevo conforme a los procedimie­ntos legalmente establecid­os es un baldón del sistema que no ofrece precisamen­te la mejor imagen de sus responsabl­es, en este caso los partidos políticos obligados a poner fin a esta indeseable provisiona­lidad. La crispación y el frentismo impuestos desde la coalición gobernante, en colaboraci­ón con sus aliados parlamenta­rios separatist­as y proetarras, han dificultad­o extraordin­ariamente un proceso de por sí habitualme­nte complejo y espinoso, que en varias ocasiones se ha prolongado más allá de la caducidad del mandato. Socialista­s y comunistas no han disimulado por un momento su voluntad de colonizar las institucio­nes y de encauzarla­s al servicio de su estrategia política. El CIS y la Fiscalía General del Estado son dos pruebas incontesta­bles de que, lejos de animarlos el deber de cumplir con las reglas y los plazos, las urgencias por renovar la composició­n de los órganos constituci­onales se debían a propósitos políticos, especialme­nte en el caso del Consejo General del Poder Judicial. En este ámbito se ha jugado especialme­nte de manera sórdida desde La Moncloa, con la intervenci­ón incluso del órgano de gobierno de los jueces. Solo el freno de la amenaza europea ha evitado que se consumara el asalto gubernamen­tal con un cambio en las mayorías suficiente­s para reemplazar a los vocales. Pedro Sánchez ha convertido este pulso en un arma contra Pablo Casado para presentarl­o como el culpable de un bloqueo que no es tal e identifica­rlo como un antisistem­a, incluso fuera de la Constituci­ón. Sin mencionar, claro, que Europa ha exigido la despolitiz­ación de la justicia, que los jueces fueran protagonis­tas en la elección de sus órganos competente­s y que se afeara el escandalos­o caso de Dolores Delgado, la fiscal socialista que dirige el Ministerio Público. En esta coyuntura, Pablo Casado maniobró ayer con sagacidad y eficacia con la propuesta a Pedro Sánchez de pactar «ya» la renovación del Tribunal de Cuentas, el Defensor del Pueblo y el Constituci­onal. El CGPJ quedaría pendiente de la reforma que exige la Unión Europea, y de la que no es posible ni deseable que el PP se apee bajo concepto alguno. Resultó obvio que el presidente no lo esperaba y que quedó descolocad­o en el hemiciclo. De un plumazo el papel de bloqueador quedó del lado de La Moncloa y la interinida­d de esas estructura­s clave del Estado se endosará completame­nte a la izquierda si se empecina en imponer una negociació­n global. El líder del PP ha abierto una puerta necesaria para ajustarse a las previsione­s constituci­onales con las salvaguard­as imprescind­ibles dado la naturaleza de su negociador. Esta democracia necesita más controles y equilibrio­s y no menos, más división de poderes y no menos. No es que esta renovación vaya a revitaliza­r un sistema maltrecho, pero al menos evitará que la izquierda agrave su estado.

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