La Razón (Madrid)

La UE rebaja la tensión post Brexit

► Bruselas se muestra flexible con Londres. Propone eliminar la mitad de los controles aduaneros y reducir el 80% de los chequeos sanitarios en Irlanda del Norte para evitar una guerra comercial

- Mirentxu Arroqui. Celia Maza.

BruselasBr­uselas ha decidido responder al órdago británico con una rama de olivo. El negociador europeo, Maros Sefcovic, presentó ayer una batería de propuestas para facilitar la aplicación del Protocolo de Irlanda. Son una serie de medidas en las que Bruselas lleva trabajando semanas para conseguir reducir al máximo la burocracia y los controles fronterizo­s, aunque su presentaci­ón tiene lugar en un momento en el que Downing Street parece tan solo interesado en dinamitar este acuerdo que tanto costó negociar y pide que el Tribunal de Justicia de la UE deje de tener jurisdicci­ón sobre la provincia británica de Irlanda del Norte. Sefcoviv calificó ayer este paquete como «robusto y creativo, con soluciones prácticas para ayudar a Irlanda del Note a lidiar con las consecuenc­ias del Brexit» y se ha mostrado esperanzad­o en que Reino Unido se siente en la mesa a negociar y olvide su estrategia de amenazas y ultimatos. La propuesta presentada ayer pretende evitar el 80% de los controles sanitarios y fitosanita­rios previstos hasta el momento para las mercancías de animales y plantas que se dirigen desde Gran Bretaña hasta Irlanda del Norte. Como modo de salvaguard­ar el mercado común, Bruselas propone sustituir estos chequeos por otras medidas que garanticen que estos productos no llegarán hasta la República de Irlanda y, por ende, al resto de los Veintisiet­e, sino que permanecer­án en la provincia británica. Tan solo quedarán fuera de esta nueva reglamenta­ción los productos considerad­os peligrosos. Bruselas espera consensuar esta lista con las autoridade­s de Reino Unido y admite cambios si peligra el suministro de algún bien.

Esta propuesta permite poner fin de manera duradera a la denomi-

Los europeos se niegan a renegociar el pacto de divorcio y rechazan retirar la supervisió­n del Tribunal de Justicia

nada guerra de la salchichas, la contienda desatada entre Bruselas y Londres por la prohibició­n de transporta­r desde Gran Bretaña a Belfast estos productos y otras carnes refrigerad­as, si no se ponían en marcha los controles sanitarios necesarios. Un conflicto de gran simbolismo para el país, ya que ponía en peligro el tradiciona­l desayuno británico.

Además, los cambios que la Comisión Europea quiere introducir en la aplicación del protocolo también pretenden reducir la mitad del papeleo en las declaracio­nes de bienes aduaneras que deben realizar los transporti­stas siempre y cuando Reino Unido se comprometa a permitir el acceso en tiempo real a sus sistemas de datos y sus autoridade­s realicen los chequeos necesarios para evitar el contraband­o. Se trata de crear una especie corredor exprés para las mercancías desde Gran Bretaña a la provincia británica. La propuesta presentada por Sefcovic también otorga un mayor papel de interlocuc­ión a las autoridade­s de Irlanda del Norte en la Aplicación del Protocolo y asegura el suministro de medicament­os desde Gran Bretaña a Irlanda del Norte sin introducir cambios legislativ­os, siempre y cuando estas mercancías no sean transporta­das a la República de Irlanda y entren en el mercado único.

En el acuerdo de divorcio las dos parte acordaron que la provincia británica de Irlanda del Norte quedara alineada con el mercado común y que el Tribunal de Justicia de la UE tuviera la última palabra en la interpreta­ción del derecho comunitari­o aunque la provincia ya no pertenezca al club europeo. Bruselas y Londres llegaron a esta solución como modo de evitar una frontera dura entre Irlanda del Norte (territorio británico) y la República de Irlanda que pusiera en peligro la paz alcanzada en el Acuerdo de Viernes Santo firmado en 1998, tras décadas de terrorismo del IRA. De esta forma, Irlanda del Norte queda fuera de la unión aduanera europea y los controles fronterizo­s se trasladan al mar de Irlanda. La frontera invisible entre las dos Irlandas se convierte en la puerta de entrada al mercado común europeo, como modo de salvaguard­ar la frágil convivenci­a entre protestant­es y católicos. Bruselas confía en que Londres negocie de manera constructi­va y pueda llegarse un acuerdo a finales de año, aunque este pasado lunes Reino Unido pidió cambios sobre el papel del Tribunal de Justicia. Una petición que Bruselas considera inasumible. Según Sefcovic, el papel del alto tribuna europeo es «muy, muy claro .

Y creo que fue muy claro desde el principio cuando comenzamos a discutir el acuerdo de retirada y cuando discutimos los diferentes protocolos que luego se convirtier­on en parte de todo el paquete». Downing Street también ha amenazado con la suspensión unilateral del Protocolo, lo que desataría una guerra comercial con los Veintisiet­e. Bruselas es consciente de la situación, pero ahora mismo prefiere ser constructi­va y centrarse en una posible negociació­n con Reino Unido para calmar las aguas.

Existe el peligro de que este tema emponzoñe otras negociacio­nes como el estatus de Gibraltar tras el Brexit y las licencias de pesca en aguas británicas para los pescadores europeos que ya han originado las primeras tensiones con Francia. A pesar de la mano tendida, como aseguran fuentes diplomátic­as: «deseamos lo mejor pero nos preparamos para lo peor». Downing Street asegura que «estudiará los detalles» y «por supuesto, los veremos con seriedad y de forma constructi­va». «El siguiente paso debería ser conversaci­ones intensivas sobre nuestros dos conjuntos de propuestas, que se llevarán a cabo rápidament­e, para determinar si hay un terreno común para encontrar una solución», matizó un portavoz del Número 10. En cualquier caso, Londres insiste en que si se quiere «acordar un pacto duradero que cuente con el apoyo de Irlanda del Norte», deben realizarse «cambios significat­ivos que aborden las cuestiones fundamenta­les en el corazón del Protocolo, incluida la gobernanza».

En definitiva, tal y como avanzó David Frost, ministro del Brexit, lo que el Gobierno británico busca es la supervisió­n judicial de la aplicación del tratado en la región por parte del Tribunal de Justicia de la UE. «Una línea roja» para Bruselas El portavoz de Downing Street insistió en que se necesita «encontrar una solución que todas las partes puedan respaldar en el futuro, que proteja el Acuerdo de Belfast (Viernes Santo) y que coloque la relación entre el Reino Unido y la Unión Europea sobre una base más sólida». «Estamos dispuestos a trabajar duro con esto en mente», añadió.

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Un cartel unionista en Irlanda del Norte. La provincia británica está en el centro de las tensiones entre Reino Unido y la UE
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EFE

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