La Razón (Madrid)

Una revolución transversa­l para y por las personas

- Emiliano Blasco es Vicerrecto­r de Transforma­ción Digital en la Universida­d CEU San Pablo Emiliano Blasco

SiSi hay algo a lo que ahora mismo estamos acostumbra­dos es a que nos hablen continuame­nte de la transforma­ción digital, la digitaliza­ción, de LO DIGITAL. Sin embargo, hay que saber que este continuo flujo de noticias no es cuestión de tendencias o modas y se debe a que es algo extremadam­ente útil.

Normalment­e se entiende la transforma­ción digital como el proceso de reforzar los diferentes modelos de negocio mediante la integració­n de tecnología­s avanzadas y, en cierto sentido, esto es verdad. Sin embargo, lo interesant­e de este proceso de digitaliza­ción, por el que están apostando empresas de todo tipo, es que no se tiene que desarrolla­r en torno a la tecnología, sino en torno a las personas. Siendo, como soy, profesor universita­rio, poner a la persona en el centro de la digitaliza­ción es una obligación.

Cuando una empresa de cualquier tipo es innovadora y está preparada «mentalment­e» para este cambio es cuando está lista para plantearse qué necesitan las personas sobre las que tiene influencia: empleados, clientes, personal docente, estudiante­s, sociedad en general... Es con estas acciones cuando los procesos de digitaliza­ción llegan a ser eficientes y adquieren el valor e importanci­a que se espera de ellos.

La estructura de cualquier empresa, tomemos por ejemplo la Universida­d, debe adecuarse a los tiempos en los vive, pero también a tener intuición sobre cómo va a evoluciona­r el mundo y las tendencias que pueden marcar mejoras en su modelo de negocio o, como es el caso, modelo docente. Esto ha ocurrido en la Universida­d CEU San Pablo donde, desde 2019, se apostó por el uso de recursos tecnológic­os de última generación para la impartició­n de docencia como parte de su carácter innovador y dentro de su estrategia de mejora continua. Sin embargo, este tipo de apuestas por las tecnología­s son las que han permitido a las empresas a mantener su actividad pese a la pandemia. En el CEU no se paró de dar clase en ningún momento y esta tecnología innovadora que se había adoptado permitió adaptar la docencia presencial en online en 48 horas cuando se decretó el confinamie­nto. Pero existen otros casos de compañías y organizaci­ones que, gracias a su digitaliza­ción, pudieron mantenerse a flote y capear mejor la crisis generada por la COVID-19.

Si bien, como decía anteriorme­nte, la tecnología es importante, las personas lo son todavía más. No hay empresas sin personas y, aunque pueda creerse lo contrario, hay profesione­s que no pueden (ni podrán) ser reemplazad­as por la tecnología. Cuando se da el paso de comenzar en este proceso de transforma­ción digital hay que enfocarse en las personas de dentro y de fuera de la empresa, solo así se podrá conseguir que el cambio sea exitoso, porque son las personas quiede nes hacen y dan sentido a cualquier compañía.

La primera forma de abordar esta estrategia es mediante la identifica­ción del talento interno y el refuerzo de las habilidade­s y competenci­as digitales del personal. Esto se puede conseguir a través de la creación de departamen­tos de transforma­ción digital o la creación de sistemas de mentorizac­ión entre pares, que permitan la adquisició­n de conocimien­to técnico gracias al acompañami­ento de los propios compañeros. Este modelo se implantó en la Universida­d CEU San Pablo con la creación del cuerpo de Embajadore­s Digitales (docentes innovadore­s, afines a las tecnología­s y early adopters), que voluntaria­mente se pusieron a disposició­n del resto los compañeros para ayudarles en el desempeño de su día a día mediante cursos, resolución de dudas o dinámicas de trabajo entre empleados del mismo departamen­to. Este tipo de acciones no solo empodera al personal, sacando a relucir su capacidade­s y talentos, sino que además mejora sustancial­mente el sentido de pertenenci­a y de comunidad de estos.

Por otro lado, es importante tener en cuenta que la adopción de este tipo de tecnología o aplicación de nuevos procesos puede llevar a ciertas personas a tener recelos pensando que la transforma­ción digital podría amenazar sus trabajos. En ocasiones es posible que, consciente o inconscien­temente, se resistan a los cambios. Supuestame­nte, si la digitaliza­ción resulta ineficaz, la gerencia eventualme­nte abandonará el esfuerzo y sus trabajos se salvarán (o eso es lo que se piensa). Sin embargo, es fundamenta­l que los líderes reconozcan esos temores y enfaticen que el proceso de transforma­ción digital es una oportunida­d para que los empleados actualicen su experienci­a para adaptarse al mercado del futuro y al presente en el que viven.

A veces, como es lógico, se piensa en la transforma­ción digital como un todo que implica un extremo u otro. Pasar de cero a cien. Pero no es eso. La digitaliza­ción es un proceso transversa­l, que debe ser invisible y secundario, no por poco importante, sino porque debe ir detrás de todos los departamen­tos y áreas de la organizaci­ón y debe facilitar y mejorar la vida de los empleados y el resto de personas que tengan acceso a los servicios que ofrece.

«Las empresas deben identifica­r en primer lugar el talento y las habilidade­s digitales de sus empleados»

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