La Razón (Madrid)

La Vicenta, bucaneros de barra en la línea de fuego de Ponzano

Por encima de todo está ese guiño simpático de Sergei y su gente cuando uno entra aquí

- Andrés Sánchez Magro,

LaLa calle Ponzano es un auténtico campo de minas de felicidad. A los clásicos El doble, Fide o Los arcos, han ido sucediendo un puñado de rincones tabernario­s de pelaje diverso y planteamie­ntos muy apegados al gusto actual. Ciertament­e el mandato de la calle llamada de moda en Madrid es esencialme­nte juvenil. Los fines de semana, como un ejército de zombies hedonistas, se agolpa una muchachada entre el ligue, el cubata de tardeo y el pincho urgente.

La Vicenta ha llegado en cambio para quedarse. Su creador, Sergio Sayabera, es de esos madrileños madrileños encastado con varios territorio­s, al que si le pinchas en vez de sangre le sale aroma de taberna. Como conoce todas las claves propias de su pasado como negociante de vino ha titulado esta palestra de buena vida, cantina ilustrada. Y de hecho aquí se respira la cultura que nos ha hecho grandes a los gatos, entre los bodegones de puntapié, los lugares para los sabilistas y la mejor representa­ción de la picaresca patria.

Sergei conoce los entresijos del oficio, se sabe rodear de unos bucaneros de la barra que tienen esa pintoresca manera muy propia de estos pagos de camelar al cliente y hacerlo necesariam­ente de toda la vida. El universo líquido ese evidenteme­nte un puntal de La Vicenta, pues su propietari­o conoce al dedillo las zonas del vino, los nuevos viñadores dejando lugar de privilegio para el champú. Como pontificó la gran Coco Chanel, y es una de las leyendas que visten esta taberna, «Solo bebo champán en dos ocasiones. Cuando estoy enamorada y cuando no lo estoy». La vida es siempre el entreacto entre el amor y el desamor y a esta ideología se abrazan en este templo perdulario. No resulta complicado encontrar pistas enopáticas solventes en la casa.

Como el titular de La Vicenta es un inconformi­sta y desde que levantara el cierre metálico en 2015 no ha dejado de crecer y buscar el punto de cocción idóneo. Ese que viste una cocina y concede una gastronomí­a de destino de aparente miniatura. Esta barra que nos abraza es el escenario para que Maiku se rompa la camisa. Fogonero dotado, viajado por grandes casas nacionales internacio­nales, aporta su personal punto de vista de cocina de tradición con un componente gamberro. Descaradam­ente, como todo lo que sale y se despacha en La Vicenta.

La version fría está compuesta por una excelente y agridulce titaina valenciana o pisto portuario con yema de huevo a la soja, una original ensaladill­a con encurtido y camarón frito de coronación, el steak tartar al que salazona la anchoa, o los sugerentes higos con sardina ahumada y queso del Cebreiro.

Con calor y bajo los cánones de la temporada, los boletus sobre parmentier, la apuesta de la casa con la sobrasada en la sepieta, el delicado bacalao con una muselina y tal vez la estrella, una rotunda y limpia parpatana de atún. Todo esto en barra, en mesa alta, en terraza pero sobre todo con un inconfundi­ble toque tabernario. Cocina de contrastes, que maneja las temperatur­as, los simpáticos fondos en los que nace y que es el perfecto acompañant­e para hacer surco en la barra. Es importante lo que se bebe y come en esta sacristía tabernera, pero por encima de todo está ese guiño simpático de Sergei y su gente cuando uno cruza el umbral de alegría de este lugar de Ponzano.

El Gobierno español no pudo ayer disimular su decepción por estas medidas. Según Teresa Ribera, vicepresid­enta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica, las propuestas de la Comisión Europea «no dejan de ser manifiesta­mente incongruen­tes» ya que «no abordan la excepciona­lidad de la situación en la que estamos, con medidas excepciona­les a la altura del desafío».

La vicepresid­enta alertó ayer de que las tensiones en el mercado del gas «puede mantenerse todavía algún tiempo y sería una pena que Europa no esté a la altura de las circunstan­cias, intentando corregir, cortar, esa hemorragia que se produciría en toda la economía europea si no se reacciona».

Bruselas también reconoce en la propuesta presentada ayer que el encarecimi­ento de la factura que están sufriendo los hogares tiene que ver con el comercio de emisiones y el alza del precio del carbono, la herramient­a utilizada por el Ejecutivo comunitari­o para reducir la dependenci­a de los combustibl­es fósiles ya que obliga a pagar a las empresas contaminan­tes. A pesar de esto, la Comisión asegura que el impacto de esta alza ha sido nueve veces menor que la ocasionada por el incremento del gas y recuerda que el dinero generado por este comercio de emisiones puede ser utilizado para ayudas a los colectivos más vulnerable­s.

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CRISTINA BEJARANO Los responsabl­es de La Vicenta han dejado claro que han llegado para quedarse
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La Vicenta Ponzano, 52
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JESÚS G. FERIA

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