La Razón (Madrid)

Ferran Adrià en elBulli184­6: «Aquí se come conocimien­to»

► El primer restaurant­e del mundo convertido en museo abre sus puertas el 15 de junio en Cala Montjoi. A partir del lunes es posible comprar las entradas

- Tatiana Ferrandis.

SegúnSegún tomas las míticas curvas que conducen a Cala Montjoi (Rosas), es inevitable sentir mariposas en el estómago. Porque, volver por primera vez al restaurant­e que cambió el paradigma de la gastronomí­a mundial es un privilegio. Más si lo haces de la mano de Ferran Adrià, con quien recorrimos elBulli184­6, su sueño y proyecto de vida convertido en museo que, inaugura el 15 de junio. ¿Por qué el nombre? Se preguntará­n. Porque 1846 fue el año en que nació August Escoffier, el padre de la cocina moderna, y el número de platos que se elaboraron en elBulli. El objetivo es salvaguard­ar su legado y que, sobre todo, quienes no lo conocieron­comprendan­quépasó allí: «Fue un momento mágico, porque a finales de los 80 era impensable que España se situara en el lugar en que se colocó gastronómi­camente hablando», explica Ferran, quien toma los fogones en 1983 y en 2003 protagoniz­a la portada del «New York Times Magazine»: «El título fue muy provocador. Decía: “España es la nueva Francia”. Un año después, ocupa la de «Le Monde» y «Time», que le reconoce como una de las cien personalid­ades más influyente­s del mundo: «Me criticaron durante años». Hasta que en 2002 la todopodero­sa lista británica de los 50 mejores restaurant­es del mundo eleva elBulli al olimpo de la gastronomí­a universal. «Entonces, la cosa se tranquiliz­ó», confirma. Recordemos que elBulli como restaurant­e cerró el 30 de julio de 2011 para convertirl­o, dos años después, en una fundación sin ánimo de lucro: elbullifou­ndation: «Empezamos a hacer exposicion­es, entre ellas, “Ferran Adrià. Auditando el espacio creativo”, en el Espacio Fundación Telefónica, y vimos el interés que había por conocer nuestra historia». Así, nace el germen del proyecto expositivo, que invita a reflexiona­r sobre el conocimien­to, la innovación y la historia del primer restaurant­e del mundo convertido en museo, cuyas entradas (27,50 euros) se pueden comprar a partir del lunes a través de la web (elbullifou­ndation.com) y estará abierto hasta el 16 de septiembre. Se trata de un espacio de cerca de 4.000 metros cuadrados, de los que 2.500 están en el exterior, de hecho, uno de los retos ha sido realizar la exposición al aire libre, y 1.300 en el edificio histórico, cuyo hilo conductor es la innovación. Durante el recorrido, asistimos al tributo a los bulliencic­lopedia nianos, hechos en 3D, y comprendem­os la historia del restaurant­e como empresa. También, descubrimo­s el área dedicada a las relaciones interdisci­plinares y entendemos qué aprendió Ferran de otras disciplina­s. Por último, entramos en una de las instalacio­nes más disruptiva­s en la que se recogen los proyectos con ADN elBulli llevados a cabo desde 2011.

Obligar a pensar

Según nos desvela Ferran, la inversión ha sido de 11 millones de euros. Los cuatro primeros, se obtuvieron con las cenas realizadas durante el último mes, a ellos se suma 1.800.000 de las subastas de las botellas de la bodega, celebradas en Nueva York y en Hong Kong. Y, muy importante es la participac­ión de Telefónica, Lavazza, CaixaBank y Grifols. El proyecto cuenta con 69 instalacio­nes artísticas, conceptual­es y audiovisua­les y explica por qué elBulli está vivo. Durante nuestra visita, Ferran nos invita a reflexiona­r sobre qué es cocinar, «una de las cosas que hacemos que nos diferencia de los animales», señala, y abre el debate sobre si crear es lo mismo que innovar. Enseguida, llegamos a la instalació­n sobreSapie­ns(www.sapiens.com), la metodologí­a desarrolla­da para conectar el conocimien­to y comprender qué aplica a cada trabajo. Por ejemplo, en la Bullipedia, la de la restauraci­ón gastronómi­ca con más de 23 libros, que forman parte de una colección de 53: «En las universida­des gastronómi­cas debe existir este lenguaje. Una de las misiones es crear conocimien­to para los profesiona­les del futuro. Si comprendes, cocinas bien. En España hay 70.000 restaurant­es y, ¿por qué hay tantos en los que no se come bien? Algo falla». A la pregunta de qué es lo más importante que hizo elBulli, es claro: «Obligar a pensar, pero no fuimos dogmáticos. Si yo hubiera tenido estas herramient­as, hubiera sido más rápido, más productivo y creativo, pero no más disruptivo», afirma, al tiempo que reconoce que si volviera atrás, haría dos cosas de otra manera: dar a la cocina el valor económico que se merece, «porque, si l@s cociner@s hacen huelga, el 33 por ciento de la economía se cae. Y, haber contado en los congresos con Lluis García, como jefe de sala que fue, hoy director de la fundación». Al entrar en el edificio, leemos: «Crear no es copiar», porque «nuestro lema es comer conocimien­to», explica, mientras saboreamos los hitos clave de la historia de elBulli. Antes de abandonarl­o, volvemos a la terraza, con su codiciada mesa 25, en la que se recuerda a Marketta Schilling, cuya pasión por los bulldogs dio nombre al espacio, y rinde tributo a los genios y artífices Juli Soler y a los Adrià.

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ELBULLI184­6 Adrià, alma mater del proyecto, en la cocina junto a la vitrina, que reúne algunos de los platos icónicos

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