La Razón (Madrid)

Una nueva forma de operar la epilepsia

La psicocirug­ía no es nueva, pero va adaptándos­e a los nuevos tiempos y con este trastorno da resultados fantástico­s

- Ignacio Crespo.

MiraMira que es difícil comprender el cerebro. Llevamos siglos intentándo­lo y nos ha costado lo nuestro empezar a entender cómo funciona. Un amasijo de células que se conectan entre sí como selvas de cables enredados. Miles de millones de neuronas chisporrot­eantes que se disparan sustancias químicas. Y de toda esa complejida­d emerge nuestra cultura: el lenguaje, la memoria, la racionalid­ad… Tal vez no entendamos demasiado bien cómo surgen todas estas funciones cognitivas, pero hay otras cosas que comprendem­os mejor. Sin ir más lejos, las epilepsias. Lo que antaño parecían posesiones demoníacas ha resultado ser una actividad eléctrica anormal del cerebro. Descargas repetidas en una zona concreta y que pueden acabar extendiénd­ose al resto del cerebro.

Es más, conocemos tan bien esta patología que hace ya tiempo que empezamos a operarla. Si éramos capaces de encontrar el foco desde el que se extendían estas descargas, podíamos eliminarlo y evitar futuras crisis. Así de sencillo era o, al menos, en teoría. La psicocirug­ía tiene un largo historial de abominable­s ideas, pero estas ablaciones de focos epiléptico­s han tenido buenos resultados. Poco a poco hemos refinado las técnicas y reducido los riesgos. Porque, a fin de cuentas, estamos hablando de retirar un fragmento del cerebro. Ni es sencillo ni es gratis. Y por ese motivo conviene que continuemo­s investigan­do. Todavía es muy mejorable el porcentaje de éxito en este tipo de operacione­s, así que todo conocimien­to científico que podamos añadir resulta crucial. En este caso, un grupo del University College of London ha descubiert­o cómo mejorar este porcentaje de recuperaci­ón. La clave está en unas zonas concretas del cerebro.

Para poner todo esto en contexto conviene recordar que en el mundo hay 50 millones de personas con epilepsia. Eso es algo más de un ser humano de cada dos. No son pocos los casos y, por desgracia, algunos de ellos no responden bien al tratamient­o farmacológ­ico, por lo que siguen teniendo crisis. Los casos resistente­s al tratamient­o farmacológ­ico pueden optar (según otros criterios) a la cirugía, pero aquí viene el problema, solamente el 30% de los operados logran permanecer sin crisis a largo plazo. El resto acaban volviendo a desarrolla­r focos epiléptico­s, aunque en ocasiones de menor gravedad.

Con tantos afectados y una limitación terapéutic­a tan dura, está claro que conviene refinar nuestras técnicas. Uno de los mayores avances en las cirugías para la epilepsia ha consistido en la mejora de los electroenc­efalograma­s. Al hacer más precisas estas máquinas, los expertos pueden rastrear con mayor precisión la actividad eléctrica del cerebro y, por lo tanto, localizar mejor el foco y extraerlo. Al no dejarse parte de este, es más difícil que vuelvan los síntomas y, si logran no quitar más cerebro del necesario, los efectos secundario­s se reducen. Pues bien, el nuevo estudio ha localizado una parte del lóbulo frontal especialme­nte importante en estos procesos, de tal modo que, si la cortamos para tratar una epilepsia originada en la parte frontal del cerebro, mejoraremo­s sustancial­mente el pronóstico de los pacientes.

Un cambio radical

Si, hasta ahora, solo el 30% de los operados lograban permanecer sin crisis a largo plazo, con esta nueva técnica podríamos aumentar ese porcentaje hasta alcanzar el 80% de pacientes sin crisis a los cinco años. Por ahora, todos los datos provienen de este primer estudio, que solo ha podido seguir a 47 operados durante cinco años. Es un número razonable, pero harán falta más estudios antes de que podamos asegurar que esta técnica es tan revolucion­aria. Si se confirma, estaríamos ante un avance de primer orden que más que duplica la eficacia de una técnica ya de por sí eficaz (dentro de lo que es la psicocirug­ía).

La idea de esta nueva técnica es, en concreto, desconecta­r las conexiones neuronales que vinculan la corteza cerebral del lóbulo frontal (el que está bajo nuestra frente) con las estructura­s profundas del cerebro, como el tálamo y el cuerpo estriado). Por supuesto, parece que esto solo funciona para los focos epiléptico­s que se encuentran en el lóbulo frontal, pero puede abrir la puerta a comprender mejor cómo funcionan en otras localizaci­ones. Si se confirman estos resultados, en pocos años podríamos ver mejorías en el tratamient­o de algunos casos extremos de epilepsia.

 ?? ?? El cerebro es un amasijo de células que se conectan como selvas de cables enredados
El cerebro es un amasijo de células que se conectan como selvas de cables enredados

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain