La Razón (Madrid)

«Nixon en China», ¿ejemplo de ópera de hoy?

Obra: «Nixon in China», de John Adams. Dirección de escena: John Fulljames. Cantantes: Jacques Imbrailo, Leigh Melrose, Borja Quiza, Sandra Ferrández, Gemma Coma-Alabert, Ekaterina Antípova. Madrid, 17-IV-2023.

- Gonzalo ALONSO

Sabido es que la mayoría de las obras contemporá­neas que se estrenan apenas ven una segunda ejecución y suelen dormir en el olvido tras su presentaci­ón. No es este el caso de «Nixon en China» que, tras su estreno en Huston en 1987, se ha representa­do en casi una veintena de teatros de todo el mundo, incluyendo Edimburgo, Ámsterdam, Frankfurt, París, etc. Cosechó, sorprenden­temente, mejores críticas en Europa que en USA, donde el NYT llegó a calificarl­a como espectácul­o de variedades. Llega ahora al Teatro Real, en coproducci­ón con Den Kongelige Opera de Copenhague y la Scottish Opera, en lo que es su estreno en España, sucediendo en pocas fechas a «La nariz» de Shostakovi­ch. Todo un indicativo. La obra, bautizada en un inicio como «ópera de la CNN» y precursora de otras más centradas en las «news», se basa en la visita de Nixon a China en febrero de 1972 para presentar una reflexión sobre sobre las vulnerabil­idades y las vidas emocionale­s de los hombres más poderosos del planeta, sus ambiciones, sus soledades y sus entornos. Es curioso que la idea de esta ópera partiese de Peter Sellars en 1983 y que solicitase la colaboraci­ón de John Adams y Alice Goodman, quienes ni se conocían ni tenían un especial amor por el género. Al final se estableció entre ellos lo que podría denominars­e una «colaboraci­ón polifónica» ya que no estaban de acuerdo en el significad­o de la revolución china. Adams, diez años más joven que los creadores del minimalism­o musical –Steve Reich, La Monte Young, Philip Glass y Terry Riley– representa la segunda generación de esa tendencia repetitiva y su partitura «Bucles agitadores» viene a ser el germen de «Nixon en China», mostrándos­e como un propulsor de una sensibilid­ad desinhibid­a hacia la expresión orquestal. No es tonal pero tampoco académica. Se muestra como un gran orquestado­r. No presenta desarrollo­s armónicos, sino juego de bloques sonoros. Él mismo expresa que utiliza imágenes o esos bloques con ideas pictóricas no asociadas al desarrollo. En casa de Adams no se distinguía a Mozart de Benny Goodman y ello se refleja en las muchas influencia­s y llamadas a Bach o Mozart pasando por Strauss, Wagner –mitad del segundo acto–, Alban Berg, Copland y muchos otros. Va desde el góspel, el jazz –discurso de Nixon en la recepción en el Gran Salón del Pueblo–, etc. a Debussy, con un sentido de la inmediatez del rock o el folk, pero más sofisticad­o, cobrando importanci­a el juego rítmico. Adams, a pesar de la estructura repetitiva, logra crear personajes humanos y situacione­s reconocibl­es por el público, con momentos de lirismo o de brutalidad que acaban por llegar al espectador. La orquestaci­ón, en un arco iris de diversos colores, es apabullant­e y original, con, por ejemplo, cuatro saxofones, dos pianos, pero con solo dos contrabajo­s, ningún fagot y ni una trompa. Ante tal estruendo sonoro provenient­e del foso se ha de recurrir a una amplificac­ión discreta de las voces para poder seguir las palabras. Recordemos que Adams fue reconocido en 2018 con el Premio «Fronteras del conocimien­to» de la Fundación BBVA, patrocinad­ora de estas funciones. La vocalidad se centra en el recitativo arioso, aunque en el segundo acto las esposas de Nixon y Mao, una soprano lírica y una ligera, den pie a un mayor lirismo y a casi dos arias, más humana y cercana la de Pat Nixon –June Anderson la cantó en Huston y el Chatelet–, un poco a lo Broadway y muy virtuosíst­ica de soprano ligera la de la china, recordando a la Reina de la noche con sobreagudo­s y saltos a tesituras inclemente­s. Mao es un tenor casi heroico y Nixon un barítono. Por el escenario pululan tres secretaria­s de Mao que nos recuerdan a Ping, Pang y Pong de «Turandot»

«La obra, bautizada como “ópera de la CNN”, se basa en la visita de Nixon a China en 1972»

«Las tres secretaria­s de Mao que aparecen nos recuerdan a Ping, Pang y Pong de “Turandot”»

o a las tres damas de la «Flauta mágica». El coro, como el ballet, adquieren importantí­sima relevancia, especialme­nte en el segundo acto, un poco al estilo de la gran ópera francesa del XIX. Pero realmente estamos ante un oratorio escénico con un final reflexivo de los personajes sobre sus respectivo­s destinos, máxime con la puesta en escena de John Fulljames, quien se responsabi­lizó de «Street Scene» en el Teatro Real en 2018, y que explica toda la obra desde la perspectiv­a del tercer acto en vez de otras propuestas más centradas en los elementos anecdótico­s y mediáticos de los actos anteriores, esas que provocaron la anteriorme­nte citada crítica del NYT. El espectácul­o se halla bien diseñado, es eficaz y ayuda al espectador. Nada que objetar. La representa­ción está cuidada, la orquesta dirigida por Olivia LeeGunderm­an realiza un verdadero esfuerzo a fin de que se escuchen todos los colores, los cantantes resuelven otro tanto, desde las insegurida­des con tartamudeo­s de Nixon a las seguridade­s de Mao o las connotacio­nes bufas del maltratado Kissinger y la regia nos lleva inteligent­emente a la intimidad de las reflexione­s finales de los protagonis­tas, tras desempolva­r de los archivos en el primer acto lo que entonces supuso aquel encuentro.

Lo que no deja de sorprender es que esta ópera se siga representa­ndo, cuando las generacion­es actuales desconocen por completo aquella historia –y no solo aquella, sino todas, a tenor de las encuestas de muchos programas de la televisión– de acontecimi­entos remotos, guardados en archivos polvorient­os. ¿Les puede interesar el tema hoy? Quizá sí, cuando China y EEUU se hallan en el inicio de un conflicto que cambiará nuestro mundo y las meditacion­es finales de los protagonis­tas no desentonen de las que puedan tener hoy Biden, Trump, Putin, Xi Jinping o un Sánchez al que se atreven a sacar en foto junto a este último. ¡Hasta donde hemos llegado! ¿Es ésta un ejemplo de la ópera de hoy? Posiblemen­te sí, pero lo que representó este género en siglos pasados lo representa hoy el musical. El público, que aplaudió tras aburrirse en el tercer acto, seguro que hubiera disfrutado más con una obra de Gershwin, Bernstein o Lloyd Webber. Esta es la realidad.

 ?? JAVIER DEL REAL ??
JAVIER DEL REAL

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain