La Razón (Madrid)

El asesino del sacristán tenía dos condenas de cárcel en Marruecos

► Desde su primera localizaci­ón en 2018 en la «operación Paso del Estrecho», su rastro se perdió durante cuatro años

- Ricardo Coarasa.

El asesino confeso del sacristán de la iglesia de Nuestra Señora de la Palma de Algeciras el pasado 25 de enero, Yassine Kanjaa, había sido condenado en dos ocasiones a penas de prisión en Marruecos en agosto de 2019 y julio de 2021. Así consta en el atestado policial del pasado 29 de enero incorporad­o al sumario de la investigac­ión judicial, al que ha tenido acceso LA RAZÓN. Ese informe revela que el primer rastro del supuesto yihadista se remonta al verano del año 2018, cuando «es controlado» en la «operación Paso del Estrecho» en los habituales controles «de todos los pasos fronterizo­s de la época estival».

Desde ese momento, «no hay más rastro» de Yassine Kanjaa durante cuatro años, hasta que el 16 de junio de 2022 «era detectado» en Algeciras «totalmente indocument­ado» sin que estuviera en trámite de regulariza­r su situación irregular. Dado que carecía de domicilio alguno y de arraigo familiar en nuestro país, se le incoó un expediente de expulsión que en el momento de su detención estaba en trámite de ejecución.

Según las estimacion­es de la Policía plasmadas en ese atestado, llevaba «al menos un año y dos meses en España», adonde había llegado tras cumplir una pena de prisión en la cárcel de Tánger (Marruecos). Pero hasta ese momento la Policía no le relacionab­a en absoluto con «el ámbito islamista yihadista».

Desde ese primer registro en 2018 y su posterior localizaci­ón en Algeciras indocument­ado en junio de 2022, Yassin Kanjaa acumuló dos condenas –pese a que, tal y como informó este periódico, Interior aseguró apenas 24

Llevaba una vida «tranquila»: en 14 meses no fue detectado en ningún «control rutinario»

horas después del ataque que no tenía antecedent­es penales ni en España ni en otros países aliados–. La primera, en agosto del año 2019, cuando fue condenado a seis meses de cárcel y al pago de una multa de 50.000 dirhams (4.500 euros) por asociación de malhechore­s e inmigració­n clandestin­a tras ser expulsado a Marruecos desde Gibraltar el 8 de agosto de ese año por tentativa de inmigració­n clandestin­a al intentar llegar al Peñón «a bordo de una moto de agua». El presunto yihadista fue entregado a Marruecos en el aeropuerto Ibn Battuta de Tánger.

Casi dos años después, el 22 de julio de 2021, fue de nuevo condenado, esta vez a un mes de prisión y al pago de 1.200 dirhams de multa (108 euros aproximada­mente) por «consumo de drogas, contraband­o y por no llevar documentac­ión de conducir», pena que cumpliría en la prisión marroquí de Tánger.

Tras extinguir su condena, la Policía cree que Yassin Kanjaa llegó a nuestro país (así lo confirma la declaració­n de uno de sus compañeros de piso en una vivienda de la calle Ruiz Tagle de Algeciras) en octubre o noviembre de 2021, por lo que en el momento del ataque llevaba en España «al menos un año y dos meses».

El propio investigad­o –que ahora se encuentra en un centro psiquiátri­co penitencia­rio de Sevilla a la espera de que se complete su reconocimi­ento psiquiátri­co para determinar si es o no responsabl­e penalmente– explicó a la Policía, tal y como ha adelantado este periódico, que había llegado a nuestro país en patera un año antes aproximada­mente, por lo que «no hay registro alguno de su entrada en territorio español».

Durante su estancia en España, constata la Policía en ese atestado, «no hay rastro alguno de ningún altercado en el que se haya visto involucrad­o» ni de ningún ingreso médico. Llevaba, se apunta en el informe, «una vida tranquila y discreta». Y a eso achacan precisamen­te los agentes el hecho de que, «a pesar de su estancia ilegal en nuestro país, no había sido detectado en ningún control rutinario policial» hasta ese 16 de junio del pasado año.

De hecho, dos de sus compañeros de piso aseguraron a la Policía que Yassine Kanjaa mantenía «un comportami­ento normal en la convivenci­a» hasta un mes o mes y medio antes del ataque de Algeciras, «juntándose con amigos en su domicilio para escuchar música, beber alcohol y fumar hachís».

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EP Concentrac­ión en Algeciras en el lugar en el que fue asesinado el sacristán de la iglesia de Nuestra Señora de la Palma

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