El Mercado de San Miguel nos pone a prueba
La noticia del pasado jueves, sobre las 21:00 horas, del desalojo y cierre por sorpresa del Mercado de San Miguel, era de todo menos tranquilizadora. Quizá no había motivos objetivos para que así fuera, pero los hechos luctuosos que la ciudad ha lamentado a lo largo de esta última semana han puesto nuestra sensibilidad a prueba. Viviendo lo que hemos vivido, resulta difícil no ponerse en lo peor.
Sin embargo, los peores sucesos llegan siempre sin avisar. Afortunadamente, podemos decirlo ya: lo acaecido en el centenario y muy turístico mercado no ha pasado de la mera anécdota, habida cuenta de que el recinto volvió a abrir en la tarde de ayer con total normalidad.
Los técnicos del Ayuntamiento procedieron al cierre del mercado después de detectar una serie de daños estructurales durante unas obras de rehabilitación. Además, la obra ya había sido paralizada previamente por no contar con todos los permisos en regla. La situación obligó a actuar al Área de Desarrollo Urbano, presidida por Mariano Fuentes. Solo cuando los servicios municipales –Bomberos y Policía Municipal, principalmente– inspeccionaron los trabajos, ha sido cuando el precinto ya se ha retirado. Por su parte, la dirección del mercado pidió en un comunicado disculpas «por las molestias que se hayan podido generar» y agradecieron «todas las muestras de apoyo recibidas en las últimas horas». Así, a las 19:00 horas, la vida ha vuelto al Mercado de San Miguel.
Mucha vida, teniendo en cuenta que estamos ante uno de los «templos» turísticos de la capital, con unas diez millones de visitas anuales. Raro ha sido el foráneo o autóctono que, en algún momento, no se ha dado el capricho de degustar unas ostras con champán, por aquello de «ejercer de rico» aunque sea por espacio de una hora. Y, por el momento, parece que así va a seguir ocurriendo durante mucho tiempo. Ojalá poder decir siempre eso de «falsa alarma». La mejor de todas, sin duda.