2023 CL3, el asteroide con el que le van a atemorizar
Este miércoles pasará por nuestro vecindario y, a pesar de lo que pueda leer, no hay peligro de que colisione con nosotros
« QueQue viene el lobo», dicen los medios. Solo que el lobo es una apocalíptica roca espacial que no soplará las casas de los cerditos pero puede desencadenar tsunamis capaces de arrasar ciudades enteras. Y quién podría resistirse ante una narrativa tan estremecedora y palomitera. El problema es que, de todos los asteroides que se han abierto paso hasta los titulares, ninguno ha colisionado con la Tierra. El lobo existe, por supuesto, y su peligro es real, pero gritar cada cierto tiempo que está a punto de llegar nos inmuniza contra las advertencias.
El último de ellos se llama 2023 CL3 y, una vez más, los medios han decidido anunciar su paso por nuestro vecindario galáctico con titulares como: «Alerta mundial por la proximidad de un asteroide con la Tierra», «Asteroide 2023 DZ2 rozará la Tierra y es potencialmente peligroso» o «¡ALERTA! Asteroide del tamaño de la ‘‘Torre Eiffel’’ podría impactar la Tierra la próxima semana». ¿Por dónde empezar? Quizás por calmar los ánimos diciendo que, de nuevo: no existe el menor peligro. Nuestro planeta y nuestros planes del miércoles 24 están a salvo. Y, ahora sí, veamos cuántas inexactitudes hay en estos tres titulares.
Por supuesto, no existe ninguna alerta mundial. De hecho, la información es bastante irrelevante, ni hay peligro ni se ha anunciado a bombo y platillo para que todos nos pongamos nuestros trajes antiasteroides. En cuanto a eso de que «rozará la Tierra», la RAE define «rozar» como: Pasar tocando y oprimiendo ligeramente la superficie de otra o acercándose mucho a ella. 2023 CL3 pasará a algo más de 7 millones de kilómetros de la superficie terrestre. Desde luego, eso ni toca ni oprime nuestra superficie y en 7.231.561 kilómetros caben 567 planetas como el nuestro y medio más.
Podemos definir esa distancia de muchas formas, pero tal vez «cercana» no sea una de ellas. Por otro lado, la NASA no ha dicho que sea potencialmente peligroso, es solo un CNEO, un objeto cercano a la Tierra. En cuanto a su tamaño, se estima que mide entre 87 y 200 metros de diámetro mientras que la Torre Eiffel mide 300. Si a todo esto lesumamosqueunodelostitulares ni siquiera ha escrito bien el nombre del asteroide, tendremos una perspectiva bastante completa sobre el problema comunicativo al que nos enfrentamos.
2023 CL3 pasará este miércoles 24 a más de 7 millones de kilómetros de nosotros, viajando a una velocidad de 7,33 metros por segundo,quevienenaserunos26.388 kilómetros por hora. ¿Es posible que choque, como dicen algunos titulares? Posible es en tanto que podría ocurrir algo tremendamente atípico que desviara al asteroide de su órbita, pero también es posible que nuestro café con leche fluya en la taza de tal modo que, por casualidad, todas las moléculas de leche acaben en un lado de la taza y las de café en el otro. Nadie haría un titular diciendo «es posible que tu café con leche de este miércoles se ‘‘deshaga’’ solo». Hemos desarrollado cierta tolerancia a los titulares tremendistas y, con esa tolerancia, ha llegado cierta incredulidad al verdadero peligro.
Pero el lobo existe
Porque sí existe un riesgo, solo que todavía no tiene nombre. Será un asteroide desconocido o, tal vez, uno que ya hemos detectado, pero al que le quedan muchas órbitas para colisionar. Diariamente caen hielo, polvo y meteoritos sobre la Tierra y, en el pasado, algunos asteroides grandes han llegado a impactar con nosotros. Es cuestión de tiempo que vuelva a pasar y, ahora mismo, estamos bastante indefensos. El año pasado se habló mucho de la misión DART en la cual, por primera vez, conseguimos cambiar la trayectoria de un asteroide «empujándolo» con una sonda. El desvío fue minúsculo, pero prometedor. No obstante, todavía nos falta muchísimo desarrollo tecnológico para tener una verdadera red de protección planetaria, un «escudo» que nos proteja del lobo cuando sí llegue, porque llegará.
Y, por supuesto, junto con ese desarrollo tecnológico convendría que hubiera un desarrollo legal. Algo que permitiera articular la intervención de varios países para que trabajemos en conjunto por la seguridad del planeta y, por lo tanto, la de todos. Pero con cada titular tremendista nos aletargamos un poco más. Interpretamos que «la NASA es una exagerada» o que «se han vuelto a equivocar» cuando, en realidad, la alerta era solo una exageración de los medios.