La Razón (Madrid)

Gran tarde de Valadez y escalofrío de De Torres en tarde de milagros

El mexicano corta un trofeo en una tarde de muchas cogidas en San Isidro

- Patricia Navarro.

HayHay cosas en la vida que son cuestión de fe. Tienes que creer y que el resto ocurra. El toreo es una de ellas, y más cuando estás en Madrid. Adrián de Torres pisaba Las Ventas sin estar previsto, fuera del guion inicial de San Isidro, para sustituir a El Fandi, que tuvo que pasar por quirófano. Lo pagó pronto, porque Adrián hacía un quite por chicuelina­s cuando sin previo aviso lo cogió con una violencia tremenda. Se lo echó a los lomos y se lo pasó de un pitón a otro hasta expulsarlo. Muy bestia el momento. De Torres se levantó como si nada. El cuerpo lo debía de tener descompues­to. Juan Leal quitó después, buscando el otro pitón y por arriba. Serio y listo. Curro Javier estuvo perfecto en la lidia. De verdad, porque no es lo mismo romper el toro hacia adelante que quitarte y mover al animal sobre los pies. En los pequeños/ grandes detalles nos va la vida. De Torres se puso después con la muleta como si el toro fuera bueno. Por estatuario­s primero y derechazos después. Al segundo o tercero la colada fue criminal. El miedo se vivía arriba, porque aAdriánn ole tembló el pulso. Al natural le pudo componer los mejores pasajes, aunque entrega no tuvo el toro jamás. Muy por encima el torero ante un toro que ganó en peligrosid­ad por segundosy ya al final lo cogió de forma espeluznan­te. Lo reventó en una voltereta y de otra lo puso de pie. Ni se miró. De Torres es de los que asustan al miedo. De valor va sobrado. Tanto como que acongojó a la plaza entera. Matar al toro, por ese pitón diestro, era un trago amargo. La estocada fue espectacul­ar. Lo que hizo había sido heroico, a pesar de que no le dieron la oreja. (Otra muchas se han dado, por menos).

Pasó a la enfermería, pero volvió para matar el cuarto, con el que anduvo brillante de nuevo Curro Ja vi er. Hizo lo que pudo pero no se lo puso fácil el deslucido astado.

Marc Leal sedesmont eró, tras dos espectacul­ares pares, con un toro que tenía mucho brío. Nada le duró cuando Juan Leal se puso de verdad. El toro entonces se afligió y solo le quedó la mala gana y condición. Casi tenía los seis años este segundo y se le notaban. Replicó el quite de Valadez en el quinto y comenzó de rodillas en el centro del ruedo. Fueron buenas las intencione­s, pero apretaba mucho el fuenteymbr­o y acabó desdibujan­do todo. El pitón potable del toro, con su bronquedad, era el izquierdo, pero la faena de Juan Leal apostó por cambiar de una mano a otra y por la distancia corta y los circulares y el resto del toreo se le ensució. El valor es indiscutib­le, pero no iba acorde con las condicione­s del toro. Entró a matar tan derecho, que la cogida fue brutal. Un milagro que se salvara.

De donde veníamos el tercero nos pareció una bendición, se empleaba por abajo. Imprimió variedad con la capa Leo V ala dezy estuvo muy centrado con la muleta, firme y contundent­e. Las mano le tinas de rodillas del epílogo no solo fueron valientes sino que le salieron perfectas. Se tiró detrás de la espada y de hecho fue cogido en el encuentro. La oreja era rotunda. El quite que hizo al sexto por zapopinas fue impresiona­nte. No era toro para eso, poco claro y que iba como un tren. No se lo pensó y la recompensa fue que Madrid se incendió con él. El toro se había estrellado con las tablas en banderilla­s y se vino abajo. Valadez le ordenó las embestidas, pero lo cierto es que el fuente ymb ro había renunciado ala pelea. Habíamos quemado los cartuchos de milagros.

 ?? EFE ?? Expuestas manoletina­s de rodillas al tercero de la tarde, ayer en la Monumental de Las Ventas
EFE Expuestas manoletina­s de rodillas al tercero de la tarde, ayer en la Monumental de Las Ventas

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