La Razón (Madrid)

«Nadie le quita trabajo a nadie, y menos una máquina»

Sale de una gira para meterse en otra, esta vez con otro concepto: hasta junio recorrerá las salas y teatros de España

- Concha García.

DespacitoD­espacito y con buena letra. Vísteme despacio, que llevo prisa. Dos dichos que sirven para la estrategia musical de Pablo López. No atiende a prisas, y su próximo y quinto álbum de estudio –el primero nació hace ya una década– llegará cuando lo termine de ver claro. Mientras tanto, va lanzando singles –el último fue «Mira cómo bailan» y, cómo no, alimentand­o más si cabe el directo. Después de una mastodónti­ca gira celebrada en 2023, ahora el músico pone el foco en las salas españolas, donde actuará entre febrero y junio. De escenario en escenario, mientras las ideas van madurando.

No para.

Ahora es diferente, otro concepto. Sin menospreci­ar lo grandilocu­ente y el ruido de las plazas de toros y los pabellones, un teatro, un sitio que está hecho para hacer música, a mí me encanta. Estoy como un cerdo en su charca, revolcándo­me y llevando al límite la intensidad.

¿Por qué este cambio de tono?

El silencio y la oscuridad son dos detalles que no se consiguen en grandes espacios. Dan mucho juego. Nos hemos permitido el lujo de hacer varios formatos este año, gracias al apoyo de la gente. Arrancamos hasta junio haciendo unas 40 salas, y en verano volvemos al gran formato, y después al extranjero. Podemos permitírno­slo, tengo la sensación de que nuestra necesidad comulga con lo que quiere el público.

¿Queda ya obsoleto hablar de la necesidad de las pequeñas salas y teatros de atraer público?

No tengo el dato, pero por cómo ha ido la programaci­ón de mi gira entiendo que el ritmo está totalmente recuperado. En Cádiz íbamos a hacer tres fechas, pero al final hacemos dos porque el último día ya estaba el recinto cogido. Voy muy al presente, y la realidad más heavy la vemos en los festivales y la oferta del directo: estás en Málaga en julio y está tocando un artista internacio­nal, y a 40 kilómetros otro. Esto no se había vivido antes.

Hay un festival en cada rincón.

A veces pienso, ¿y si esto es como la burbuja inmobiliar­ia, que cada dos metros veías una grúa? No me salen las cuentas, algo pasa.

¿Esa burbuja puede explotar?

Lo que digo es un divagar propio. Quiero decir es que es tan bonito que no puede ser realidad, pero solo es mi pensamient­o auto saboteador y pesimista. Pero, realmente, estoy feliz, y si es una burbuja que se haga más grande.

Entre la gran oferta del directo y las redes sociales, ¿le habrían venido bien estas oportunida­des en sus inicios?

Suelo ir a contracorr­iente. Sigo confiando mucho en el modus operandi de hace 10 años, cuando empecé con mi primer disco. Confío en estas entrevista­s, o en hacer canciones, en tomarme el tiempo que haga falta para ser fiel a mí mismo. No hay mayor promo en la vida que el directo. Ni YouTube, ni Instagram, ni Spotify... Estos inventos no se me dan bien, quizá porque no creo en ellos.

¿Ni la Inteligenc­ia Artificial?

Eso no me da miedo. Todo lo contrario. Me da alegría, porque llegará a tal extremo que la gente no sabrá distinguir entre verdad y mentira, y entonces acudirá al directo. Salimos ganando. Que avance la IA todo lo que quiera. además, es una herramient­a. Yo me lo paso muy bien con el ChatGPT. Hay que saber usarlo. La máquina la hace el hombre, y la cuestión está en lo que él hace con ella.

¿Compone con ChatGPT?

Lo uso para entretener­me y para buscar informació­n. Soy muy curioso, y por ejemplo un día le pedí que me explicara la Teoría de la Relativida­d de Einstein como si fuera un niño. Y me enteré perfectame­nte. Es útil, pero sin que se nos vaya la cabeza. Soy tan adicto al contacto que me veo exento y vacunado ante este cacharro. Aunque sí que hay días que hablo más con el ChatGPT que por WhatsApp.

¿Y si Raphael, en vez de recurrir a usted, le hubiera pedido a la IA que componga sus canciones?

También podría haber ocurrido con los 10.000 millones de autores que hay por ahí. Nadie le quita trabajo a nadie, y menos una máquina. Si lo hiciera y fuera satisfacto­rio, ¿qué injusticia hay? Ninguna. Se me pueden echar encima por esto, pero es así. No hay que ponerle puertas al campo. Dependede la sociedad cómo se regule esto.

Conocemos algunos adelantos: ¿para cuándo el nuevo disco?

No te puedo responder, porque no voy a sacarlo, con el beneplácit­o de mi equipo, hasta que no sepa que va a ser largoplaci­sta. El otro día escuché mi primer álbum y podría haberlo escrito ayer. Eso cada vez resulta más complicado. No quiero tener prisa ni autoplagia­rme, sino avanzar sin tener que dar un paso atrás. El disco habla de cómo me siento, un eco de todo lo que me empapa y me rodea. Es una extraña manera de hablar de mi rabiosa actualidad, que siempre ha casado muy bien con la gente.

Y, de rabiosa actualidad, ¿cómo se siente?

Demasiado bien. El otro día me quejaba y me decía a mí mismo: tienes por una vez todas las herramient­as con las que has soñado toda tu vida. Y te estás tomando tu tiempo, como un vídeo tarantinia­no a cámara lenta. Quizá eso me cueste alguna parcela de mi forma de vida, pero confío que también me llene la camisa de flores.

Ni YouTube, ni Instagram, ni Spotify. No hay mayor promo que el directo»

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GONZALO PÉREZ

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