¿Cambiará Ayuso la fruta por el ajo?

Diario de un viejo que le grita al televisor

El filósofo Salvador Illa acusa al PP, leo, «de intentar deshumanizar la figura del presidente Sánchez aprovechando la corrupción». Queda así definida, por si había dudas, la condición humana del susodicho: solo un humano (nunca un mono tití, por muy mono que sea) puede ser deshumanizado. Qué decepción. Con el tiempo que este bufón lleva llamándole Apolo de la Moncloa, resulta ni tan siquiera es un pariente lejano de Zeus. Con el tiempo que las divorciadas neoyorquinas llevan victoreándole como «hot president», resulta que ni llega a perrito caliente, solo a perro sanxe. Con el tiempo que las vicetiples del Gobierno llevan admirándole como Superman, resulta que no es ni el Ken de Barbie. Con el tiempo que los sanchistas llevan viéndolo como «Transformers», resulta que tan solo es chatarra humana, como este vejestorio.

Dice Illa que el PP trata de deshumanizarlo mediante la corrupción. Imposible, le grito al televisor: pocas cosas tan humanas y tan pegada al poder como la corrupción. Illa debería haber alzado la voz cuando lo llamaron Frankenstein, pero como la monstruosa denominación era marca Pérez Rubalcaba, calló. Ahora que están de moda las mordidas, Feijóo podría llamarle vampiro, aunque quizá resultara un castigo excesivo e insoportable: no se vería reflejado en el espejo. Sería un conde

Drácula con especial predilección por el cuello de Ayuso: lo muerde una y otra vez en la creencia de que su sangre, la de su hermano, su novio y toda su parentela, podrán eternizarle en las sombras del palacio de la Moncloa. Y lo hará hasta que Feijóo le muestre la cruz bendecida por su tía la monja o le dé a beber la queimada ardiente preparada con los conjuros de sus meigas.