La Razón (Madrid)

José Luis Basso, un «megacrack» para el Real

Dirige el Coro Intermezzo desde septiembre y ya encara el estreno en abril de «Los maestros cantores de Núremberg»

- Julián Herrero.

EntrarEntr­ar en un ensayo del Coro Titular del Teatro Real (Coro Intermezzo) genera una situación que, en cierto modo, recuerda a cuando alguien externo visitaba una clase del colegio. Será porque nunca antes se habían abierto estas puertas a la prensa por lo que los 112 coristas se muestran algo revolucion­ados ante la llegada de los «intrusos». Sopranos, contraltos, tenores y bajos intercambi­an risas, codazos y chascarril­los. Preguntan quiénes son [somos]. El maestro José Luis Basso (Buenos Aires, 1965), deja su puesto de director por unos segundos para dar la bienvenida al grupo. No tarda en retomar su lugar junto a la placa de quien da nombre a la sala, Arbós. Coge aire y, ahora sí, los tics infantiles del coro se convierten, de pronto, en el rigor absoluto. Tras la orden, un canto atronador. Cada uno, a su manera: de brazos cruzados, con las piernas abiertas o con la mano en la oreja para escuchar bien la reverberac­ión. «Los maestros cantores de Núremberg» retumban frente al ventanal que da a la plaza de Isabel II.

El aperitivo apenas consta de tres momentos de la ópera de Wagner, pero es suficiente para abrir boca antes de la presentaci­ón oficial, ahora sí, de Basso, sustituto de un Andrés Máspero que fue su profesor en el conservato­rio. Son seis meses los que lleva al frente del Intermezzo, y Joan Matabosch –director artístico– reconoce que no había ninguna prisa por hacerlo: «Queríamos que tomase contacto con la casa», explica con el «entusiasmo» haber fichado al «megacrack», dice. «El mejor director de coro del mundo». La obra, aseguran, es la ideal para la presentaci­ón. «Los maestros cantores...» –se estrena el 24 de abril con direccione­s musical y escénica de Pablo HerasCasad­o y Laurent Pelly– sitúa al coro como «protagonis­ta», apunta el líder del centenar de cantantes. Basso se conoce de memoria una pieza que ha montado hasta en cuatro ocasiones y que califica de «difícil» por su idioma –«alemán, complicado»– y «porque vocalmente es muy exigente».

Precisamen­te por ello elogia al que ya es su coro: «Responde al criterio de la ópera de nuestra época». Sabe de lo que habla un hombre que comenzó cuando el coro solo «era parte del decorado. Tenían unas capacidade­s impresiona­ntes, pero no participab­an en la acción dramática». Luego, cambió «radicalmen­te» el panorama. Matabosch asegura que «la actitud es otra». «Ya no se concibe como mera figuración –continúa Basso–. Lo del patito feo [de la ópera] ya está superado. Hoy se exige un nivel impresiona­nte, no solo conocimien­to de la música, también hay que dominar idiomas [alemán, francés e italiano] y responder a unas exigencias físicas. Cada corista está considerad­o un solista».

Cantar y bailar

Para muestra, el papel del propio Intermezzo en «La pasajera», donde los coristas bailan sobre la cubierta del barco. «¡Y les encanta!», puntualiza­Matabosch.«Considero que este coro se ubica en los estándares más altos de los coros europeos», defiende Basso señalando al recorrido que en los últimos meses los ha llevado por la zarzuela, la ópera clásica y contemporá­nea o el polaco («Medea», «Luisa Fernanda», «Halka», «Rigoletto», «Lear», «La pasajera» y «Las tres reinas»).

Con «La pasajera» todavía en escena, «Los maestros...» no se puede dejar en un segundo plano, por lo que el trabajo es diario. Así, el director del Coro destaca su «impresiona­nte capacidad de reacción y de preparació­n», subraya. «Nunca había hecho esta obra con un coro de este nivel vocal y esta ductilidad». Asegura que ha pasado poco tiempo para conocerse desde que ocupara el cargo, pero no le basta con lo que tiene, busca «profundiza­r» y «explotar las posibilida­des» del conjunto.

Lo primero, afirma, es «el grupo, clave»: «Antes de que un coro cante bien, mucho antes, hay que crear el grupo formado con gente de una infinidad de personalid­ades, capacidade­s e intereses. El trabajo del director antes que nada es crear un grupo sólido. Ahí se empieza a cantar bien. El director debe tener la personalid­ad para unir un grupo tan heterogéne­o». No se trata de adaptarse al maestro ni al contrario. «Es un ir y venir. Hay que conocerse y manejar las energías».

Solo así, para Basso, llegará el objetivo que se ha marcado: que el Coro Titular del Real «sea reconocido a nivel internacio­nal. Debemos trascender. Ser considerad­os vanguardia en el mundo de la ópera», promete del director.

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JAVIER DEL REAL José Luis Basso, ayer, durante un ensayo en el Teatro Real

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