La Razón (Madrid)

«El implante Neuralink me ha cambiado la vida»

► Un vídeo publicado por Elon Musk muestra a Noland Arbaugh, un hombre paralizado de hombros hacia abajo, jugando al ajedrez solo con su mente

- Juan Scaliter.

CasiCasi tres años después de que Neuralink publicara un vídeo que mostraba a un mono jugando Pong con su mente y 36 meses en los que la empresa de Elon Musk ha sido criticada por su trato a los animales usados en los ensayos, llega un nuevo capítulo: un vídeo que mostraría el potencial del microchip implantabl­e de Neuralink.

Este capítulo comienza con Noland Arbaugh, un hombre paralizado de los hombros hacia abajo tras un accidente de buceo hace ocho años y uno de los voluntario­s en los que Neuralink ha comenzado a ensayar la interfaz cerebroord­enador. Gracias a esta tecnología, Arbaugh puede controlar un cursor de ordenador únicamente con su pensamient­o, según se ha visto en un vídeo publicado por el propio Musk en su cuenta de X (antes Twitter).

El chip de Neuralink tiene el tamaño de una moneda pequeña, está equipado con 1,024 electrodos más finos que un cabello humano y permitiría una conexión precisa con el cerebro. Además, cuenta con una batería recargable de forma inalámbric­a, lo que garantiza una autonomía continua para el usuario.

Se sabe que el dispositiv­o, a pesar del secretismo que lo rodea, está diseñado para leer la actividad cerebral para descifrar qué movimiento pretende hacer una persona y luego ejecutar un comando para realizar esa acción. A este respecto, el propio Arbaugh comentó que inicialmen­te practicó intentar mover la mano hasta que se volvió intuitivo imaginar mover el cursor. «Básicament­e, fue como usar la fuerza en el cursor», señaló en el vídeo, haciendo una clara referencia a Star Wars. Además de jugar al ajedrez, Arbaugh dijo que el implante también le había permitido jugar al videojuego Civilizati­on VI durante ocho horas seguidas, aunque estaba limitado por tener que esperar a que se cargara el implante.

Sin duda, se trata de un avance importante, pero aún hay muchos detalles que despiertan el escepticis­mo de la comunidad científica. En un artículo científico publicado en «Nature», el neurociruj­ano Sameer Sheth, especializ­ado en implantes de interfaz humano-ordenador, señala que «Neuralink solo comparte lo que ellos quieren que sepamos. Hay preocupaci­ón en la comunidad científica al respecto».

El artículo también destaca que los científico­s aún desconocen las capacidade­s del cirujano robótico de Neuralink y que solo se han visto imágenes de él «operando» en un maniquí, lo cual fue hace más de un año. Todavía no se sabe si fue este el robot que realizó el implante en Arbaugh, tampoco se sabe cuántas personas participan del ensayo (se habrían inscrito unas 5.000) y cuánto tiempo llevarán el implante, aunque se especula que el ensayo dure entre 3 y 6 años.

Neuralink también ha sido criticado criticado por la forma en que llevó a cabo sus ensayos, la falta de transparen­cia en torno a elementos como el número de sujetos o los resultados que evalúa. Mientras tanto Musk, como es su costumbre, va un paso más allá y señala que eventualme­nte quiere que se implante en personas perfectame­nte sanas para mejorar sus capacidade­s. Pero eso todavía está muy lejos. Pero sin duda, al menos por ahora, el cambio ha sido positivo para Arbaugh quien admitió que «todavía queda mucho trabajo por hacer» y que el equipo «ha tenido algunos problemas». Pero también afirma que «el implante ya me ha cambiado la vida».

En una reciente entrevista, Kip Ludwig, el codirector del Instituto de Neuroingen­iería Traslacion­al de Wisconsin, explicaba que si bien otras empresas ya han realizado avances similares con pacientes paralizado­s que pueden utilizar sus implantes para contromuch­a

lar dispositiv­os electrónic­os, «la tecnología inalámbric­a de Neuralink es un paso adelante, aunque no es un avance claro en comparació­n con lo que otros han demostrado anteriorme­nte, sin duda es un buen punto de partida».

Sin cables

De hecho, ya 20 años atrás una persona paralizada también pudo mover un cursor gracias a la ayuda de una interfaz cerebro-ordenador. La diferencia con Neuralink es que en aquel caso la transmisió­n de datos dependía de cables que sobresalía­n de la piel. Otro factor destacable es que Arbaugh pudiera mantener una conversaci­ón mientras movía el cursor, una suerte de multitarea habitual para la mayoría de la gente, pero que requiere una enorme capacidad de procesamie­nto por parte del microchip implantado.

Pero vamos por pasos. El mes pasado, Musk anunció en Twitter que el paciente humano que recibió el implante cerebral se estaba «recuperand­o bien», una afirmación sin ninguna evidencia. Esto, en lugar de tranquiliz­ar, creó inquietud entre los científico­s, sobre todo teniendo en cuenta las denuncias que ha recibido Neuralink en relación con el trato que recibieron los monos que participar­on de los primeros ensayos. Se habló de lesiones cerebrales, inflamació­n e incluso la muerte de algunos de ellos.

Y es que la polémica persigue a Elon Musk. En una reciente entrevista reveló que consumía ketamina, una droga que según él le recetan para tratar su «estado de ánimo negativo» y sugirió que tomar el medicament­o ha sido beneficios­o para los inversores de sus empresas. Durante esta conversaci­ón afirmó que «hay momentos en los que tengo una especie de estado químico negativo en mi cerebro, como depresión.

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X Arbaugh muestra cómo puede mover las piezas por impulsos mentales

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