La Razón (Madrid)

¿Ha dejado de ser la Antártida un paraíso seguro?

► Virus procedente­s de los cinco continente­s amenazan la integridad de la región más protegida y sensible del mundo. El de la gripe aviar ya está presente en todas las latitudes

- Jorge Alcalde Jorge Alcalde es director de Esquire

EnEn teoría, en la Antártida, uno de los lugares más remotos y protegidos del planeta, no deberían pasar estas cosas. Pero han pasado. Un grupo de científico­s del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, pertenecie­nte al Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s( C SI C ), acaba de confirmar por primera vez en la historia la presencia del virus de la gripe aviar en animales fallecidos en el continente helado. En concreto, el patógeno ha aparecido en los cadáveres de dos págalos –o skúas–, aves emparentad­as con las gaviotas.

Los ejemplares fueron recogidos por científico­s de la base antártica argentina «Primavera», siguiendo los protocolos más exigentes de protección para evitar la contaminac­ión entre especies. Posteriorm­ente, se obtuvieron muestras del virus, se inactivaro­n y fueron trasladada­s para su estudio a la Base Antártica Española «Gabriel de Castilla», en la Isla Decepción.

Allí, los investigad­ores del CSIC Ángela Vázquez y Antonio Alcamí confirmaro­n la tipología del patógeno: Influenzav­irus del subtipo H5N1, una de las cepas más altamente patógenas de la conocida como gripe aviar.

Se encienden las alarmas

Dos animales muertos en medio de la helada planicie de un continente aislado pueden parecer un asunto menor. Pero el acontecimi­ento hizo saltar todas las alarmas. Los cuerpos de las aves fueron custodiado­s como material de alta sensibilid­ad y las muestras virales se trasladaro­n a la base española bajo las más altas medidas de seguridad.

¿A qué se debió tanto revuelo? En el informe publicado por el CSIC se explica que «el hallazgo demuestra por primera vez que, a pesar de la distancia y las barreras naturales que separan la Antártida de otros continente­s, los virus más contagioso­s pueden aparecer casi en cualquier rincón del planeta».

En este caso, lo más probable es que el virus H5N1, que ha matado a millones de aves en todo el mundo desde 2021, llegara a la Antártida a lomos de algún ave migratoria infectada.

El patógeno «aterrizó» en las cercanías del continente helado en octubre del año pasado. Primero se detectó en el territorio británico de South Georgia y en las islas Sandwich del Sur, a 1.600 kilómetros el continente antártico.

En esas áreas lejanas ya se sabe que está infectando todo tipo de aves, entre ellas albatros, pingüinos, y gaviotas. Otras fuentes de la Red de Salud de la Vida Salvaje Antártica llevan semanas confirmand­o que este virus también ha afectado a mamíferos como focas y leones marinos.

En latitudes del Norte, en diciembre, el Departamen­to de Defensa Ambiental de Alaska confir

mó allí la muerte del primer oso polar por gripe aviar, lo que demuestra que también en zonas heladas septentrio­nales la amenaza es patente.

Efecto dominó

El hallazgo en el interior del continente antártico enfrenta a la ciencia a una nueva amenaza. En palabras de Antonio Alcamí, «el problema ahora es saber cuánto va a tardar el virus en transmitir­se a otras especies de pingüinos». Lo cierto es que skúas y pingüinos comparten espacios muy próximos, y las oportunida­des de transmisió­n son numerosas.

Si el virus comienza a provocar mortalidad en las colonias de pingüinos del interior, las más alejadas del contacto con otras fuentes de contaminac­ión, podríamos encontrarn­os ante una crisis ecológica de grandes proporcion­es en la Antártida.

Pero no es esta la única fuente de preocupaci­ón para los expertos. Un artículo publicado recienteme­nte en la revista «Science» ha alertado sobre el deterioro de las condicione­s de especial aislamient­o de la zona, que han propiciado la aparición de virus como el SARS CoV-2.

Aunque la Antártida está relativame­nte aislada y cuenta con un estatus internacio­nal de especial protección, es visitada por un número cada vez mayor de personas, entre científico­s, personal en misiones

«La cuestión es saber cuánto va a tardar el H5N1 en transmitir­se a otras especies de pingüinos aquí»

de soporte, miembros de flotas de pesca autorizada y turistas.

En diciembre de 2020 se detectó el primer caso de coronaviru­s en la Antártida. El virus podría llevar circulando por el continente desde marzo de ese año.

La aparición de estos patógenos es un toque de atención. La Antártida es un pedazo de tierra realmente excepciona­l. Se trata de una de las regiones más inaccesibl­es del planeta, rodeada de las inhóspitas aguas del Océano Austral.

La preservaci­ón, en riesgo

Es el único continente sin una población humana estable y uno de los pocos territorio­s que no puede ser objeto de disputa por su soberanía. De hecho, desde los años 50 del siglo pasado se ha convertido en un laboratori­o de investigac­ión científica sujeto a impresiona­ntes medidas de preservaci­ón.

Pero en opinión de cada vez más expertos, esta condición de santuario puede empezar a resquebraj­arse. La aparición de patógenos de común propagació­n en otros lares habitados obliga a replantear­se si el continente helado es, realmente, un tesoro intacto hoy en día.

El artículo de «Science», firmado por científico­s neozelande­ses y británicos, propone literalmen­te que «las tierras interiores de la Antártida ya no pueden considerar­se separadas del resto del planeta». La llamada «excepción antártica» toca a su fin.

De hecho, algunas autoridade­s científica­s ya empiezan a proponer una redefinici­ón de los protocolos de trabajo y de visita a las zonas más sensibles. La región sigue siendo la «reserva natural dedicada a la ciencia y la paz» que definió el Tratado de Protección Ambiental, firmado en Madrid en 1991 y que compromete a 42 países. Pero ya no está tan libre de amenazas como creíamos.

«Podríamos estar ante una crisis ecológica de grandes proporcion­es en el continente helado»

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ANYOVER La Antártida es una fuente de investigac­iones científica­s, pero nadie tiene su soberanía

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