¿Ha dejado de ser la Antártida un paraíso seguro?
► Virus procedentes de los cinco continentes amenazan la integridad de la región más protegida y sensible del mundo. El de la gripe aviar ya está presente en todas las latitudes
EnEn teoría, en la Antártida, uno de los lugares más remotos y protegidos del planeta, no deberían pasar estas cosas. Pero han pasado. Un grupo de científicos del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas( C SI C ), acaba de confirmar por primera vez en la historia la presencia del virus de la gripe aviar en animales fallecidos en el continente helado. En concreto, el patógeno ha aparecido en los cadáveres de dos págalos –o skúas–, aves emparentadas con las gaviotas.
Los ejemplares fueron recogidos por científicos de la base antártica argentina «Primavera», siguiendo los protocolos más exigentes de protección para evitar la contaminación entre especies. Posteriormente, se obtuvieron muestras del virus, se inactivaron y fueron trasladadas para su estudio a la Base Antártica Española «Gabriel de Castilla», en la Isla Decepción.
Allí, los investigadores del CSIC Ángela Vázquez y Antonio Alcamí confirmaron la tipología del patógeno: Influenzavirus del subtipo H5N1, una de las cepas más altamente patógenas de la conocida como gripe aviar.
Se encienden las alarmas
Dos animales muertos en medio de la helada planicie de un continente aislado pueden parecer un asunto menor. Pero el acontecimiento hizo saltar todas las alarmas. Los cuerpos de las aves fueron custodiados como material de alta sensibilidad y las muestras virales se trasladaron a la base española bajo las más altas medidas de seguridad.
¿A qué se debió tanto revuelo? En el informe publicado por el CSIC se explica que «el hallazgo demuestra por primera vez que, a pesar de la distancia y las barreras naturales que separan la Antártida de otros continentes, los virus más contagiosos pueden aparecer casi en cualquier rincón del planeta».
En este caso, lo más probable es que el virus H5N1, que ha matado a millones de aves en todo el mundo desde 2021, llegara a la Antártida a lomos de algún ave migratoria infectada.
El patógeno «aterrizó» en las cercanías del continente helado en octubre del año pasado. Primero se detectó en el territorio británico de South Georgia y en las islas Sandwich del Sur, a 1.600 kilómetros el continente antártico.
En esas áreas lejanas ya se sabe que está infectando todo tipo de aves, entre ellas albatros, pingüinos, y gaviotas. Otras fuentes de la Red de Salud de la Vida Salvaje Antártica llevan semanas confirmando que este virus también ha afectado a mamíferos como focas y leones marinos.
En latitudes del Norte, en diciembre, el Departamento de Defensa Ambiental de Alaska confir
mó allí la muerte del primer oso polar por gripe aviar, lo que demuestra que también en zonas heladas septentrionales la amenaza es patente.
Efecto dominó
El hallazgo en el interior del continente antártico enfrenta a la ciencia a una nueva amenaza. En palabras de Antonio Alcamí, «el problema ahora es saber cuánto va a tardar el virus en transmitirse a otras especies de pingüinos». Lo cierto es que skúas y pingüinos comparten espacios muy próximos, y las oportunidades de transmisión son numerosas.
Si el virus comienza a provocar mortalidad en las colonias de pingüinos del interior, las más alejadas del contacto con otras fuentes de contaminación, podríamos encontrarnos ante una crisis ecológica de grandes proporciones en la Antártida.
Pero no es esta la única fuente de preocupación para los expertos. Un artículo publicado recientemente en la revista «Science» ha alertado sobre el deterioro de las condiciones de especial aislamiento de la zona, que han propiciado la aparición de virus como el SARS CoV-2.
Aunque la Antártida está relativamente aislada y cuenta con un estatus internacional de especial protección, es visitada por un número cada vez mayor de personas, entre científicos, personal en misiones
«La cuestión es saber cuánto va a tardar el H5N1 en transmitirse a otras especies de pingüinos aquí»
de soporte, miembros de flotas de pesca autorizada y turistas.
En diciembre de 2020 se detectó el primer caso de coronavirus en la Antártida. El virus podría llevar circulando por el continente desde marzo de ese año.
La aparición de estos patógenos es un toque de atención. La Antártida es un pedazo de tierra realmente excepcional. Se trata de una de las regiones más inaccesibles del planeta, rodeada de las inhóspitas aguas del Océano Austral.
La preservación, en riesgo
Es el único continente sin una población humana estable y uno de los pocos territorios que no puede ser objeto de disputa por su soberanía. De hecho, desde los años 50 del siglo pasado se ha convertido en un laboratorio de investigación científica sujeto a impresionantes medidas de preservación.
Pero en opinión de cada vez más expertos, esta condición de santuario puede empezar a resquebrajarse. La aparición de patógenos de común propagación en otros lares habitados obliga a replantearse si el continente helado es, realmente, un tesoro intacto hoy en día.
El artículo de «Science», firmado por científicos neozelandeses y británicos, propone literalmente que «las tierras interiores de la Antártida ya no pueden considerarse separadas del resto del planeta». La llamada «excepción antártica» toca a su fin.
De hecho, algunas autoridades científicas ya empiezan a proponer una redefinición de los protocolos de trabajo y de visita a las zonas más sensibles. La región sigue siendo la «reserva natural dedicada a la ciencia y la paz» que definió el Tratado de Protección Ambiental, firmado en Madrid en 1991 y que compromete a 42 países. Pero ya no está tan libre de amenazas como creíamos.
«Podríamos estar ante una crisis ecológica de grandes proporciones en el continente helado»