«Durante un minuto y medio nadie sabía qué estaba pasando»
► Los supervivientes del ataque relatan el horror vivido en el que ya es el peor atentado en la historia de Moscú
La gente empezó a huir en todas direcciones al escuchar los disparos»
ElEl atentado en el Crocus City Hall a las afueras de Moscú se ha convertido en el ataque terrorista más sangriento en la historia de la ciudad. Al menos 133 personas han muerto, entre ellas tres niños, y más de un centenar han resultado heridas, según el Comité de Investigación de la Federación Rusa, de acuerdo con los datos al cierre de esta edición. El gobernador de la región de Moscú, Andrei Vorobiov, anticipa que el número de muertos aumentará en los próximos días a medida que los equipos de rescate avancen en las labores de búsqueda.
Sin embargo, el número de víctimas mortales ya ha superado a las registradas durante el asedio de Nord-Ost en 2002 o la crisis de los rehenes del hospital de Budionnovsk en 1995.
Solo el cerco a la escuela de Beslán de 2004, en el que murieron 334 personas, supera en cifras el horror que se vivió en la noche del viernes en la sala de conciertos del suburbio moscovita de Krasnogorsk.
Cuatro encapuchados, armados con ametralladoras, una pistola, cuchillos y bombas incendiarias, protagonizaron el asalto. Tres abrieron fuego contra la multitud durante 15 minutos y el cuarto se encargó de provocar el incendio que devoró la estructura del edificio.
En el interior se encontraban cientos de personas a la espera de que comenzara el concierto del grupo de rock ruso Piknik. No colgaron el cartel de «sold-out», pero no estuvieron muy lejos de hacerlo. Las autoridades estimaron que podría haber cerca de 6.200 personas en el interior del edificio.
El sonido de los disparos se adelantó al sonido de las guitarras. «Unas personas vestidas de marrón, no sé quiénes eran –terroristas, militares, quienquiera–, irrumpieron en el auditorio y empezaron a disparar a la gente con fusiles de asalto», trasladó a la prensa el fotógrafo Dave Primov, testigo del ataque desde la planta superior del complejo.
Otro de los supervivientes, Sofiko Kvirikashvili, oyó desde dentro del auditorio lo que al princider, pio pensó que era «una especie de explosión interminable de petardos». «Me di la vuelta en el pasillo una vez, luego otra. La tercera vez, me di cuenta de que todo el mundo en la sala había empezado a huir en todas direcciones», señala este testigo.
Muchos se dieron cuenta en ese momento de que se estaba produciendo un atentado. Alexanotro Alexanotro de los asistentes, relata al medio RBC que «durante un minuto y medio o dos minutos hubo confusión, nadie se dio cuenta de lo que estaba pasando. Entonces corrimos hacia la salida en dirección al metro. En las escaleras mecánicas de bajada se había formado un gran atasco, la gente se caía. Giramos hacia la derecha, donde había unas habitaciones cerradas, y allí ya estaban rompiendo ventanas y puertas para salir». Según su testimonio, no había policías en la entrada del Crocus, sino solo personal del centro.
Eva, miembro de un grupo de danza, estaba entre bastidores cuando los asaltantes irrumpieron en el auditorio. «Estábamos en el camerino, una multitud pasó corriendo a nuestro lado. Oímos ruido y gente corriendo por el pasillo, cogimos nuestros abrigos y corrimos», recoge el diario Izvestia.
Cientos de personas consiguieron huir, de las cuales unas 100 fueron rescatadas por los servicios de emergencia mientras se refugiaban en el tejado del Crocus City Hall. Otras 200 personas no corrieron la misma suerte y quedaron atrapadas en el interior. Murieron por la inhalación de humo.
Otra ciudadana, Vera, se enteró de lo ocurrido por los canales de Telegram. Estaba de compras con sus amigas en Las Vegas, el centro comercial anexo a la sala de conciertos, según cuenta al diario Fontanka. «Veo que hay un atentado terrorista en Crocus, que hay gente armada y que Las Vegas está muy cerca. Mi amiga me enseñó un vistazo de la foto, y me pareció como si la salida, a la que vamos a bajar, fuera justo donde yace un hombre, un cadáver».
Las aglomeraciones en la salida dificultaron la huida. «En la calle, la gente corría casi sin ropa», contaba Alexander a RBC.