La Razón (Madrid)

La sucesión de tsunamis

- Julián Cabrera

ElEl partido socialista de ahora, ya saben, el liderado por Pedro Sánchez ha descubiert­o en forma de filón una nueva manera de hacer política casi desconocid­a en esta formación durante su dilatada historia. Con la referencia de lo ocurrido en las elecciones del 23 de julio -ejemplo de amnesia ciudadana digno de estudio- este PSOE transita ya mejor que nadie bajo la máxima de que cualquier desatino gubernamen­tal con el tamaño de un tsunami va a ser sepultado semanas o meses después en la fosa del olvido por otro tsunami todavía mayor, por otro escándalo, otra patada a las bases del estado de derecho u otra merma en la clave de bóveda constituci­onal a mayor gloria del separatism­o periférico.

El gobierno y sus socios han comprobado para su satisfacci­ón que, aun no siendo hoy aprobado todavía por la opinión pública, todo aquello del relator, de los indultos a condenados del «procés», del escándalo Tito Berni o la mismísima ley del «solo sí es sí», no fueron suficiente munición para agachar la cerviz de una mayoría parlamenta­ria en torno al PSOE Y sus variopinto­s socios que sigue en vigor tras las elecciones, ahora con el fichaje estrella de un prófugo de la justicia al que tal vez veamos este verano paseando triunfante por Gerona sobre alfombra roja y pétalos de rosas.

Resultaban especialme­nte indicativa­s las afirmacion­es estos últimos días de destacados miembros del Gobierno, asumiendo que la sociedad española es contraria a la amnistía o no explicando por qué esta acogerá a quienes también delinquier­on en Cataluña durante la época del propio «Zp» en el gobierno. Todo da igual, el tiempo será aliado de unos borrados de memoria colectiva para los que ya se prepara la maquinaria de la propaganda monclovita. Aprobada la ley de amnistía, lo que ahora tocará es un nuevo desfile de ministros por los medios de comunicaci­ón y una batida de propuestas que revitalice la agenda social, reparto de dádivas incluido. Se seguirán traspasand­o líneas rojas, vendrá el referéndum o algo parecido entre otras concesione­s negociadas en Suiza, -ojo al cenáculo del cuarto oscuro suizo y lo que allí se pone en marcha a espaldas de los españoles- y la legislatur­a será larga, tanto como Sánchez quiera, ya saben, dispara con pólvora ajena y el separatism­o sabe que nunca estará tan cómodo con otro presidente en la Moncloa.

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