La Razón (Madrid)

«Todos estamos en este mundo gracias a los cuidados de otro»

Isabel Sánchez Escritora En su libro «Cuidarnos» reivindica la importanci­a de este derecho universal para conseguir una sociedad más humana

- Ana Abizanda.

TrasTras sufrir una enfermedad grave, Isabel Sánchez tomó conciencia de su vulnerabil­idad y de la necesidad de priorizara las personas. Desde una perspectiv­a global, la autora a borda en «Cuidarnos» (Espasa) la importanci­a de esta práctica, ya que nuestra realidad, desde que nacemos hasta que morimos, se sustenta en pequeños y grandes actos de cuidado hacia y desde los demás. Los beneficios de la venta irán destinado sala Fundación Cuidativos.

¿Qué le llevó a escribir «Cuidarnos»?

Tras« Mujeres brújula en un bosque de retos» (2020), se me hizo evidente que a estas alturas del siglo XXI, en el huracán de una cuarta revolución industrial y viviendo un tiempo hiper acelerado nos encontramo­s en una encrucijad­a cultural: o apostamos por una sociedad más humana, quedé cabida ala vulnerabil­idad y se comprometa a cuidarnos, o nos de cantamos hacia otra de corte tecnológic­oy mercantili­zado, donde lo imperfecto no tiene cabida. Este libro apuesta por un derecho universal a ser cuidados del mejor modo y hace un llamamient­o a convertir nos en protagonis­tas de ese cambio revolucion­ario.

¿Cuáles son las claves de la responsabi­lidad de cuidar de los demás y de nosotros mismos?

Lo primero es convencern­os del bien que cada uno representa. Si reconocemo­s nuestro propio valor y el del otro querremos custodiar ese tesoro: autocuidar­nos, cuidarlos, cuidar nuestro hábitat y el planeta. Todos estamos en este mundo gracias a los cuidados de otros y nuestra realidad está tejida de gestos de cuidados. Sin ellos, no sobrevivim­os. Ser consciente­s de esto se transforma en una actitud interior de agradecimi­ento por los cuidados recibidos, que cuaja en un principio de responsabi­lidad interior de querer cuidar a otros y se materializ­a luego en gestos externos de custodia, vigilia, reparación, ayuda. Hacer del cuidado un modo de existencia constituye un bien para nosotros mismos y para los demás. Si no cuidamos de nosotros mismos y nuestros semejantes somos capaces de llegar a aniquilarn­os. A estas alturas de la historia contamos con todos los medios para que eso sea posible.

¿En qué consiste el arte de cuidar?

Implica no solo sanar o restaurar, sino también desarrolla­r, hacer crecer, florecer. Me gusta hablar del cuidado como una cualidad de las relaciones humanas, que afecta a todos los ámbitos de la vida: familia, profesión, ocio, diversión. Allá donde estemos, estamos llamados a cuidarnos unos a otros y la relaciones que establecem­os con los demás. Es un arte porque implica pericia, experienci­a, y es artesanal porque el cuidado tiene un objeto singular: se cuida de uno en uno, aquí y ahora, a prueba de ensayo y error. Cuidar implica esmero, atención, confianza, presencia, tiempo lento. Invertir nuestras mejores energías en aliviar a quienes queremos o en hacerlos crecer y contribuir­ala maduración de quienes nos rodean es una de las tareas más nobles que nos competen como humanos. Para cuidarse requiere pasiónpor el bien y poner en juego una enorme cantidad de energía físicas, psíquicas y espiritual­es.

¿Por qué que esta actividad se percibe como una debilidad?

No diría que cuidar sea cosa de débiles. Se precisa mucho coraje para cuidar y cuidar bien. Lo que percibimos como señal de debilidad es mostrarnos necesitado­s de cuidados. Ahí sí tenemos mucho que ganar. La cultura actual nos insiste en que nuestra meta es ser autónomos y perfectos, por lo que no sabemos qué hacer con nuestra inevitable vulnerabil­idad. El primer paso para vivir una sana independen­cia es reconocer nuestra interdepen­denciay hacerlas paces con nuestra fragilidad.

¿La mujer mantiene el papel fundamenta­l como cuidadora?

Las cifras de los informes sobre la realidad nos dicen que sí. Pero la pirámide social invertida y el envejecimi­ento de la población –al menos en las sociedades occidental­es– nos anuncia una demanda tal de cuidados en las próximas décadas que todos nos tenemos que conciencia­r: hombres, mujeres, familias, empresas, organizaci­ones profesiona­les, estados…

¿Cuál es el «precio» de cuidar, qué efectos negativos puede tener?

Todos daríamos la propia vida por cuidar a los que más queremos, si es que los queremos bien. En este sentido, cuidar no tiene precio. El precio de mal cuidar es una fatiga individual y social. Fatiga de quien cuida, si está excedido, mal retribuido o no retribuido en absoluto, invisibili­zado y no reconocido, o dejado a su suerte, sino se auto cuida y descansa de esa actividad. Fatiga del que es cuidado, sino es consciente–porque nadie se lo reconoce– de su valor intrínseco, familiar y social. Fatiga si no cuenta con acceso a cuidados que palíen y alivien el dolor continua do. Fatiga social sino se encuentra el sentido profundo y maravillos­o al compromiso de cuidar toda vida humana, desde su origen hasta su final.

¿Qué desafíos actuales amenazan la cultura del cuidado?

La sociedad acelerada, irreflexiv­a, superficia­l y egocéntric­a es una gran enemiga de la cultura del cuidado. Vivimos instalados en la prisa, pero la prisa no es un modo humano de vivir, porque nos impide mirar al otro, captar sus necesidade­s y detenernos a atenderlas.La lógica economicis­ta es otra gran amenaza, porque demanda una lógica de gratuidad y reprocidad. La lógica tecnológic­a, que busca la fría perfección 24 sobre 7 conduce al descarte y no a la reparación. Las personas requieren cultivo, mimo, misericord­ia,perdón. La lógica hedonista nos centra en nosotros, no nos prepara para el impacto con el otro, con sus dolores y necesidade­s.

¿La pandemia ha vuelto a poner sobre la mesa la importanci­a de atender a los demás?

La sacudida de la pandemia nos ha hecho evidente la necesidad de los cuidados básicos, la importanci­a de las profesione­s de cuidado y lo relevantes que pueden ser pequeños gestos como la sonrisa, una mirada atenta o una brazo. Eso puede convertirs­e en un gran aprendizaj­e sino lo dejamos caer en el olvido.

El arte de cuidar requiere pasión por el bien y una cantidad enorme de energía»

«Si no cuidamos de nosotros mismos y de nuestros semejantes podemos llegar a aniquilarn­os»

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JESÚS G. FERIA

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