La Razón (Madrid)

Rudyard Kipling, el escritor que sí supo reinar

► Su novela sobre dos truhanes decididos a convertirs­e en monarcas es uno de los grandes clásicos de la literatura juvenil y una lección moral

- J. ORS

Hay clásicos que se te clavan en el espíritu y que ya no se desprenden de él. Permanecen ahí, como si formaran una parte esencial de tu propia manera de ser. Es lo que sucede con uno de esos que se leen durante la juventud: «El hombre que pudo reinar». Muchos accedieron a él a través de biblioteca­s escolares o públicas. En ejemplares de hojas amarillent­as y portadas rotas. Libros ya algo desencuade­rnados por el uso y el transcurri­r del tiempo. Pero su indigente aspecto, que a más de uno echaría hacia atrás, enseguida queda de lado, porque la historia que contienen estos volúmenes es absorbente.

Rudyard Kipling, el autor de «Kim de la India», obra que se discutía en uno de los parlamento­s que intercambi­an los protagonis­tas de «El paciente inglés», o «El libro de la selva», que goza de una enorme popularida­d gracias a otra versión cinematogr­áfica, en este caso de Walt Disney, un hombre que concebía la tristeza como una manera de tortura, dejó una novelita breve, pero de mucha enjundia, que disfrutó de popularida­d y después se convirtió también en un clásico del cine gracias al maestro John Huston y a dos actorazos de los que costará que se repitan: Sean Connery y, sobre todo, Michael Caine, alguien espléndido. La narración de dos pillos, pertenecie­ntes a la masonería, que deciden emprender una ruta por un territorio apenas explorado de Asia para atesorar una fortuna, corres aventuras y convertirs­e en hombres ricos, enseguida cobra vuelo y deriva en una magnífica metáfora de lo que supone la ambición, un saco que tiende siempre a descoserse por el fondo. Esta pareja de amigos encontrará la suerte desde el primer momento y hasta uno de ellos podrá sentarse en un trono, aunque sea en el de una sociedad alejada de la modernidad.

Sueños y pesadillas

Pero las pesadillas siempre empiezan cuando comenzamos a creernos nuestros propios sueños. Y es precisamen­te lo que sucede en esta historia, donde el drama esconde la lección, el amor se convierte en una traición y a los personajes solamente les redime, en el fondo, algo tan básico como su marcial amistad.

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AFP Sean Connery y Michael Caine (detrás), en «El hombre que pudo reinar»
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«El hombre que pudo reinar» se publicó en este volumen de cuentos de 1888

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