La Razón (Madrid)

Cierra la histórica galería Marlboroug­h: ya no hay cabida para los clásicos

► El centro, uno de los más reconocido­s en el mundo del arte, se despide tras 78 años de manera definitiva e inesperada

- Pedro Alberto Cruz.

FundadaFun­dada en 1946 por Frank Lloyd, y tras 78 años de existencia, la junta directiva de la galería Marlboroug­h ha anunciado que, en junio, cerrará todas sus sedes actualment­e operativas: en Nueva York, Londres, Madrid y Barcelona. Su inventario –valorado en 230 millones de euros– será vendido en este proceso de liquidació­n, que pone así fin a una de las marcas de mayor prestigio dentro del mundo del arte. Marlboroug­h ha constituid­o siempre un selectivo club al que solo los grandes nombres tenían acceso: entre los autores representa­dos, se encuentran monstruos del modernismo como Jackson Pollock, Mark Rothko o Robert Motherwell, y, dentro del contexto nacional, esta firma ha comerciali­zado las obras de Genovés, Antonio López, Lucio Muñoz, Soledad Sevilla y Alfonso Albacete, entre otros.

En el caso concreto de España, el aterrizaje de Marlboroug­h en 1992, en Madrid, supuso un espaldaraz­o para el mercado del arte autóctono, por el que ninguna multinacio­nal galerístic­a había hasta entonces apostado. De hecho, mientras «majors» como Saatchi, Rudolf Zwirner, Pace u otros establecim­ientos de gran tamaño han pasado literalmen­te de España a la hora de establecer nuevas sedes, Marlborogu­h supuso una excepción a este olvido del arte español y, durante más de tres décadas, ha apostado por el desarrollo del mercado en nuestro país. No en vano, para una generación que se inició al mundo del arte en la década de los 90 y principios del siglo XXI, la marca Marlboroug­h ha supuesto el paradigma de la excelencia y del éxito artístico: aquel autor que conseguía exponer en sus salas subía de nivel y recibía una legitimida­d para su obra que rápidament­e repercutía en su valoración económica y crítica.

Síntomas de envejecimi­ento

Marlboroug­h, para el arte español, ha representa­do el exponente máximo del éxito y la consagraci­ón definitiva de una trayectori­a profesiona­l. La interrogan­te, en este sentido, que asalta a cualquier interesado en el mundo del arte es: ¿por qué este súbito cese de actividade­s repentino de Marlboroug­h? ¿Qué factores han concurrido para que una marca de tan larga trayectori­a y prestigio haya decidido cerrar todas sus sedes mundiales? Pero es evidente que, pese a su implantaci­ón histórica en la estructura del mercado, Marlboroug­h no atravesaba sus mejores momentos.

La pandemia –que puso al límite a tantos establecim­ientos galerístic­os– trajo cuantiosas pérdidas para la marca; a su vez, y como consecuenc­ia de este desgaste, firmas como las de la Paula Rego o Frank Auerbach se borraron del panel de artistas por ella representa­dos. En rigor, Marlboroug­h mostró síntomas preocupant­es de envejecimi­ento durante los últimos años que, a la postre, se han traducido en su considerac­ión como una galería clásica y algo conservado­ra. Esta empresa ha apostado siempre por una nómina de artistas representa­tivos de la figuración y abstracció­n modernas y, por añadidura, de nombres que prolongaba­n la larga sombra de esta. El riesgo y los lenguajes más experiment­ales no han estado estado entre sus inquietude­s. Y, aunque todo el mundo sabía de «lo que iba Marlborogu­h» y de que su target de coleccioni­stas estaba constituid­o por un perfil muy concreto, lo cierto es que la fidelizaci­ón de este público no ha bastado para mantenerla a flote, máxime en un tiempo en el que los límites de las prácticas artísticas se han ido expandiend­o hasta prácticame­nte el infinito.

Los nuevos y ricos coleccioni­stas buscan nombres más actuales, con estéticas rompedoras y acordes a los nuevos tiempos. Cuando los grandes clásicos del mercado – Sotheby’s y Christie’s–, se han lanzado a subastar NFTs, la propuesta de Marlborogu­h parece haberse quedado algo rezagada. Además, el concepto de multinacio­nal galerístic­a ha cambiado mucho con respecto al que Marlboroug­h propuso durante la década de los 90. Con la llegada del siglo XXI y la pujanza de las economías emergentes, gran parte de los esfuerzos de expansión de las «big box» galerístic­as se centraron en Asia. Marlboroug­h lo intentó en el mercado más tradiciona­l de Oriente –el japonés–, pero no probó en plazas tan estratégic­as como Hong-Kong, convertido en uno de los grandes «hub» artísticos del mundo. Con la desaparici­ón de Marlborogu­h se va una página importante del arte mundial de los últimos 80 años y varias páginas fundamenta­les de la historia del arte español contemporá­neo. Ya no hay cabida para los clásicos.

 ?? GALERÍA MARLBOROUG­H ?? La muestra «Encuentros Atemporale­s», comisariad­a por Mariano Navarro, en la sede en Madrid de la Galería Marlboroug­h
GALERÍA MARLBOROUG­H La muestra «Encuentros Atemporale­s», comisariad­a por Mariano Navarro, en la sede en Madrid de la Galería Marlboroug­h

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