La Razón (Madrid)

«Lo más difícil fue decir a Eto’o que había muerto Foé»

Es el único técnico que ha ganado la Copa del Rey con el Mallorca. Antes de la final, su estrella perdió a un compañero de selección

- Domingo García.

A Eto’o había que entenderlo, comprender­lo y saberlo llevar con mano izquierda»

GregorioGr­egorio Manzano (Bailén, 1956) era el entrenador que dirigía el Mallorca cuando ganó la única Copa del Rey que figura en su sala de trofeos. Eran otros tiempos para el club balear, más acostumbra­do a vivir en la parte alta de la clasificac­ión, pero no todo fue sencillo.

¿Es esa Copa el mejor momento de su carrera?

Sí. Yo diría que en una trayectori­a con 400 partidos largos en Liga y la experienci­a bonita de China, el título de Copa es el que más alegrías me ha dado. Es la fiesta máxima del fútbol, donde se juntan al 50 por ciento las dos aficiones y lo que se vive es especial, diferente a cualquier otro partido. Es el momento más feliz de mi carrera.

Le metieron cuatro al Real Madrid Madrid en los cuartos de final.

Yo creo que aquella es la noche más mágica de fútbol en la historia del Mallorca. Veníamos de empatar en el Bernabéu y el Madrid puso todo lo que tenía y más, que era mucho, para no quedar eliminado en aquellos cuartos de final. Fue un 4-0 con un buen fútbol, con goles muy bonitos y con una gran noche de fútbol que dio paso a las semifinale­s. Esa noche fue imborrable, ese 4-0 en la Copa, más luego le hicimos cinco en el Bernabéu, son resultados mayores ante un equipo de un gran nivel como era el Real Madrid de aquellos galácticos, con Raúl, Zidane, Ronaldo...

¿Cómo era trabajar con Eto’o? ¿Era complicado como parece?

Con su temperamen­to, simplement­e había que comprender­lo, entenderlo y saberlo llevar. Cuando tenía sus momentos un poco menos lúcidos había que cogerlo y decirle que no estaban bien las cosas. Los compañeros lo adoraban, adoraban, sabían lo que significab­a dentro y fuera del vestuario para ellos y en el terreno de juego sobre todo. La pena es que no pudimos disfrutar de él más tiempo, porque entre la sanción primera que tenía, la sanción que tuvo después cuando lo expulsaron contra el Barcelona, que le cayeron cuatro partidos, más algún partido que se perdió por la Copa de África con su selección, a lo mejor lo perdimos nueve o diez partidos que hubieran supuesto algún punto más de los que al final obtuvimos. Su temperamen­to era fuerte, pero tenía un gran corazón y se le podía llevar por donde quisieras si se le sabía conducir, como dicen los toreros, con buena mano izquierda.

Tenían la duda de si podía jugar la final porque estaba con su selección.

Estaba en la Copa Confederac­iones, que se jugaba en París, y le dieron permiso para jugar la final. Lo pidió el club y también él puso de su parte. Y entrenando el día

«En el entrenamie­nto antes de la final hice un trabajo de visualizac­ión con los jugadores»

antes del partido nos enteramos de que fallece su compañero Foé en el partido de Camerún contra Colombia. Nadie te explica cuando haces el curso de entrenador cómo dar esa noticia a un jugador el día antes de la final. Y lo que se me viene a la cabeza es llamarlo aparte cuando terminamos el entrenamie­nto, se lo dije y se quedó mirando al infinito, ojos en blanco y solamente me dijo «¿y por qué?». No articulaba palabra. Le dije «Si te quieres marchar con tu compañero estás en tu derecho, pero mi consejo es que te quedes, juegues la final, la ganes y se la dediques a él ». Luego los compañeros lo arroparon, él también tenía ganas de jugar la final por la afición, por sus compañeros, por todo. Jugó la final, marcó dos goles y cuando terminó la final un coche lo estaba esperando en la puerta del campo para irse. Ese es el momento más complicado que tuvimos antes de la final. Un palo duro.

¿Cómo se mentaliza a un equipo como el Mallorca, que nunca había ganado nada, de que puede ser campeón de Copa?

En el entrenamie­nto antes de la final, que nos dieron una hora en el Martínez Valero, les hice un trabajo de relajación y de visualizac­ión. Una vez que los relajé, los tumbé en el suelo, les hice una visualizac­ión del día posterior, que era el día de la final y los fui llevando desde la salida del hotel hasta el final del partido. Todo eso se lo fui visualizan­do cuando terminó esa charla. Después algunos jugadores, no sé si Leo Franco o Pandiani, me dijeron: «Míster, ayer se equivocó, dijo 2-0 y han sido 3-0». Son cuestiones que utilicé en su momento porque creía que era convenient­e, era algo especial y quería que lo que vivieron los futbolista­s lo viesen el día de antes. Y salió bien, gracias a Dios.

Ahora está normalizad­o el trabajo psicológic­o, pero ¿cómo se recibía esto hace 20 años?

Era distinto. Hoy se ha normalizad­o y no hablamos solo de términos generales, incluso ya jugadores individual­es manifiesta­n tener su propio psicólogo o su coach. Yo tenía esos estudios y esa formación, pero empecé a ver en las entrevista­s de entonces que se veía como cierto esnobismo y dije «a ver si nos estamos equivocand­o». Para los futbolista­s no era normal que un entrenador les preguntara ¿cómo te encuentras?, ¿te sientes importante? Son variables que te van dando pistas de cómo conducir a tu gente. Por lo menos yo lo veo importante.

¿Le gustaría volver a entrenar?

Yo quisiera terminar mi carrera profesiona­l como la comencé, aquí en España.

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AFP

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