La Razón (Madrid)

La misión pedagógica de Cristina López Barrio

La escritora presenta «La tierra bajo tus pies», Premio Azorín, donde recupera el gran proyecto cultural de la Segunda República

- J. O.

TodaToda novela tiene un origen y la escritora Cristina López Barrio comenzó contando el inicio de la suya: una consulta en Internet. Introdujo el nombre del poeta Luis Cernuda y enseguida le saltaron varios vídeos y entradas del célebre autor en las Misiones Pedagógica­s, aquella iniciativa impulsada por la Segunda República española que pretendía alfabetiza­r y extender la cultura en los pueblos, aldeas y ciudades más depauperad­os de la España de los años 30. Un proyecto que interrumpi­ría la Guerra Civil.

Con esta anécdota, la novelista presentó «La tierra bajo tus pies» (Editorial Planeta), obra ganadora del Premio Azorín 2024, una historia que vivió una tarde especial, ayer, en el Hotel Palace de Madrid arropada por escritores, como Fernando Benzo, Ana Merino, Sandra Aza, Manuel Munarriz y Javier Sierra, que hizo de conductor del acto. Es más, este galardón reunió a este último con la autora después de que quedaran, de manera respectiva, ganador y finalista del Premio Planeta (2017). Un hecho que los dos comentaron antes de dar paso a una conversaci­ón en la que se habló de Literatura y de Arte.

Cristina López Barrio admitió que las primeras fotografía­s que vio sobre las Misiones Pedagógica­s le inspiraron a escribir esta narración en un impulso que le llevó a dejar de golpe el trabajo en el que se encontraba inmersa y centrarse en la vida de un personaje peculiar, pero muy propio de aquella década: Cati, una muchacha de unos 23 años con cierto aire distinguid­o, elegante y con el aspecto de mujer extranjera que proviene de una familia aburguesad­a, pero también culta y con costumbres que parecen más europeas que españolas. De una familia que también es inconformi­sta y que no se atiene a los cánones que imperan en ese momento: su madre es sufragista y su padre lee el diario británico «The Times» en una época en la que el inglés todavía no estaba tan extendido como hoy.

Esta mujer encarnará todo el espíritu de ese instante. Ella representa a esas féminas que desafiaron las tradicione­s imperantes y que decidieron tomar las riendas de sus vidas y ser dueñas y señoras de sus propias decisiones. En su figura aparece un reflejo de las Sinsombrer­o. De hecho, ella es de Madrid, de ese Madrid que se abría a la charla, a los debates en los cafés, y donde las mujeres se atrevían a vestir a la moda europea. Esta joven que se lanza de lleno a abrazar a la modernidad y el progreso que se abre paso en esa España decide enrolarse en una misión inédita hasta entonces: extender la cultura a los rincones donde no había llegado.

Durante el diálogo que mantuviero­n Javier Sierra y Cristina López Barrio salió a relucir este esfuerzo que no solo llevó obras de teatro a las aldeas, no solo las películas que traía el cine, sino también la pintura que albergaba el Museo del Prado. El escritor, que es un excelente conocedor de los cuadros y de los secretos que esconden los lienzos de la pinacoteca madrileña, recordó esos óleos que triunfaban durante estás Misiones. «Las Meninas» de Velázquez eran muy populares, pero sobre todo resaltaba el éxito que tenía «La maja desnuda», de Goya. Sierra reconoció que durante mucho tiempo preguntó dónde habían terminado las copias que se habían hecho de estos lienzos y que se llevaron a diferentes pueblos para mostrarlos. Pero esa es una cuestión que no ha obtenido respuesta.

La obra de López Barrio no solo refleja el tiempo convulso que se vivía entonces; no solo es una historia de amor que surge durante la campaña que lleva a cabo, sino que además se erige como una excelente narración que aboga por la defensa esencial de la cultura y de la necesidad de que esta se extienda a todas las capas de la sociedad para que un país llegue a formarse.

Por este texto aparecerán nombres relevantes de nuestro pasado como son la Institució­n de Libre Enseñanza, su impulsor, Giner de los Ríos, y Manuel Bartolomé Cosío, que además de un célebre historiado­r del arte también era pedagogo. Para completar, una curiosidad es que el personaje de Cati está inspirado en la escenógraf­a y figurinist­a Victorina Durán, que vivió los aquellos aires de modernidad con enorme intensidad y que tuvo como profesor de pintura nada más y nada menos que a Julio Romero de Torres, con el que llegó a trabar un fuerte vínculo de amistad.

Javier Sierra recordó cómo copias del Museo del Prado se llevaron por toda la España de los años 30

 ?? ALBERTO R. ROLDÁN ?? Cristina López Barrio y Javier Sierra, ayer, en el Hotel Palace de Madrid
ALBERTO R. ROLDÁN Cristina López Barrio y Javier Sierra, ayer, en el Hotel Palace de Madrid

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain