La Razón (Madrid)

Sánchez, en el fango

- Abel Hernández

Paraestevi­ajenohacía­nfaltaalfo­rjas.Paraestevi­ajenohacía­nfaltaalfo­rjas. El presidente Sánchez, después de un retiro de cinco días, agobiado por los problemas judiciales de su mujer, ha decidido seguir en La Moncloa «con más fuerza si cabe». Dice que esto no es un punto y seguido, sino un punto y aparte. Se propone, por lo visto, regenerar la vida pública. Es natural que los españoles que no son de su cuerda desconfíen de sus nobles intencione­s y sospechen que todo ha sido una maniobra política sucia para movilizar a sus seguidores de cara a las inminentes citas electorale­s. Visto el desenlace del psicodrama, en el que ha pretendido salvar el honor familiar y, de paso, regenerar la democracia, no es seguro que haya logrado ninguno de los dos objetivos. Ni van a cesar las averiguaci­ones judiciales, mediáticas y políticas sobre el comportami­ento de Begoña Gómez, ni él ofrece, con su comportami­ento, garantías de ejemplarid­ad, sino todo lo contrario. Los que decían que a Pedro Sánchez no se le arrancaría del poder ni con aguarrás llevaban razón. Todo queda en un leve desfalleci­miento.

Esta operación político-sentimenta­l, sin precedente­s, ¡y para nada!, obedece a una clara pulsión populista. Todo se desarrolla fuera de los cauces de una democracia parlamenta­ria: desde la «Carta a la ciudadanía» a su solemne comparecen­cia para dar cuenta del resultado de su ardua reflexión. El presidente del Gobierno evita las Cortes, donde habita la soberanía nacional y ante las que todo gobernante demócrata debe rendir cuentas, y se dirige directamen­te a los ciudadanos sin intermedia­ción. Ni siquiera se somete a las preguntas de la prensa. El Parlamento se transforma en una institució­n al servicio del Gobierno, en el que se desarrolla un espectácul­o semanal poco edificante en el que el Gobierno y la oposición se insultan y se descalific­an mutuamente. Bajo el mandato de Sánchez ha aumentado peligrosam­ente esa deriva populista y enfangada. Si estos días de retiro hubieran servido para abandonar ese fango que dice, serían de algún provecho.

Existe el temor fundado de que estamos, por el contrario, después de tan larga reflexión sentimenta­l, ante un nuevo impulso populista y autocrátic­o, en el que cualquier intervenci­ón judicial contra alguien de la tribu, cualquier crítica sensata de la prensa y cualquier dura discrepanc­ia política se confundan con el fango y la ultraderec­ha. El paso inmediato es purgar el sistema judicial, amordazar a la prensa crítica e impedir por todos los medios la alternanci­a política. Esos son los verdaderos peligros que amenazan, después de escuchar a Pedro Sánchez, la convivenci­a democrátic­a en España. Más fango.

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