«NO HAY UN PROBLEMA DE DEMANDA EN EL TURISMO»
ResultaResulta curioso lo de nuestro presidente del Gobierno y su afán inagotable en soltar machada tras machada en cualquier circunstancia y contexto. El suyo es un mundo feliz. Incluso en la peor crisis de la democracia, su gobierno gobierno encadena acierto tras acierto y su etapa es lo más parecido a la llegada de un mesías que, ignorantes todos, nos conduce a la tierra prometida. Para dimensionar con tino el alcance de su proverbial aparición es preciso recordar esta sentencia homérica: «Se han salvado 450.000 vidas en nuestro país» . Tal eran sus cuentas. Y a ver quién discutía al ser superior capaz de librar de la muerte gracias a su providencial intercesión a centenares de miles de inocentes condenados. Pues algo así deben pensar todos los que en España componen la industria del turismo. Sin duda, tras las palabras del presidente en la 113 reunión del Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial del Turismo (OMT), el gozo los ha embargado. Todo va de acuerdo al plan. El orden de las cosas funciona y la preocupación no tiene sentido. «No hay un problema de demanda, pues se ha detectado un rápido aumento de las reservas cuando las condiciones sanitarias lo permiten. Hay un problema de movilidad», palabra de Sánchez. Acabáramos. Ni huevo ni gallina, movilidad. Aquí paz y después gloria, porque hasta el verano se habrá vacunado el 70% de los españoles y los visitantes regresarán como si tal cosa a nuestro país. Siempre habrá alguna alguna oveja descarriada o garbanzo negro que, cicatero hacia el líder, siembre la cizaña con que 2020 ha sido el año más negro de la historia de la industria del turismo, que las empresas del sector tienen pérdidas económicas de más de 100.000 millones de euros, que se ha retrocedido 30 años por la peor crisis que se recuerda o que ha sido el sector el que más empleo ha destruido. Derrotistas. O no entienden o no quieren entender el mensaje del presidente. La demanda existe, está ahí ante sus narices, lo que ocurre es que no la ven porque no creen. Solo hay que dar un salto de fe... en Sánchez.