La Razón (Nacional)

Mattarella asume el mando para salvar a Italia del caos político

El presidente inicia los contactos con los partidos para evitar el adelanto electoral

- Ismael Monzón - Roma

La guardia del Palacio del Quirinal volvió ayer a sus puestos. La imagen se repite periódicam­ente. El presidente de la República se reúne en privado con los representa­ntes de los partidos políticos, mientras la cámara enfoca a dos militares impasibles, de casi dos metros, que tratan de darle solemnidad al acto con una espada en la mano y un casco con plumas. Cuando esto ocurre significa que algo va mal. De nuevo una crisis de Gobierno. Resulta tan rutinaria en este país que el protocolo está perfectame­nte estudiado al milímetro.

El desfile de invitados sale del coche, camina por los pasillos y se reúne con el presidente, Sergio Mattarella. De puertas hacia fuera, los guardias simbolizan la espera. Adentro, donde se resuelven estos asuntos, tan solo el jefe de Estado italiano conoce todas las cartas.

Tras la dimisión del primer ministro, Giuseppe Conte, ayer se inició esta ronda de contactos con los presidente­s de la Cámara y el Senado. Mero trámite para estas dos figuras institucio­nales, que se tomaron un café y salieron sin hacer declaracio­nes. Lo importante se fragua por otro lado. Conte sigue intentando convencer a una docena de senadores para que apoyen el que sería su tercer mandato en esta legislatur­a. Sin embargo, la operación continúa al ralentí.

Solo a partir del viernes por la tarde, cuando hayan pasado por el Quirinal los representa­ntes de todos los partidos, Mattarella podrá tomar una decisión. El primer ministro en funciones aspira a recibir un nuevo encargo de

Gobierno, aunque la iniciativa ya no es suya, sino del presidente de la República, la llave maestra para desatascar las crisis políticas en Italia.

Con el calendario en la mano, esta responsabi­lidad le suele tocar una vez cada año y medio, que es la duración media de los Gobiernos en este país (ya van 66 en los últimos 70 años). Y esta vez, a pesar de la pandemia de coronaviru­s, y de que en unos meses toca gestionar la llegada de los fondos de recuperaci­ón europeos (209.000 millones de euros), Italia tampoco ha faltado a la cita.

Mattarella quería evitar este panorama a toda costa. Llegó a amenazar a los partidos con disolver las Cortes y convocar elecciones si no encontraba­n una salida negociada a la crisis. Sin embargo, las bravuconad­as llegaron hasta el final y ahora no queda más remedio que hallar una solución lo antes posible.

En este momento las opciones son básicament­e dos: que Conte encuentre una mayoría, por lo que el presidente confiaría en él para continuar en el cargo; o que fracase, lo que obligaría a todos los actores implicados a buscar un nuevo candidato a primer ministro. Surgen nombres, rumores y despistes, pero nadie quiere hablar de un segundo escenario antes de descartar el primero. Mientras, desde el Palacio del Quirinal filtran que «el presidente está muy preocupado por una crisis de Gobierno sin una salida clara, que se suma a una crisis sanitaria y a otra económica».

«Espera que durante las consultas exista la responsabi­lidad para seguir adelante y resolver los graves problemas de los italianos, porque la vía de las elecciones anticipada­s es complicada», añaden estas fuentes. Es decir, que a Mattarella le inquieta que la inestabili­dad complique la recepción de los fondos europeos y quiere una salida rápida.

El jefe de Estado podría asumir un papel contemplat­ivo ante los vaivenes parlamenta­rios de la política italiana. La Constituci­ón le otorga la prerrogati­va de intervenir, aunque nadie le obligue a ello. Sin embargo, la figura del presidente de la República italiana está muy lejos del modelo de monarquía parlamenta­ria español. Mientras en nuestro país el Rey se limita a recibir a los líderes de los partidos y a tomar nota, en Italia el presidente puede asumir el protagonis­mo y encargar la formación de Gobierno a quien él considere. Ha ocurrido en distintas ocasiones en el pasado.

La última, en 2011, cuando Silvio Berulsconi tuvo que dimitir y el presidente, Giorgio Napolitano, uno de los más intervenci­onistas de la historia reciente, colocó al tecnócrata Mario Monti como primer ministro. En este caso, se buscaría una figura de consenso con los partidos, pero la opción de un Gobierno técnico no está para nada descartada.

La crisis abierta ha alejado aún más a los ciudadanos de la política, que, según todas las encuestas, no logran entender los motivos por los que vuelven a ver en la televisión la imagen repetitiva de la guardia del Quirinal. Mattarella, el hombre que se ha encargado siempre de mantener el país unido, tiene la última palabra.

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EPA Sergio Mattarella vuelve a ejercer sus poderes constituci­onales para solucionar la crisis política

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