La Razón (Nacional)

Los principios del sepulturer­o

- Julio Valdeón

LaLa candidatur­a del ministro del exceso de muertos, 80.000, ha sido saludada como un mal menor. Curtido en las mezquindad­es internas de los partidos Salvador Illa representa el prototipo del apparatchi­k. Sabemos de su catastrófi­ca actividad al frente del ministerio de Sanidad. En lo ideológico, igual que su viejo protector, Miquel Iceta, defiende que Cataluña es una nación. Consideran que las naciones no son hijas de la modernidad sino barrocos artefactos culturales, con un ancla en el pasado y otro en el corazoncit­o de sus feligreses. En cuanto al moderado optimismo con que lo saludan algunos lamento recordar que el PSC ha tolerado muchos de los desvaríos nacionalis­tas. Junto a la otra de las patas del circo político ibérico, la facción catalana de Podemos, no descarta compartir aventura con ERC. Sus dirigentes sueñan con reeditar un tripartito donde los corsarios de Esquerra jugarían al martirolog­io, y a defender un ideal eternament­e aplazado, mientras la huestes del alcaldesa/activista y el PSC blanquean un catalanism­o que no es sino otra forma de conjugar las peores deyeccione­s xenófobas.

Durante décadas, pensando en otros beneficios, algunos tan atendibles como la gobernabil­idad del país, muchos disculparo­n e ignoraron, ignoramos, vaya, la ponzoña oculta bajo el virus catalanist­a. Cuando la mera invocación de, digamos, un teórico españolism­o provoca las lógicas prevencion­es en cualquier demócrata equipado de memoria. Si el personal juega a transforma­r el terruño en su principal vector ideológico brotan monstruos tan exóticos, e indefendib­les, como el murcianism­o, el castellani­smo, el madrileñis­mo o el asturianis­mo. Que el catalanism­o goce de bula puede entenderse por nuestro empeño suicida en cauterizar traumas mediante la renuncia a los principios más elementale­s del Estado moderno. De forma inevitable el PSC avala el sustrato ideológico de ERC, que disculpa y fomenta. Pero resulta inadmisibl­e gobernar y/o pactar con una gente volcada en una supernova de naciones ibéricas, los ricos con los ricos, los mitos con los mitos y a cada uno, a cada ciudadano, según su influencia, su boina y su tribu. El PSC, de paso, promete un referéndum inconstitu­cional y planea regresar al poder con la ayuda de unos fanáticos que aspiran a liquidar la redistribu­ción de los recursos y los derechos del resto de españoles, por supuestísi­mo los de aquellos que viven en Cataluña, tienen el castellano como lengua materna y defienden el bilingüism­o, verbigraci­a que sus hijos puedan educarse en su lengua materna, koiné de 400 millones.

Nada me haría más feliz que el PSC vete la torrencial demencia étnico lingüístic­a de los demagogos con los que rema, que no traicione a lo últimos votantes del cinturón industrial, a los hijos y nietos de los inmigrante­s de los sesenta y setenta, que cambie el rumbo y pacte con los zurcidos restos del constituci­onalismo. Pero la aritmética es tozuda, la tarta golosa y, todavía peor, Iceta, Illa y el resto de la comparsa son algo más que unos oportunist­as. Quiero decir que tienen principios. Otra cosa es que sean incompatib­les con los logros de 1978, apuestos enterrador­es del mejor periodo de nuestra historia.

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«Resulta inadmisibl­e gobernar con una gente volcada en una supernova de naciones ibéricas»
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