¿Llega un cambio de ciclo?
Hasta nueve partidos pueden conformar el Parlament más fragmentado de la Historia. La incertidumbre por la pandemia, el «efecto Illa» y la semilibertad inicial de los presos marcan el arranque de una campaña atípica
y a tener un papel clave en el Congreso. Un cambio de rumbo que ha provocado fuertes críticas dentro del independentismo –con JxCat más escorado en la unilateralidad– y cuyas consecuencias se verán en las urnas. De no lograr ser primera fuerza, los republicanos podrían sufrir una fuerte crisis y tener que virar hacia posiciones más radicales. ERC puede por el «efecto Illa»: los republicanos asumen ya el cambio de paradigma y sitúan al PSC como el rival a batir para espantar también los fantasmas del tripartito. A su favor, los republicanos cuentan con la semilibertad de Junqueras. y por el «procés». Si bien, la «operación Illa» también conlleva el riesgo de haber elevado las expectativas del PSC e involucra al propia Gobierno y ahora mismo tiene solo margen prácticamente para la victoria si no quiere salir con una lectura negativa de las elecciones. En cualquier caso, el PSC ha conseguido convertirse en el protagonista de la campaña electoral e Illa en el rival a batir, una circunstancia que permite concentrar todo el foco. Si bien, también un retraso de la cita electoral podría jugar en contra del PSC porque podría diluir el efecto de la «operación Illa».
de JxCat: sin la presidencia del Govern, JxCat se vería condenado a la oposición e irrumpirían nubarrones en el horizonte al ser también un partigo integrado sustancialmente por independientes, condición que siempre genera mayor inestabilidad. También está en juego los liderazgos internos: si Borràs consigue vencer, podría desbancar a Carles Puigdemont y se convertiría en la nueva lideresa del independentismo. Si bien, Puigdemont, si JxCat pierde, también vería amenazado su poder político sin la posibilidad de influir desde la Generalitat. un pacto a los socialistas antes incluso de que empezara la campaña electoral, un movimiento que el PSC ha desdeñado. En clave catalana, también se le achaca que la presidenta de Cs no diera el paso y se presentara a la investidura hace tres. A nivel electoral, el partido también juega la batalla de la derecha con el PP y Vox, sobre todo tras la marcha de Lorena Roldán al partido popular y las críticas del entorno de Albert Rivera a la estrategia de Arrimadas. Tras los comicios catalanes, a medio plazo está el temor de que los populares vayan comiendo terreno al partido naranja.
constitucionalismo en Cataluña. El primer paso se ha dado con un giro en la actitud: Fernández ha tratado de tomar la iniciativa con un discurso elaborado y propositivo para recoser y reimpulsar a la autonomía y recuperar la presencia del Estado. El segundo paso se ha dado con la puesta en marcha de una operación para reconstruir el centroderecha español, fragmentado más que nunca, con fichajes como Lorena Roldán o Eva Parera. Con estos fichajes, el PP aspira a penetrar en el caladero de votos de Cs y poner en valor sus siglas tras el desgaste sufrido años atrás.
momentos, Vox rondaría los siete escaños y estaría muy cerca del PP, unos resultados que, de confirmarse, serían muy buenos y tendrían una importante influencia para su crecimiento a nivel nacional. Conseguir cinco escaños ya sería suficiente para lograr grupo parlamentario, pero, si se queda muy por debajo, podría interpretarse también como un revés para un partido muy efervescente. En cualquier caso, Vox cuenta con la fortaleza de unas siglas libres de cargas del pasado y sin apenas desgaste, a diferencia de competidores como PP o Ciudadanos. como Cataluña: el partido morado, que ganó las elecciones generales de 2015 y 2016 en la comunidad, está supeditado totalmente a los «comunes» de Colau, goza de poca territorial más allá de la demarcación de Barcelona y su candidata es una de las menos conocidas entre el electorado de cara al 14-F. Por tanto, la presencia de Iglesias y los constantes guiños al soberanismo –tras la polémica de los «exiliados» y Puigdemont, ayer defendió la semilibertad de los presos calificándola de «gran noticia para la democracia»– marcarán la campaña y el futuro. ha despertado ya ciertos recelos en una formación de carácter asambleario. Además, habrá que ver cómo influye la desmovilización del independentismo radical en la calle, especialmente en jornadas clave del último año y la concentración en torno a JxCat. En el terreno ideológico, la CUP defiende que el referéndum, «o cualquier alternativa que permita a los catalanes decidir su futuro, debe ser la piedra angular de una hoja de ruta que contemple la desobediencia civil y la autotutela de los derechos como herramientas para conseguir el cambio político». juega el todo o nada este 14-F. Para ello, el PDeCAT cuenta con la carta de Artur Mas, quien ya intervino el otro día apelando al voto útil para evitar un tripartito y participará de forma activa en la campaña junto al exconsejero Andreu Mas-Colell. A nivel ideológico, la formación cuenta con los derechos electorales de 2017, hará valer la fama de gestión y pacto convergente y exhibirá músculo a nivel territorial. También su apuesta clara por un independentismo moderado, que rechaza la vía unilateral y opta por la negociación y la mano tendida con el Estado.