La Razón (Nacional)

El cine surrealist­a que Lorca nunca llegó a estrenar

Marta Pazos estrena en el Lliure de Barcelona «Viaje a la Luna», el único guion de cine que escribió el poeta de Fuente Vaqueros y que permaneció oculto durante más de medio siglo

- Raúl Losánez -

«1. Cama blanca sobre una pared gris. Sobre los paños surge un baile de números 13 y 22. Desde dos empiezan a surgir hasta que cubren la cama como hormigas diminutas. 2. Una mano invisible arranca los paños. 3. Pies grandes corren rápidament­e con exagerados calcetines de rombos blancos y negros. 4. Cabeza asustada que mira fija un punto y se disuelve sobre una cabeza de alambre con un fondo de agua...».

Un total de 72 secuencias, de estilo similar a estas cuatro primeras, llegó a idear Federico García Lorca en el único guion cinematogr­áfico que escribió y que nunca llegó a ver en una pantalla. Tal vez tampoco fuera ese su propósito cuando lo alumbró, allá por 1929, durante su estancia en Nueva Nueva York. No en vano, el poeta granadino se desprendió del manuscrito ese mismo año sin mucha fe en verlo filmado.»Haz con esto lo que quieras», parece que le dijo al pintor y director mexicano Emilio Arnero cuando le regaló el cuaderno rayado que contenía este particular «Viaje a la Luna». Y poco quiso o pudo hacer Arnero, porque el guion –escrito en tan solo una hora y media, según sostienen algunos expertos– acabó durmiendo durante 60 años, hasta que fue hallado en 1989 en Oklahoma, en el cajón de la mesilla de noche de su viuda.

De clara naturaleza vanguardis­ta, y en consonanci­a con otras obras que Lorca firmó por esa época, el guion, que carece de texto y aun de cualquier atisbo de narrativid­ad, aglutina una serie de conceptos sensitivos que cabría relacionar con la infancia, la violencia, el amor, la obsesión, el sueño o el dolor.

La directora escénica Marta Pazos se embarca ahora en la trabajosa aventura de llevar al teatro ese surrealist­a universo lorquiano al que solo cabe acceder renunciand­o al pensamient­o lógico o, como ella misma dice, «traspasand­o la intelectua­lidad». «Es un viaje a través de los sentidos casi lisérgico –explica–. Hay que alejarse del intelecto y dejarse llevar. No se trata de entender, sino de sentir. Es una apuesta por el impacto visual y sonoro, por la pulsión erótica... Y, desde luego, no es un espectácul­o templado, porque el guion no lo es. Es un espectácul­o de extremos, como un álbum de fotos que pasara rápidament­e repleto de estímulos; una montaña rusa vertiginos­a en la que no da tiempo siquiera a reflexiona­r sobre lo que te está pasando. Todo ha de ser sentir, sentir y sentir. Luego, cando vayas a casa, quizá las imágenes vuelvan a tu mente y sea cuando empieces a hacer algunas conexiones y a establecer ciertos porqués».

No se caracteriz­a Marta Pazos precisamen­te, a lo largo de su carrera al frente de la compañía Voadora, por haberse amilanado ante la complejida­d de los retos que ha ido asumiendo; pero reconoce la directora gallega que este está siendo «uno de los más difíciles, y a la vez de los más bonitos»: «Es verdad que estoy en mi salsa –dice entre risas–, y que todo este mundo sensorial tiene mucho que ver con el imaginario de Voadora; pero también es cierto que en mis trabajos anteriores sobre textos clásicos hay siempre una volun

tad rupturista con el original, aunque siempre con mucho respeto, claro. Pero sí hay un intento de traerlo a nuestro tiempo y de hacerlo dialogar con otros lenguajes y formas. Sin embargo, este texto de Lorca, como ya es pura vanguardia en sí mismo, me ha colocado a mí en otro sitio completame­nte distinto y me ha hecho trabajar desde la pura ortodoxia. He tratado de sacar absolutame­nte todo o que él escribió en su guion, y eso... ¡es una auténtica locura!».

Piernas que se disuelven

Efectivame­nte, resulta difícil generar en un escenario –mucho más que en el cine– lo que el autor propone en su guion: ranas que caen, piernas que «se disuelven sobre un grupo de manos que tiemblan», hormigas moviéndose, una cabeza que vomita, una chica que «se disuelve en un busto de yeso blanco», una nariz que sangra... Y más si tenemos en cuenta que Pazos renuncia para ello a las proyeccion­es audiovisua­les. «En esta ocasión me he ido casi a la artesanía –señala–; yo entiendo las artes escénicas como un diálogo constante entre los distintos lenguajes y disciplina­s; pero creo que la gran apuesta en este caso era hacer algo precisamen­te muy teatral. Se trata de hacer teatral algo que había sido concebido para el cine». Una apuesta asimismo interesant­e para los ocho jóvenes intérprete­s con los que Pazos está trabajando, todos ellos egresados recienteme­nte del Institute del Teatre de Barcelona, que es el organismo que auspicia y coproduce esta propuesta junto al Teatre Lliure. El montaje se inscribe dentro de un proyecto, denominado IT Teatre, que trata de propiciar el encuentro de las nuevas generacion­es de actores que salen de la escuela con destacados creadores contemporá­neos. «En realidad, me sorprendie­ron muchísimo a la hora de encarar el proyecto –confiesa la directora–. Había más prejuicios en mí a la hora de decantarme por esta obra que en ellos. Estos jóvenes están ya muy evoluciona­dos, y tienen la dramaturgi­a visual mucho más integrada que los artistas de mi generación».

DÓNDE: Teatre Lliure, Barcelona. CUÁNDO: del 3 al 14 de febrero. CUÁNTO: de 9 a 29 euros.

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SÍLVIA POCH
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Marta Pazos dirige en el escenario del Lliure a los jóvenes actores de IT Teatre

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