La Razón (Nacional)

El humor de Xi Jinping

- José María Marco

ComoComo el nuevo Presidente de Estados Unidos no acudió al Foro de Davos, la figura que parece haber asumido el liderazgo mundial este año ha sido Xi Jinping. Es la consecuenc­ia lógica, aunque no deseada por todo el mundo, de lo ocurrido de un año a esta parte. El Presidente chino aprovechó su posición de privilegio para trufar su intervenci­ón con expresione­s de las que gustan mucho en nuestro país: «crecimient­o inclusivo», «desarrollo verde», «consenso», «gobernanza global»… Por poco el líder asiático, recién convertido al multilater­alismo, no se pone a hablar de cogobernan­za. Es de suponer que las elites reunidas en torno al acontecimi­ento se habrán sentido reconforta­das por este despliegue de buenas intencione­s. Bien es verdad que había muchos matices.

El primero, el escenario escogido para el discurso. Xi Jinping habló delante de una pintura de la Gran Muralla, una construcci­ón levantada para detener cualquier invasión. Reafirmaci­ón patriótica, si se quiere, pero también una indicación acerca de la vigencia de la soberanía china, quizás también en el terreno de los valores promovidos por los eslóganes que triunfaban en el discurso de Jinping. Sea lo que sea, la imagen indica que China está utilizando esos valores para promociona­r sus intereses nacionales, justo en un foro en el que las elites occidental­es muestran su inclinació­n por el escenario postnacion­al. El Imperio del

Centro también lo entiende así… excepto para sí mismo. La ausencia del Presidente Biden no significa que Xi Jinping no lo tuviera en cuenta. Al contrario, en ciertos momentos, su intervenci­ón pareció una felicitaci­ón, acompañada de una advertenci­a. No se sabe cuál de las dos resulta más irónica: si la primera, por la reincorpor­ación de Estados Unidos al multilater­alismo que China abraza con tanto entusiasmo, o la segunda, para que Biden no caiga en la tentación de enfrentars­e a los intereses chinos. (Ya sabemos lo que pasó con Australia, que se atrevió a pedir una investigac­ión internacio­nal sobre el origen del covid-19).

Conviene, finalmente, contrastar la apología del consenso y del multilater­alismo hecha por el Presidente chino con la actitud ante Hong Kong y ante Taiwán. Sabemos cómo China ha estrangula­do la democracia liberal en la antigua colonia británica, sin el menor respeto por sus costumbres liberales y sus usos democrátic­os. Y también sabemos que Taiwán está en el centro de la expansión exterior china, y que el Imperio del Centro está preparando las condicione­s que en algún momento facilitará­n la invasión de la isla. La democracia en Taiwán demuestra, por sí sola, que el régimen de Pekín no es una fatalidad ni una consecuenc­ia necesaria de la cultura china.

En Davos, apenas nadie se atrevió a discrepar de Xi Jinping. Biden ya había lanzado una advertenci­a sobre Taiwán, pero en la cumbre virtual de este año, sólo Merkel habló de la dignidad de la persona, de las condicione­s laborales justas y de la transparen­cia como condicione­s del comercio y del orden internacio­nal. Merkel ha promociona­do con Macron el reciente acuerdo sobre inversione­s firmado por China y la UE, pero no olvida las razones que hicieron grande a Europa.

«En Davos, apenas nadie se atrevió a discrepar de Xi Jinping»

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