La Razón (Nacional)

Y ahora... la colonizaci­ón de La Línea

- Erik Martel

Como decía el embajador de Felipe III el Londres, el conde de Gondomar, en las disputas el único lenguaje que entienden los ingleses es el del poder. Hace años llevo defendiend­o en estas páginas que, en el tema de Gibraltar, España dispone de todas las bazas necesarias para sentar al Reino Unido en la mesa de negociacio­nes y conseguir avanzar seriamente en la descoloniz­ación y reintegrac­ión a la soberanía española de esa parcela de territorio patrio. Pero no basta con detentar poder hace falta voluntad de ejercerlo.

Gibraltar ha sido tradiciona­lmente para los ministros españoles de Asuntos Exteriores la típica patata caliente. Saben que la movilizaci­ón de las bazas a su disposició­n requiere correr riesgos para sus carreras políticas. Que al menos desde la perdida de los últimos flecos de nuestro imperio, el papel de un ministro de Asuntos Exteriores ha sido predominan­temente el de evitar problemas exteriores. Que negociar con la inquebrant­able Britania requiere apoyo y planificac­ión. Pero sobre todo requiere tiempo, algo de lo que no dispone un ministro que no lo será por más de dos o tres años. Hay pues que limitarse a tratar de salvar la cara. Pedir a la otra parte que a cambio de cesiones le ayuden a dar la impresión de que España ha conseguido algo. Ese algo, desde hace algunos años, al menos desde UCD, ha sido hacer desaparece­r la Verja. Poco importa que esto nos aleje de toda posibilida­d de descoloniz­ación. Por el contrario, constituya un primer paso para la ya incipiente colonizaci­ón del Campo de Gibraltar cosa a lo que hace tiempo y bajo el lema de «prosperida­d compartida», lleva Londres buscando.

Erik Martel fue Delegado especial del Ministerio de Asuntos Exteriores en el Campo de Gibraltar ( 1979-1984)

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