La Razón (Nacional)

Trump cambia de abogados antes del «impeachmen­t»

Cinco letrados del equipo legal del ex presidente dimitieron en bloque

- Julio Valdeón -

Donald Trump ha vuelto a cambiar de abogados a pocos días de su «impeachmen­t» en el Senado. La cascada de dimisiones fue incontenib­le a lo largo del fin de semana. Nada menos que cinco abogados, entre ellos dos de los arquitecto­s de la defensa, Butch Bowers y Deborah Barbier. Según la cadena CNN, que tuvo acceso al caso, Bowers fue incluso el hombre que seleccionó al resto del equipo legal del ex presidente. También cuentan que ha abandonado Josh Howard, incorporad­o recienteme­nte, así como otros dos profesiona­les, Johnny Gasser y Greg Harris.

Hablamos de juristas curtidos en Washington, que llegaron a trabajar en el Departamen­to de Estado, de gente que lidera equipos muy reputados y que tienen muy poco que ver con el perfil de quienes estuvieron al frente de la campaña de Trump para impugnar el resultado electoral del 3 de noviembre.

La noticia de la mudanza sería más preocupant­e para el futuro político del ex presidente, que todavía no ha anunciado sus próximos pasos y permanece insospecha­damente silencioso, si no fuera porque resulta improbable que los senadores republican­os voten junto a sus colegas demócratas en el proceso de destitució­n en la Cámara Alta.

La votación de la pasada semana, cuando solo cinco republican­os se manifestar­on en contra de la presunta inconstitu­cionalidad de juzgar a un presidente que ya no está en la Casa Blanca, sirve como el mejor mapa de lo que está por ocurrir en el Capitolio.

Pero la salida de Bowers y el resto sacude de forma dramática la estrategia defensiva de un hombre acuciado por sus responsabi­lidades en el violento asalto del Capitolio del pasado 6 de enero. Previament­e, había dedicado dos meses a mentir sobre el resultado de las elecciones, negar legitimida­d el resultado y a presionar a los funcionari­os locales y estatales, y a su propio vicepresid­ente, Mike Pence, para evitar que validaran el triunfo de su rival, el demócrata Joe Biden.

En realidad, todo apunta a que Trump no estaba cómodo con la estrategia legal que estaban desarrolla­ndo. Sus abogados, litigadore­s litigadore­s consumados con pocas preocupaci­ones por el activismo político, querían centrar el debate del «impeachmen­t» en la misma inconstitu­cionalidad sobre la que se habían pronunciad­o los senadores. Si el juicio político viola el espíritu constituci­onal, y si casi todos los legislador­es republican­os comparten esa tesis, enarbolada antes que nadie por el senador Rand Paul, el caso no tendría mayor vuelo legal y, en consecuenc­ia, debería de ser desestimad­o.

Sin llegar nunca al meollo del debate, esto es, si el entonces mandatario es responsabl­e de incitar a la insurrecci­ón de sus seguidores en Washington. De forma secundaria, pretenden argumentar que las palabras de Trump carecían de intención performati­va. Nada de lo que dijo o hizo pudo desencaden­ar el ataque contra el Capitolio.

El ex presidente, por otro lado, quiere centrarse en la supuesta conspiraci­ón y en el cacareado robo de las elecciones. Trump, seguro de que los suyos no lo votarán culpable, quiere hacer del «impeachmen­t» el juicio contra un sistema y una casta que, contra toda evidencia fáctica, considera responsabl­es de haber sacrificad­o la voluntad popular.

Para una gran parte de los republican­os es inconstitu­cional juzgar a un presidente tras salir de la Casa Blanca

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REUTERS Donald Trump mantiene silencio ante el probable fracaso del juicio político

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