Este Bono es un tesoro
El portero marroquí, brillante y sobrio a la vez, es uno de los artífices del buen momento del Sevilla: fichado para ser suplente, acumula 25 porterías a cero en 43 encuentros oficiales
La peripecia en el Sevilla de Yassine Bono (Montreal, Canadá, 5IV-1991) es sorprendente desde el mismo momento de su fichaje. El día de cierre del mercado estival en 2019, el portero internacional marroquí era el titular del Girona pero se produjo un efecto-dominó tan frecuente en el fútbol globalizado de hoy. El Manchester City, accionista del club gerundense, tuvo que renunciar al fichaje de Asier Riesgo debido a la intrincada legislación laboral británica y lo pasaportó hasta Cataluña. Monchi, que es un lince, acababa de mandar a Sergio Rico al PSG, así que se hizo con la cesión Bono –un suplente fiable para Vaclik–a precio de saldo con una irrisoria opción de compra no obligatoria de cuatro millones que ejerció a finales de agosto. Hoy, una Europa League después, vale siete u ocho veces eso.
Los números del guardameta quebequés en el Sevilla son asombrosos. En 43 partidos oficiales jugados, ha sumado 31 triunfos, seis empates y otras tantas derrotas y ha conseguido dejar la puerta a cero en 25 ocasiones. Imbatido en el 58% de los partidos, también obra milagros cuando encaja goles, como demostró recientemente deteniendo penaltis en los minutos finales en los campos del Betis (1-1) y Alavés (1-2). Titubeante en las salidas, el internacional alauí se beneficia del poderío aéreo de su fantástica pareja de centrales, Diego Carlos y Koundé, para tapar su defecto más llamativo mientras se exhibe permanentemente bajo los palos y participa con solvencia en la salida del balón gracias a su sangre fría y a su soberbio juego con los pies.
El asentamiento de Bono en la portería del Sevilla, sin embargo, no fue un proceso sencillo. Hasta febrero pasado, Lopetegui sólo le concedió la fase de grupos de la Europa League ante rivales ciertamente flojos y dos eliminatorias de Copa contra equipos de Tercera. Debutó en Liga en Getafe, en el descanso en la jornada 25, al suplir al lesionado Vaclik y volvió al banquillo en cuanto el checo pudo reaparecer a causa, sobre todo, de una cantada contra el Cluj en los dieciseisavos del torneo continental que habría eliminado al Sevilla de no haber mediado in extremis el VAR.
Pero la inestable rodilla de Vaclik le ofreció otra oportunidad en las últimas jornadas de Liga que sí aprovechó. Brillante en Bilbao y San Sebastián, donde el Sevilla amarró la cuarta plaza, Lopetegui lo mantuvo en el once en la fase final de la Liga Europa celebrada en Alemania en agosto, donde encadenó gesta tras gesta hasta subir al altar de los santos milagreros del fútbol hispalense: penalti detenido contra el Wolverhampton (1-0) en cuartos, media docena de paradones frente al Manchester United en semis (2-1) y mano a mano ganado a Lukaku en la final ante el Inter (3-2) con el marcador empatado... ¿Qué más se le puede pedir? Pues resulta que hoy le piden una semifinal de Copa...