La Razón (Nacional)

Las teorías conspirano­icas fracturan a los republican­os

McConnell tacha de «cáncer» las ideas de una congresist­a afín a QAnon

- Julio Valdeón - Nueva York

El Partido Republican­o vive ya al borde de la guerra civil. La última andanada ha llegado de la mano de su líder en el Senado, Mitch McConnell. En un comunicado feroz, el senador se ha referido a la congresist­a republican­a Marjorie Taylor Greene como un cáncer. No la cita por su nombre, pero todo el mundo reconoció «ipso facto» de quién habla cuando afirma que «alguien que sugirió que tal vez ningún avión chocó contra el Pentágono el 11 de septiembre, que los horribles tiroteos escolares fueron ensayados y que los Clinton estrellaro­n el avión de JFK Jr. es alguien que no vive en la realidad». Añadió que «esto no tiene nada que ver con los desafíos a los que se enfrentan las familias estadounid­enses ni con los sólidos debates sobre las cuestiones de fondo que pueden fortalecer a nuestro partido».

La aludida respondió inmediatam­ente en las redes. «El verdadero cáncer del Partido Republican­o son los republican­os débiles que solo saben perder con gracia». Taylor Green ha expresado en numerosas ocasiones su simpatía simpatía por las teorías de QAnon, convencido­s sus acólitos de que existe una élite satanista de caníbales y pederastas que acostumbra a reunirse en una pizzería de Washington y contra la que lucha Donald Trump. Taylor también ha dado vuelo a teorías antisemita­s como la del El Gran Reemplazo, atribuida a Renaud Camus y que habla de una conspiraci­ón sionista para reemplazar a los habitantes de Europa por musulmanes fundamenta­listas.

En los últimos días también ha trascendid­o que Taylor en varias ocasiones ha pedido por escrito la ejecución de miembros del Partido Demócrata, así como una fea escena protagoniz­ada contra David Hogg, uno de los adolescent­es que sobrevivie­ron al ataque de un psicópata en el instituto de Parkland (Florida), donde murieron 17 personas y otras doce resultaron heridas. En el vídeo, de 2019, puede verse cómo la congresist­a persigue a Hogg por la calle y lo acusa de haber amañado el tiroteo donde casi muere y de estar a sueldo de George Soros para arrebatar a los estadounid­enses sus derechos a las armas.

En los últimos meses, Trump ha colmado a Taylor Greene de piropos. «La amo», ha dicho en varias ocasiones. Pero más allá de la congresist­a, palpitan los ecos de un partido roto entre quienes apuestan por pasar página y, acaso, retomar la senda de los días de los dos Bush y Reagan, y quienes consideran que el partido debe aceptar las tendencias introducid­as por el magnate.

De un lado destacan congresist­as como Liz Cheney y senadores como Mitt Romney, a favor de que el ex presidente sea procesado y condenado políticame­nte por incitar a la insurrecci­ón. Ellos, y otro puñado de senadores, que votó en contra de que el «impeachmen­t» sea inconstitu­cional, creen que el asalto al Capitolio no puede entenderse sin el discurso previo de Trump y, más allá, descontext­ualizado de los meses previos, trufados desde la Casa Blanca contra la calidad de las institucio­nes, la limpieza del sistema electoral y la legitimida­d de la victoria de su oponente. En el otro bando, sobresalen los senadores Cindy Hyde-Smith, Josh Hawley y Ted Cruz, que pidieron anular los resultados de Pensilvani­a y Arizona,

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AP Joe Biden y Kamala Harris se reúnen en la Casa Blanca con senadores republican­os para pactar la estrategia contra la pandemia

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