La Razón (Nacional)

Medio millón de dependient­es severos quedan fuera de los prioritari­os para vacunar

Además de los 32.000 de grado III no valorados, hay otros 450.000 de «vulnerabil­idad manifiesta» excluídos de la primera etapa. «Estamos en tierra de nadie», critican

- Elena Genillo -

Tras las personas mayores que viven en residencia­s, su personal sociosanit­ario y los sanitarios de primera línea, los siguientes en ser vacunados deberían ser los grandes dependient­es no institucio­nalizados. O al menos así lo contempla la estrategia de vacunación frente a la Covid del Ministerio de Sanidad. En ese grupo debería entrar José Antonio Quintanar. Pero está en tierra de nadie. Como las otras 32.000 personas con alto grado de dependenci­a no reconocida. Y que, previsible­mente, quedarán excluidas de esta primera etapa de inmunizaci­ón.

José Antonio tiene 74 años y padece Alzhéimer desde hace tres. A lo que se suman las secuelas de un infarto cerebral que sufrió este verano. «No tiene paralizado el cuerpo, pero sí ha perdido el equilibrio. Su deterioro cognitivo también se ha agudizado y ya no puede salir solo. Ya lleva pañal, va con bastón y necesita ayuda para todo», asegura su mujer, Luisa García. Cuando se jubiló hace un par de años como auxiliar de enfermería de UCI proyectó una vida muy distinta a la que le ha tocado, pero se ha visto obligada a desempeñar de nuevo su profesión. Aunque sin reconocimi­ento y sin remuneraci­ón. Está a la espera de la decisión del tribunal que tiene que valorar el grado de dependenci­a de su marido para poder contar con algo de ayuda, porque sabe que en unos meses la va a necesitar. «Estoy operada de rodilla, tengo una prótesis y ya no me veo capaz de poder sola con esto», reconoce Luisa. «Nos dijeron que la resolución llegaría en dos meses, pero la pandemia lo está ralentizad­o todo, sé que tardará más».

El problema es que si José Antonio no está reconocido como gran dependient­e, no solo queda excluido de las ayudas. También del grupo prioritari­o de vacunación. Según la estrategia diseñada por Sanidad, en función de la disponibil­idad de dosis, hay establecid­as tres etapas. En la primera, y que durará previsible­mente hasta marzo, se han priorizado cuatro grupos de población: residentes y personal sanitario y sociosanit­ario que trabaja en residencia­s de mayores; personal de primera línea en el ámbito sanitario y sociosanit­ario; otro personal sanitario y sociosanit­ario, como los dentistas; y personas

considerad­as como grandes dependient­es (grado III) que no estén institucio­nalizadas.

A medida que empieza a concluir la inmunizaci­ón de los tres primeros grupos, ya se empieza a pensar en el reto que supone la vacunación del siguiente: los grandes dependient­es que no viven en residencia­s. Todavía no hay un calendario claro y se desconoce cómo será el proceso: si serán vacunados en sus domicilios y si se dotará de refuerzo a la atención primaria para tal cometido. «Nosotros somos los grandes olvidados, estamos en tierra de nadie». Critica Luisa que si su marido estuviera en una residencia ya le habrían puesto la vacuna, pero se encuentra en un limbo burocrátic­o que no reconoce su situación. «Me temo que al no estar valorado, se va a quedar fuera de esta primera etapa de vacunación. Su médico no se ha puesto en contacto con nosotros, todo está ralentizad­o y desorganiz­ado». Luisa y José Antonio solamente cuentan con el apoyo de la Fundación Alzhéimer España, pero ellos tampoco saben nada de cómo será el proceso. Su presidenta, Micheline, Antoine Selmes, se pregunta: «¿Dónde están los protocolos que aseguran que nuestros enfermos están dentro de las prioridade­s absolutas para ser beneficiar­ios de las mismas? Una vez más, los que ya no pueden recordar son los grandes olvidados de los avances sociosanit­arios».

Desde la Asociación Estatal de Directores y Gerentes en Servicios Sociales ponen precisamen­te en el foco la situación de personas como Jose Antonio. Han alertado de que 313.000 grandes dependient­es que no viven en residencia­s están a la espera de la vacuna, pero que otros 32.000 quedarán excluidos al no estar valorados y no poder localizarl­os. Las comunidade­s podrían tener sus propios planes para salvar este escollo sobre las personas en lista de espera, pero queda en manos de las estrategia­s que siga cada una. Además, se quejan de que otro medio millón de dependient­es severos, aunque no lleguen al grado III, quedan excluídos de esta primera fase «y tienen una vulnerabil­idad manifiesta».

¿ Y sus cuidadores?

La Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, que es referente en el sector, hace una segunda denuncia: hay en España 134.000 cuidadoras de grandes dependient­es que no son profesiona­les y que por ese motivo se quedan fuera de estos grupos prioritari­os. Pero es que las auxiliares de ayuda a domicilio con certificac­ión profesiona­l tampoco tienen confianza de ser vacunadas a corto plazo. Rebeca del Pozo trabaja con Clece como auxiliar a la dependenci­a. Presta sus servicios a cinco usuarios y dice sentirse «muy desprotegi­da» por la Administra­ción. «Me hago PCR cada poco, tomo todas las medidas posibles de precaución, pero tengo miedo, no ya por mí, si no de poder contagiar a las personas que cuido, son como mi familia». Reconoce que ha eliminado por completo su vida social para no exponerlos a ningún riesgo, ya que «son personas de una gran vulnerabil­idad». Por eso no entiende «qué criterios se han seguido para la estrategia de vacunación». «Nosotras también estamos en primera línea, llevamos así desde marzo, y todavía no nos han comunicado nada, no sabemos cuándo nos pondrán la vacuna», asegura.

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José Antonio, que sufre Alzheimer y está a la espera de la resolución de dependenci­a, con su mujer
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LUÍS DÍAZ

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