Paisajes nocturnos

Obras de Fernández-Barrero, Mozart y Beethoven. Piano: Dmytro Choni. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director: B. Brönnimann. Auditorio Nacional, Madrid, 8-II-2021.

En una cuidada interpretación dominada por el gesto claro, sin batuta, del suizo Brönnimann –quien la estrenó al frente de la Sinfónica de Galicia en 2017– , hemos podido conocer el «Nocturno Sinfónico» de Marcos Fernández-Barrero. Desde el comienzo admiramos la fantasía para plasmar atmósferas nocturnales, para combinar timbres. Se alternan veloces ráfagas. Es cierto que, a veces, el afán de superponer, de enriquecer las múltiples capas lleva al autor a exagerar contenidos. Es música que podríamos calificar de ecléctica y que revela una muy buena mano para enlazar y relacionar células y frases de extracción melódica, que conforman el lenguaje de Barrero, que, como dice Eva Sandoval en sus notas, «muestra un caleidoscopio de influencias técnicas y estéticas en el que confluyen la experimentación tímbrica con el minimalismo, el folklore, el flamenco o el jazz». El «Concierto nº 20, K 466» de Mozart sonó en las manos de Dmytro Choni, último ganador del Concurso Paloma O’Shea de Santander, con extraordinaria limpidez. Dentro de un «clasicismo apolíneo». Un Mozart esbelto antes que poético. Como bis, una paráfrasis del concierto de Alfred Grünfeld sobre temas de «El murciélago», de Strauss hijo. Magnífica exhibición. No alcanzó la misma altura la interpretación de la «Sinfonía nº 1», de Beethoven, ofrecida de manera espesa, con líneas poco claras y planos mal calculados. Fraseo pesante, a despecho de que los «tempi» fueran ligeros. Indiferenciación tímbrica, borrosidades, especialmente en el «Trío» del «Minueto» (o «Scherzo»). Todo sonó muy fuerte y desgarbado.