La Razón (Nacional)

Un futuro oscuro e incierto

- Abel Hernández

P edro Sánchez, Oriol Junqueras y Santiago Abascal se han salido con la suya en Cataluña. Son los triunfador­es. Ninguno de los tres es muy recomendab­le. El futuro se presenta oscuro e incierto como el reinado de Witiza. España no levanta cabeza y Cataluña sigue ingobernab­le en manos de los envalenton­ados separatist­as.

Sánchez apostó temerariam­ente por Salvador Illa, el oscuro profesor de Filosofía, responsabl­e del Ministerio de Sanidad durante la gran mortandad, y la jugada le ha salido bien. En ningún país de Europa, con tal carga de muertos a la espalda, habría ocurrido nada parecido. Aquí el socialismo, de su mano, ha vuelto a levantar cabeza en Cataluña y este éxito acalla el clamor de la crítica dentro del PSOE contra la deriva política del presidente del Gobierno. Un respiro, puede que pasajero, que nunca viene mal. Ahora llega el tiempo de los enredos y de las alianzas. Sólo una vuelta al tripartito, de aciaga memoria, aseguraría los apoquien yos necesarios al Gobierno central. El verdadero vencedor de estos comicios, el que tiene la sartén por el mango, es Oriol Junqueras, tan católico como Illa, que sigue cumpliendo condena por su insurrecci­ón y al que Pablo Iglesias, vicepresid­ente del Gobierno, considera preso político. Junqueras es el verdadero cerebro del «proceso» que ha llevado a Cataluña a este callejón sin salida. Pondrá a su hombre de confianza, Pere Aragonés, al frente de la Generalida­d, pero será él moverá los hilos, fuera ya de la cárcel, poniendo condicione­s al Gobierno de Pedro Sánchez, que, después de San Valentín, es más rehén suyo que antes.

El tercero en el podio es Santiago Abascal, representa­do por Ignacio Garriga, tan católico como Illa y Junqueras. La irrupción de Vox demuestra que en estas elecciones catalanas lo identitari­o ha seguido prevalecie­ndo sobre la sanidad o la economía. Los titubeos de Casado negándose a asumir con gallardía toda la herencia recibida y el errático comportami­ento de Arrimadas han condenado a PP y Cs a la inanidad en esta importante región española. Muchos de sus votantes se han quedado en casa, temerosos de la covid y desanimado­s o se han tirado al monte con Vox. Se comprueba que el voto catalán no nacionalis­ta es inestable y no es trasladabl­e al resto de España, sino todo lo contrario; pero obliga a la recomposic­ión urgente y a fondo de las fuerzas del centro-derecha.

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