La Razón (Nacional)

El PSG desnuda al Barça con un hat trick de Mbappé (1-4)

El PSG, con más físico, más ganas y más fútbol, destroza al Barça en el Camp Nou para sumar una nueva debacle a las de los últimos años. La estrella gala se exhibió delante de Messi

- Francisco Martínez

Había cierta inquietud por ver qué Barcelona se iba a ver en la Champions y la realidad fue dura. El PSG le dio un puñetazo en la cara, un golpe de realidad, para sumar una nueva debacle en la Champions a todas las que colecciona en los últimos años. Otra goleada, y gracias. Queda un partido de vuelta, sí, pero eso ya no se sabe si es para bien o para que la herida sea más grande, porque visto lo visto pensar en una heroicidad en París es poco menos que imposible. El fútbol ha visto antes cosas así, pero las sensacione­s que transmite el equipo azulgrana son pésimas cuando enfrente tiene a un transatlán­tico. Dio la sensación de equipo pequeño, diminuto. Primero engañaba el marcador porque se puso por delante, pero en la segunda parte empezaron a caer los goles, las llegadas de Mbappé, muy protagonis­ta, y la incapacida­d del conjunto español. Messi no se rebeló, Pedri se vio superado, De Jong no se impuso... Una fotocopia de lo sucedido las temporadas anteriores. Otra debacle. La velocidad de Mbappé destrozó a Dest y a todos y cada vez parece más del pasado eso de «tenemos a Leo, el mejor del mundo». El argentino fue testigo de la exhibición de la estrella francesa, que se coronó en un gran escenario, al que sólo le faltó público. El PSG tuvo más piernas, más actitud y más fútbol. El Barça fue desbordado con el balón y sin él, porque perdía todos los duelos individual­es. Un golpe a la moral de un Barça que llegaba con esperanza tras su mejoría en 2021, pero no. Esto es lo que hay. Ahora mismo no es uno de los ogros de Europa.

El peligro lo estaba llevando Kean con su velocidad por la banda derecha, pero el que resolvió fue Mbappé. La estrella del PSG no necesitó ni medio metro y la protección que da estar dentro del área para marcharse de Piqué y Lenglet y lograr el empate. Pocas aparicione­s estaba teniendo (de momento), pero lo hizo para marcar. Lo mismo se puede decir de Messi, que no desaprovec­hó un penalti que le hicieron a De Jong por un tropezón de Kurzawa. Una acción de esas grises en las que el VAR no dice ni «mu», que Leo resolvió con solvencia. A continuaci­ón Dembélé tuvo el segundo, pero remató flojo, y justo después llegó la igualada que sirvió al conjunto francés para venirse arriba. Estaba siendo un choque con cierto equilibrio, pero en el último cuarto de hora antes del descanso mandó el conjunto de Pochettino y de ahí hasta el final. Fue el comienzo de lo que terminaría siendo una paliza.

Pedri consiguió combinar una vez con Griezmann para que Keylor Navas hiciera su única parada de la primera parte. El canario y el francés destacaron más por su trabajo defensivo que en ataque, lo que refleja que al Barcelona no le estaban saliendo las cosas como pensaba. En ningún momento había sido el dominador del encuentro. Tampoco es que fuera un desastre en ese momento, pero no dio señales de poderío ni metió miedo. Vivía de acciones aisladas y le costaba combinar en zona de peligro ante un PSG con Verratti haciendo de todo: recuperand­o, repartiend­o juego, asistiendo, pues el tanto de Mbappé fue a continuaci­ón de un toque sutil suyo. No lograba el

equipo azulgrana jugar y tampoco consiguió mantener mucho tiempo la ventaja que había obtenido. A Koeman no le gustaba lo que veía y los gritos de Piqué señalaban el desastre. El capitán reapareció «sin anestesia», después de casi tres meses de baja, y tuvo que despejar muchos balones por tierra y por aire. Pero se le notó falto de ritmo. No lograba el Barcelona encontrar a Messi y por eso su producción ofensiva se reducía a lo mínimo. No le funcionaba la presión ni la circulació­n del balón.

La exhibición de Mbappé no había hecho más que comenzar. Formando dúo con Kurzawa por la izquierda, se convirtier­on en una pesadilla para Dest, y Koeman tampoco puso soluciones al descanso. Comenzó el crack galo a tener espacios, a correr, a driblar, a dejar atrás también a Piqué. No marcaba y el Barça todavía podía dar las gracias porque estaba absolutame­nte desbordado. Tiró una falta Messi, pareció calmarse la situación con alguna posesión larga, pero Mbappé encontró el segundo en una acción en la que Ter Stegen dudó en la salida, y Kean hizo el tercero a balón parado. Llegaron los goles que se habían escapado antes. Fue justicia tardía, mientras que los azulgrana, nada de nada. No podían, no sabían y la moral cada vez estaba más por los suelos. El último tramo de ataque sólo sirvió para que Mbappé se volviera a exhibir en una contra que resolvió con un tiro a la escuadra, para decir delante de Leo Messi que el rey es él.

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Messi, hundido tras uno de los goles del PSG, que pasó por encima del Barça en el Camp Nou
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