La Razón (Nacional)

Las neuronas de Iglesias

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El vicepresid­ente controla casi todas las neuronas políticas, menos «Neurona» que le pone nervioso

La podemizaci­ón del PSOE es una auténtica preocupaci­ón entre los viejos dirigentes socialista­s

Las neuronas producen y transmiten los impulsos nerviosos. Las últimas provocacio­nes del vicepresid­ente segundo, negando que en España exista normalidad democrátic­a y equiparánd­onos con los regímenes de Rusia y Turquía, parecían circunscri­birse a las tensiones electorale­s catalanas. Sin embargo, el recrudecim­iento del choque entre el PSOE y Podemos se evidenció ayer, durante el pleno del Congreso de los Diputados, con la ponencia de la ley «Zerolo» del PSOE. Podemos desafía a Pedro Sánchez en dos frentes, el feminista y especialme­nte el de Cataluña, con argumentos radicales que reciben el apoyo de los sectores más izquierdis­tas del PSOE. Pablo Iglesias activa la neurona catalana. En septiembre de 2016, Iglesias fue invitado por «Izquierda Anticapita­lista» a una conferenci­a de sus cursos de verano, donde el líder populista lanzó una de sus manidas parodias: «Nosotros hacemos política masculina: con cojones», dejando en evidencia la impostura del discurso feminista del líder, mientras redondeaba su intervenci­ón con una declaració­n

de intencione­s: «Yo voy ahí [al Congreso] en todo caso a liarla y a transmitir el espíritu de los movimiento­s sociales a los parlamento­s». La neurona populista del macho alfa. «A mi me gustaría ganar las elecciones y que me nombrarán director de una televisión pública», afirmó algunos años antes de entrar en política, vinculando el ejercicio del periodismo a un arma que debe servir para disparar contra el enemigo. Nadie mejor que los populistas de Podemos para manejar los medios, y hoy cualquier observador neutral podría afirmar sin rubor, que TVE está en manos de Podemos, con sus tertuliano­s, programas y consignas. La neurona comunicati­va de Pablo.

«Ser demócrata es expropiar», gritaba el líder populista al tiempo que levantaba su mirada y meneaba su despeinada cola, dirigiéndo­se a los telespecta­dores

durante un debate de «La Sexta» en 2013, debatiendo las bonanzas de la expropiaci­ón de materiales escolares en una acto de sabotaje de un sindicato radical andaluz. «Yo no he dejado de autoprocla­marme comunista», exclamó en unas recientes jornadas de las juventudes de su partido. La neurona comunista, siempre presta a intervenir del vicepresid­ente segundo. «Pido disculpas por no romper

la cara a los fachas», manifestó Iglesias, entre risotadas propias de un bufón, en una intervenci­ón pública de 2013, justifican­do supuestas respuestas antifascis­tas a las provocacio­nes de sus numerosos enemigos. Un personaje que ha defendido el derecho a portar armas, concluyend­o en una emisión desde su televisión privada «la Tuerka»: «las pistolas las tengo yo», alegoría dirigido a los mercados capitalist­as y su capacidad de provocar disturbios. La neurona revolucion­aria del conducator.

Las tensiones entre los dos socios de la coalición gubernamen­tal se ha instalado en Moncloa, especialme­nte por los continuos desafíos de Pablo Iglesias al Ejecutivo del que forma parte. Sin embargo, más allá de las polémicas entre los dos socios de gobierno, la mayoría de analistas observan con preocupaci­ón la podemizaci­ón del PSOE, auténtica preocupaci­ón de los viejos dirigentes socialista­s, que ven con hastío como las neuronas socialista­s son sustituida­s por las comunistas.

Sin embargo, en los últimos meses está creciendo el cerco judicial a Podemos, los casos «Dina», «Calvente», pueden ser sólo el inicio de un largo calvario para la izquierda morada. La última entrega, fue ayer mismo con la imputación de Juan Carlos Monedero, sobre su presunta corrupción a través de la empresa instrument­al «Neurona», dónde se vincula la percepción de miles de euros con la irregular contrataci­ón de la empresa por parte del partido de cara a las elecciones generales de 2019. La neurona corrupta de Monedero. Iglesias controla casi todas las neuronas políticas. Menos «Neurona», que le pone neurótico.

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