¿Es una victoria de los obispos?
El informe de Moncloa, ¿es una victoria para los obispos?
En realidad, es un triunfo de la legalidad y de la transparencia. Durante los últimos años se ha querido mostrar que la Iglesia había actuado con oscurantismo apropiándose de terrenos, viviendas o locales que no eran suyos, arrebatándoselo lo mismo a ayuntamientos que a ciudadanos anónimos. Sin embargo, este pormenorizado estudio desvela que todo se hizo acorde con la documentación requerida. De esta manera, se acaba con una de las constantes reivindicaciones anticlericales para minar la credibilidad de la Iglesia, junto con el pago del IBI o el intento de buscar irregularidades en las cuentas de la Iglesia, en especial en los ingresos precedentes de las donaciones de los contribuyentes a través del IRPF.
¿Era de esperar un informe así?
Los obispos siempre han mostrado públicamente tranquilidad respecto a esta cuestión, confiando en que no se actuó de manera ilegal, pero tampoco inmoral. Sabían que se trataba de uno de los objetivos a cumplir por el Gobierno de Coalición y, desde ahí, siempre se mostraron abiertos a facilitar toda la información que se requiera cuando comenzaron las reuniones bilaterales entre Moncloa y los obispos en verano. Tras un primer barrido de datos y varios encuentros de tanteo entre el equipo designado por Carmen Calvo, las pretensiones socialistas se fueron desinflando al comprobar que había poco donde rascar y, sobre todo, poco bajo las alfombras de las sacristías en esta materia.
Aun así, ¿puede haber alguna inmatriculación irregular?
La propia vicepresidenta Calvo ha dejado claro que no hay «ningún desfase» en el informe, pero sí dejaba la puerta abierta a posibles reclamaciones. Desde el Episcopado están abiertos a reclamaciones que, bajo ningún concepto según sus estimaciones, serían significativas ni podrían abrir una causa general de credibilidad.
¿Qué reacción ha generado este informe en Moncloa?
Con el informe se acaba con una de las constantes reivindicaciones anticlericales para minar la credibilidad de la Iglesia
En los últimos meses, el Ejecutivo está descubriendo que en materia económica y de gestión de patrimonio, los obispos, no solo están bien asesorados, sino que se han tomado en serio la máxima de la transparencia financiera, conscientes de que en una sana rendición de cuentas se juegan el aval de la opinión pública para realizar su labor pastoral y social en favor del bien común.
¿Influirá en las relaciones Iglesia-Estado este informe?
No es de esperar que esto suponga un antes y un después en la hoja de ruta del equipo de Pedro Sánchez. Así pues, seguirán adelante en su intento de que la Iglesia pague el IBI de los edificios no destinados al culto o a fines sociales. Este empeño supondría reformar la Ley de Mecenazgo, por lo que de la misma manera que las instituciones eclesiales tendrían que abonar el impuesto, también afectaría, por ejemplo, a los partidos políticos y a los sindicatos. De la misma manera, tampoco desviará ni un ápice los planes socialistas de reformar la eutanasia, el aborto o la puesta en marcha de la Ley Celaá, cuestionada por la escuela católica.
¿Son entonces tensas las relaciones entre el Gobierno y los obispos?
No. Los obispos mantienen una relación cordial, conscientes de todos los frentes abiertos por el Ejecutivo. El liderazgo institucional del cardenal Juan José Omella como presidente de la Conferencia Episcopal, así como del secretario general, Luis Argüello, para cuestiones operativas, configura un tándem que ha deparado más de una sorpresa en Moncloa, en tanto que no se esperaban enfrente a una cúpula episcopal con tanto conocimiento de la realidad política, social y económica del país y que se manejen con tanta soltura. Ambos, junto a otras figuras clave como el recientemente fallecido arzobispo castrense Juan del Río, han roto con el imaginario del obispo alejado de la realidad y como enemigo «per se» por su colaboración en los momentos más duros de la pandemia y un talante dialogante, que no naif, cargado de perspicacia. Además, la visita de Pedro Sánchez a Roma confirmó el hilo directo que el Papa tiene con la cúpula de los cardenales Omella y Osoro, por lo que la estrategia inicial de Moncloa de presentar a Francisco como amigo y a los obispos españoles como antítesis no resulta viable.