Purga a los antitrumpistas del Partido Republicano
Censuran al senador Burr por votar a favor del «impeachment»
Un fantasma recorre el espinazo del Partido Republicano, y no es precisamente el del anhelado viraje hacia la centralidad. Más bien una parte importante de sus altos cargos empuja para depurar a los elementos más significados contra la deriva populista abanderada por Donald Trump. Los últimos casos no pueden ser más llamativos e icónicos. Así, el senador Richard Burr, representante por Carolina del Norte, uno de los siete que votó para condenar al ex presidente en el impeachment, ha sido censurado unánimemente por la sección estatal de los republicanos. En un comunicado, el comité central de los republicanos de Carolina del Norte justifica al senador, que acumula tres periodos en la Cámara Alta y está cerca de jubilarse, porque considera que el intento liderado por los demócratas de acusar a un ex presidente se encuentra fuera de la Constitución de los Estados Unidos. Lo curioso es que Burr había votado en un principio en contra del «impeachment», precisamente, por anticonstitucional, pues consideraba consideraba que el senado carecía de jurisdicción sobre un civil. Una vez solventada aquella cuestión, engrosó las filas de los partidarios de condenar. «El liderazgo de mi partido ha elegido la lealtad a un hombre sobre los principios fundamentales del Partido Republicano y los fundadores de nuestra gran nación», ha lamentado.
Repudiado por su familia
Otro republicano que pugna con los suyos es el congresista por Illinois Adam Kinzinger. En su día ya dejó claro que apoyaba, «con gran pesar» y «por el bien de nuestra democracia, que se invoque la Vigésimo Quinta Enmienda». Una vez quedó claro que Trump no sería apartado, apoyó sin ambages el «impeachment». Desde entonces su nombre es anatema de cara a sus correligionarios más alineados con el expresidente. Aunque no hay nada que Kinzinger, teniente coronel de la Fuerza Aérea, no haya repetido una y otra vez. Ya su comunicado de principios de enero lo convirtió en uno de los primeros republicanos en tomar partido. «El miércoles sentí una maldad literal y real durante la insurrección», dijo, «No es algo que suceda a menudo, y nunca lo he sentido con más fuerza que ese día». Kinzinger sufre una auténtica cacería dentro de su partido. No sólo ha sido públicamente censurado y desautorizado por los suyos. También once miembros de su propia familia le ha enviado una carta en la que lo acusan de haberse alineado con «el ejército del diablo». En la misiva, que reproduce el New York Times y que enviaron a numerosos medios y, por supuesto, a otros miembros destacados del comité central republicano en Illinois, lo acusan de alta traición y de haber ensuciado el apellido familiar. «¡Oh, qué decepción eres para nosotros y para Dios!», puede leerse. «Tu única esperanza pasa por aceptar que ya estás muerto», comenta al Washington Post. Cuando le preguntan por los diez senadores que votaron en su momento en favor de proceder al «impeachment», sostiene que «deben saber que existen bastantes posibilidades de que pierdan sus trabajos el próximo año». Su guerra es la congresista Liz Cheney, hija de uno de los antiguos capos del partido, Dick Cheney.