«EL JUDÍO ES CULPABLE... ESAS PALABRAS NO PUEDEN TENER CABIDA EN UNA DEMOCRACIA»
E n un país donde se llama« fascista» o« nazi» a cualquiera que sencillamente no piensa como el que lanza el insulto, sucede que cuando aparece de verdad un fascista o un nazi suele banalizarse, como si se hubiera gastado toda la munición contra una sombra. Hace unos días, se reunieron en el cementerio de La Almudena de Madrid unas 300 personas para homenajear a la División Azul. Se oyó gritar «el judío es culpable», la vieja consigna antisemita que fantatizó a la sociedad alemana de los años 30 y concluyó en el exterminio de los judíos de Europa. Esa pérdida ha marcado nuestra historia posterior, por el desastre humano y cultural que supuso, por la pérdida de la fe en el propio hombre civilizado. Es una derrota que a pesar de esa devastación se pueda asistir en un país democrático a una exaltación del Holocausto. En dicho acto tomó la palabra una mujer, joven, rubia. Vestía una camisa azul oscuro y los labios pinta dos de un rojo intenso, como yugos. Dijo: «Es nuestra suprema obligación luchar por España y por una Europa ahora débil y liquidada por el enemigo, el enemigo que siempre vaaserelmismo, aunque con distintas máscaras: el judío». Y ahí ha quedado todo. La embajadora de Israel en España, Rodica Radian-Gordon, publicó un tuit en el que alertaba de que esas palabras «no pueden tener cabida en una sociedad democrática». Hay demasiadas líneas rojas en la vida política, pero son como esos rayos láser que se pueden sortear levantando la patita, pero se incumplen los verdaderos: el terrorismo que este país sufrió y la barbarie del nazismo.